Los representantes de cualquier organismo que se limitan a realizar todo aquello que se espera de ellos, sin importarles si es bueno o malo para sus representados, demuestran su mediocridad a cada nueva decisión que toman y perjudican más que favorecen a todos aquellos que dicen apoyar.
Y los sindicatos en este país son mediocres, pero hasta decir basta, y lo siguen demostrando cada día, con su mirar permanentemente al guión que tienen preestablecido de antemano, sin saber adaptarse a los nuevos tiempos, sin entender que la sociedad que ahora tienen que defender no es la que traen en su cuadernillo de «buen sindicalista», ahora los tiempos han cambiado.
Los trabajadores ya no son meros peones que sueñan con entrar en una empresa y permanecer en ella para el resto de sus vidas, eso eran otros tiempos, ahora los trabajadores apuestan por la flexibilidad a todos los niveles, una flexibilidad que no tiene porqué ser lesiva para sus derechos, como nos quieren hacer creer.
La flexibilidad bien entendida ofrece al trabajador la posibilidad de crecer y cambiar de opción en un momento determinado sin ataduras ni responsabilidades adquiridas, muchas veces llamadas derechos adquiridos. Porque un trabajador que no abandona una empresa donde no se siente a gusto por culpa del derecho adquirido de la antigÁ¼edad es un trabajador que no está siendo protegido por los sindicatos, que tanto cacarean su protección.
La flexibilidad bien entendida permite que el trabajador se encuentre en disposición de encontrar un nuevo puesto de trabajo tan pronto como tenga que abandonar la empresa en la que desempeña su labor, debido a las circunstancias económicas generales o propias de la empresa, porque cualquier empresario querría tener a cientos de trabajadores a sus órdenes, porque ello significaría que su volumen de facturación estaría acorde a ello, sin embargo, no siempre es posible y cuando tienen que despedir lo hacen por razones de peso (al menos la inmensa mayoría de los empresarios de este país, pequeños y medianos, porque no hay que olvidar que las grandes corporaciones en España son una inmensa minoría).
La flexibilidad bien entendida iguala derechos a todos los trabajadores y no favorece la dualidad, porque ésta es, en grado sumo, injusta socialmente hablando y beneficia a unos para perjudicar a otros, una dualidad a la que nos condenó la reconversión industrial, pero que ya no necesitamos.
En definitiva, hoy hemos conocido que los sindicatos van a cumplir su promesa y convocarán una huelga general, en una fecha que sabremos mañana martes. Una decisión errónea a todos los niveles, porque pretende luchar contra una reforma del mercado laboral totalmente necesaria, y no sólo no lesiva para los trabajadores sino excesivamente escasa en su fondo, por lo que no tienen razón para protestar, más bien deberían de agradecer a Zapatero que no haya ido tan lejos como debería de haber ido.
Sufriremos, todos, una huelga general, que hará más mal que bien a nuestra economía y que servirá para generar más incertidumbre en nuestra salida de la crisis. Pero como siempre digo con los políticos, tenemos los sindicatos que nos merecemos.