¿Desde cuando el pertenecer a un partido de izquierda otorga el derecho a ofender e insultar a otros militantes o afiliados de otros formaciones, ya sea en particular o en general?
Intentar llamar la atención o pretender considerarlo como algo totalmente normal, a golpe de ósculos en la boca, frondosidades capilares o acudir al Parlamento vestido con un inapropiado aliño indumentario, podrá parecerle correcto y adecuado al Secretario General de Podemos, pero si el Sr. Iglesias se molestara en preguntar aleatoriamente al resto de españoles, obviado su pertenencia política, comprobaría que su preferencia se decantaría por utilizar una vestimenta similar a la de los restantes diputados.
En cuanto su efusiva manifestación amorosa en el Congreso con otro diputado e ignorando la orientación sexual de ambos, infinidad de televidentes lo consideraron un gesto impropio y descaradamente preparado, interpretándolo más como un vulgar «morreo de postureo» y zafio reclamo publicitario que como reconocimiento hacia un compañero. Son miles las ocasiones en las cuales sus señorías se felicitan con un apretón de manos o incluso con abrazos y golpecitos en la espalda, sin que ningún medio se moleste en efectuar el más mínimo comentario. Se rumorea que quizá el Sr. Iglesias sufriese un pequeño lapsus y confundiese el hemiciclo con un plató de TV (de la Sexta, por ejemplo).
Solventado el incidente erótico-festivo y con la humilde petición de que no se convierta en algo habitual, tampoco estuvo muy afortunado el líder podemita en su primera intervención en la tribuna de oradores donde se despachó a gusto con desafortunadas descalificaciones varias y a varios. Todo un tratado de elocuente oratoria. En cuanto a la intervención del viernes, quedó palmariamente demostrado que su sentido del humor deja mucho que desear y totalmente incongruente en cuanto a momento y el lugar.
Como estaba previsto, las intervenciones de sus señorías correspondientes al debate del pasado viernes día 4 , en general y salvo alguna excepción resultaron penosas y sin aportar el más mínimo argumento novedoso, muy propio de su pobreza oratoria y ausencia intelectual, apelando a todos los típicos tópicos habidos y por haber del caduco marxismo por parte de algunos y provocación y ordinariez en boca de otros con el acostumbrado intercambio de insultos. Por el gesto y caras de los padres de la patria, unido a las desesperantes y obligadas “pausas para aplauso”, por la velocidad con que abandonaron el Parlamento, todo parecía indicar que estaban deseando largarse y celebrar el viernes noches con sus señoras o parejas.
Descorazonador, por no utilizar otro adjetivo, resultó el discurso de investidura del caballero aspirante Pedro Sánchez (PSOE), sabiendo que se trataba de su segunda y última oportunidad tras haber cosechado el más sonado e histórico fracaso del partido (219 votos en contra, 131 a favor). El viernes, Sánchez se limitó a ofrecer una versión abreviada de la efectuada el miércoles anterior, pero sin añadir un “algo” que justificase su parca y ramplona intervención. Limitarse a citar nuevamente el tema corrupción como arma arrojadiza cuando el PSOE padece la misma pandemia, fue ridículamente pobretón. Lo cierto es que abandonó el Hemiciclo sin corbata y con la cara desencajada. La cifra de los 219 votos en contra la llevará marcada a fuego toda su vida no la olvidará jamás pero esperemos que por lo menos le sirva para ser más humilde… En su partido hay varios que se la tienen jurada pero esperaran el momento apropiado para desquitarse y ahora no toca.
Tras finalizar la ronda de participaciones, lo único que le quedó claro a la ciudadanía es que a partir del lunes nuevamente las distintas grupos políticos retomarán las reuniones, cónclaves, encuentros, públicas, privados, secretos o mediopensionistas, lo que en fino los políticos definen como “reanudar el dialogo».
En definitiva, la única solución pasa por alcanzar un pacto por necesidad o agotamiento, puesto que el tener que recurrir a repetir elecciones supondría un serio fracaso y no solo por la incapacidad intransigencia sino por la repercusión que tendría a nivel económico, creación de puestos de trabajo, necesarias reformas pendientes, etc.
Por último y comentado en todos los medios, tertulias y redes sociales, el solemne ridículo protagonizado por el presidente del Parlamento, Patxi López, demostrando su ineptitud, carencia de autoridad, desconcierto, mirada extraviada, indecisión…requiere y con urgencia de unas sesiones de coaching parlamentario. Lo presenciado en la última sesión de investidura fue patético. Si ya estaba lo suficientemente deteriorada el comportamiento de nuestros diputados, tras los últimos acontecimientos y sin distinción de partidos ni personajes merecen la categoría de detestables.
Casi tres meses miserablemente desperdiciados desde el 20-D y todos enrocados en sus posicionamientos y a la espera de que cedan primero los “otros”.
A Rajoy, Sánchez e Iglesias, cada uno con su estilo y maneras, les corroe la misma ambición y codicia , y es es lo único que trasciende y que verdaderamente les ocupa y preocupa.
Para los ciudadanos nada ha cambiado. Los del PP, esperando como siempre el santo advenimiento , Podemos encizañando, descalificando y prometiendo, PSOE coleccionando derrotas y despropósitos y Ciudadanos predicando que hay que ser buenos y los pactos también existen. Por el momento ese es el tétrico panorama que nos ofrecen.
Solamente el pensar en una nueva campaña electoral resulta abracadabrante…
¡¡Tiempo al tiempo!!