La civilización occidental está muriendo. No son los millones de ciudadanos que han salido a la calle este fin de semana en París los que van a salvarla. De hecho, las marchas movilizadoras orquestadas por los medios de comunicación al servicio de las partidocracias de turno, conmueven poco a aquel que ha vivido treinta años de su vida yendo a la Plaza de la Revolución a gritar consignas.
Aunque condeno la violencia y en particular el terrorismo, yo no soy Charlie Hebdo. La razón es bastante simple: no me gustaba el integrismo radical de izquierda que defendía la redacción de ese periódico. Todos los extremos son peligrosos y el de izquierda más que ninguno, porque son ellos precisamente los que conducen a los pelotones de fusilamiento, los campos de exterminio y a las guerras mundiales. La multitudinaria manifestación se disolvió como sucedió con otras antes del mismo género, sin que quedaran claras las medidas que se imponen para evitar la muerte de Occidente.
Recientemente fue expulsado de una cadena de información continua un periodista de renombre que animaba un sabroso debate dominical, Eric Zemmour. ¿Cuál era su crimen? Alertar sobre el suicidio francés. De hecho, el libro que ya se ha vendido a más de 400 mil de ejemplares, ha provocado acalorados debates donde se oponen a sus tesis los defensores del angelismo y de la falsa tolerancia que están acabando con este país. Siempre triunfan ellos.
Una de las primeras directivas gubernamentales fue la de no relacionar el atentado con el islamismo radical. No importa si un individuo que gritaba Allahu akbar! ¡Dios es grande! intentase cortar el cuello de unos policías municipales unas semanas antes y que otro, esgrimiendo la misma consigna embistiera un mercado de navidad lleno de familias con niños provocando muertos y heridos. En ambos casos se trató de minimizar y desvirtuar la verdadera significación de los hechos.
Otra de las urgencias gubernamentales en estos días ha sido la de evitar a toda costa que el partido de extrema derecha, encabezado por Marine le Pen, que expresa el sentir de 25% de la población francesa y que venía alertando sobre la islamización de la sociedad desde hace años, saliese fortalecido electoralmente. Por esa razón los organizadores de la marcha expresaron claramente que la unidad republicana no incluiría a los lepenistas. Las otras medidas tomadas, incluyen la movilización de 10 mil soldados para proteger los lugares del culto y las escuelas judías. Sin olvidar los juicios “espress” de todo aquellos que a través de las redes defienden el terrorismo.
La histeria securitaria es vana porque este terrorismo en particular es incontrolable. Cualquiera sabe que se trata de actos ejecutados fríamente por individuos radicalizados y no concertados, con acceso a medios bélicos adquiridos con petrodólares.
Hombres y mujeres decididos al sacrificio último en nombre de ideales que occidente ya no defiende. Si a esto añadimos que actualmente hay en Francia entre seis y ocho millones de musulmanes , muchos de los cuales en sus casas aprueban en privado las razones del atentado contra Charlie Hebdo, esto significa que la polarización de la sociedad es un hecho incontrovertible. En consecuencia estos actos incalificables continuarán y ya no estaremos seguros en ninguna parte.
Aquí cada año salen del sistema público de enseñanza 150 mil jóvenes sin ningún diploma. Se calcula que actualmente hay un millón y medio de estos nuevos franceses a la deriva y sin ninguna calificación. ¿Qué va a pasar con ellos si el paro es lo único que les espera en el futuro?
Otra de las decisiones del actual mandatario fue la de decretar un minuto de silencio en las escuelas.
Mi clase de onceno grado, que cuenta con un 80 % de alumnos musulmanes, tras un abochornante debate se negó rotundamente a compartir ese breve momento de solidaridad: ¡Se lo merecían, no tenían que haber blasfemado contra el profeta! Me quedé con sólo tres chicos en el aula, mientras los otros salían al patio esperando que abrieran el comedor donde desde hace años no se sirve carne de puerco.
Como ha sido reseñado por la prensa escrita, no he sido el único que se ha enfrentado estos últimos días a este desencuentro civilizacional que nos está empujando atados de pies y manos hacia el abismo:
- «Charlie Hebdo» au collÁ¨ge : «Ils l’ont cherché»
- Charlie Hebdo : nombreux soutiens aux terroristes
- Sur Internet, la liberté d’expression Á l’épreuve du terrorisme