Hace unas semanas, Jean Claude Trichet, Presidente del Banco Central Europeo, desestabilizó a todo el sistema financiero al insinuar, de manera poco velada, la verdad, que durante este próximo mes de abril se produciría un incremento del tipo de interés en la zona euro, actualmente en el 1%, debido a las expectativas inflacionistas que se recibían debido a las incertidumbres que las revueltas en el Norte de África se estaban produciendo.
A partir de ese momento se produjo una escalada brutal del Euribor, de la que todavía no nos hemos recuperado, ni el indicador de referencia hipotecaria, ni nosotros mismos que todavía estamos temblando ante esta subida de tipos que incrementará, aún más, la velocidad de subida.
Ahora bien, Trichet está en su labor, en su labor encomendada. Dicen los estatutos del Banco Central Europeo que la prioridad absoluta del organismo es la lucha contra la inflación, por encima de todas las cosas, incluso si se trata de tirar piedras contra tu propio tejado, provocando la ralentización de la recuperación económica.
Y es que mucho me temo que el Banco Central Europeo, en su afán por cumplir con los requisitos estipulados en sus estatutos, va a cometer el mismo error que cometió en los albores de la crisis, allá por el año 2007, cuando comenzó su escalada del tipo de interés para protegerse ante la inflación y terminó por colapsar el sistema económico europeo.
Porque los estatutos están para ser cumplidos, pero también para ser interpretados, y en ocasiones es conveniente correr un riesgo controlado de inflación en aras de permitir el correcto funcionamiento de la economía a todos los niveles, dinamizando las operaciones y gestionando de manera efectiva el poder adquisitivo de las familias.
Evidentemente, no se puede criticar al Banco Central Europeo por cumplir con su mandato, pero sí se le puede incitar a que haga lo correcto, no lo que debe, subir los tipos de interés, lo segundo, mantenerlos inalterados, lo primero.
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