José Fernando Calderero, decano de Educación de UNIR, opina sobre los profesionales de la educación, la segunda profesión más valorada por los españoles, según el CIS
Madrid, 21 de mayo de 2013
El último barómetro de opinión del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha dado un espaldarazo a los maestros y profesores del país. Concretamente, y tras los médicos, esta profesión es la segunda mejor valorada por los españoles. En una escala del 0 al 100, los profesores universitarios sacan una nota del 75,16; los maestros de Primaria les siguen con un 74,7; los de Infantil alcanzan un 74,6; los de Formación Profesional un 73,92; y los de Secundaria, un 73,67.
¿Los profesores y maestros vuelven a ocupar un lugar de prestigio en la sociedad?
Para José Fernando Calderero, decano de Educación de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), asistimos “a un nuevo renacimiento en el que tímidamente, pero de forma imparable, estamos redescubriendo la importancia del carácter personal del ser humano, que centra la atención de los intelectuales y profesionales de la enseñanza y la educación”. Además, Calderero percibe “un cierto desencanto entre aquellos que a la hora de elegir profesión se guiaron exclusivamente por factores economicistas de corto alcance y se encuentran con un cierto grado de deshumanización personal y… sin el nivel económico que creían poder conseguir por el simple hecho de hacer unos determinados estudios más o menos de moda”.
Con una dilatada experiencia docente y teórica, Calderero apunta las siguientes consideraciones para los futuros profesores:
– Es una actividad que compromete vitalmente al que la ejerce; no se trata de aprender unas estrategias que funcionan por sí mismas independientemente de quien las ejecute. El modo de comportarse y de ser del maestro, profesor, educador forma intrínsecamente parte de su actuación profesional.
– Va a tener en sus manos un enorme potencial de cuyo buen o mal uso dependen aspectos tan importantes como la autoestima, el deseo de ser mejor persona, las ganas de aprender, la iniciativa personal y social… en definitiva la felicidad de sus alumnos.
– Sea consciente de la enorme importancia de su trabajo y procure ejercerlo con la ilusión de un artista y nunca con la amargura o tristeza de un esclavo.
– Su misión no es ser admirado sino despertar lo mejor de cada alumno. Su éxito pasa necesariamente por el de sus alumnos.
– No deje de estudiar, reflexionar, aprender, investigar… nunca. Para contagiar a los alumnos deseos de saber hay que tenerlos.
– Mantenga una dosis alta de capacidad crítica alejándose de cualquier ideología que ofrezca explicaciones reduccionistas de la realidad y menos aún si pretende imponerlas.
– No deje nunca de imaginar un futuro mejor
A juicio del decano de Educación de UNIR, los profesionales de la enseñanza deben contemplar lógicamente el conocimiento de las materias que imparten, “aunque en la práctica es relativamente frecuente acabar enseñando otras”, una formación didáctica y psicopedagógica y el conocimiento de los perfiles de los futuros alumnos. “Hoy día se subrayan especialmente los aspectos relacionados con el aprendizaje de idiomas, el uso de las TIC y las habilidades socioemocionales”, añade.