Sociopolítica

Los veinteañeros

Un amigo últimamente ha tenido sueños muy raros. No sé si decirle que no se preocupe, que a su edad es normal. Porque eso de estar cerca de los treinta lo he vivido yo, y lo sé; lo sé muy bien. Ser un veinteañero es, quizá, la etapa más física de todas. Me refiero a que el cuerpo lo aguanta todo, o casi todo. Puedes estar de fiesta dos días enteros y te parece poco. Pero a los treinta no es que no puedas: ya no te apetece. Te calmas; es como si el entretenimiento lo disfrutaras de otra manera, muy diferente que los veinte. Sí, mi amigo no de debería preocuparse. Aún no; todavía es un veinteañero.

Sé que me reiré de este artículo cuando yo cumpla los cuarenta. Por eso no voy a leerlo hasta cumplir dicha edad. Ahora mismo no podría explicar cómo es ser un treintañero. Prefiero pasar esta etapa y luego contarlo. Lo cierto es que no tiene nada que ver con los veinte. A los veinte años uno se quiere comer el mundo; uno cree que lo puede conseguir todo. Y es cierto: lo puedes conseguir todo, pero eso es para unos pocos; para el resto, es una etapa más de la vida. Lo extraordinario de ser un veinteañero es que uno se atreve a hacer cosas que, en perspectiva, pasadas esas edades se sorprende. Cómo he podido hacer eso, nos preguntamos. Y es que, como dije al inicio, a los treinta cambian muchas cosas; entre ellas las formas de divertirse.

De todas formas, esos años nunca se olvidan. Cuando uno es veinteañero, lógicamente, lo es para toda la vida. Creo que es cuando uno se divierte intensamente. Sí, esa es la palabra: intensamente. Desde mis treinta sé que el recuerdo aún está fresco, aunque creo que pensaré igual a los cuarenta, a los cincuenta y demás. Y a la pregunta de si volveríamos a los veinte, diría que no; por una vez está bien. Fue divertido, pero pasado es pasado. Todo tiene su tiempo. El mío ya es otro tiempo. No se puede, ni se debe, retroceder. Detenerse tampoco; hay que avanzar. Bueno, para eso no hay que hacer mucho esfuerzo, porque el tiempo se encarga de que no se detenga. Seguimos coleccionando años pues el tiempo avanza sin que se lo pidamos. Y está bien. Lo que sí podemos hacer es vivir. No con esa intensidad de los veinte, pero sí de una forma que nos llene; que no sea un simple divertimento o una vida insustancial. Y hay muchas formas de hacerlo, no hace falta tener mucho dinero. Lo más importante es tener ganas y disposición. El resto viene solo.

Mi amigo, el veinteañero, aún no lo sabe pero cuando pase la barrera de los treinta recordará esos años con alegría y asombro. Yo, desde mis treinta  y pocos, entiendo que él no se preocupe en pensar sobre sus veinte. Tampoco yo sé a ciencia cierta qué significa ser un treintañero. Cuando tenía veinte ni lo pensaba. Cuando éramos veinteañeros lo que menos hacíamos era pensar. Exagero, lo sé. Es lo que tiene recordar cuando uno era veinteañero.

 

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*En la foto, Morrissey a los veinte.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.