Sociopolítica

Madres canguro

La carencia de recursos tecnológicos o la falta de vínculos entre madre e hijo se han suplido con el método de madres canguro en decenas de países empobrecidos y, cada vez más en países ricos. Se garantiza la salud del bebé y se fortalece el vínculo afectivo.

Safiya nació demasiado pronto. Con diez días de vida, apenas pesaba un kilo. Y en su Senegal natal, una incubadora para salvar a bebés prematuros como ella es un lujo. Por eso vive pegada a su madre desde que vino al mundo. Piel con piel. Sintiendo su respiración y escuchando el latido de su corazón. Y ha sobrevivido.

En el mundo, nacen anualmente 20 millones de niños como Safiya, el 955% en países empobrecidos. Ante la falta de centros hospitalarios y de higiene, la escasez de material técnico y los problemas de hacinamiento, los especialistas se plantearon la posibilidad de sustituir la incubadora y el hospital por la madre y su propio cuerpo. Así aparecieron las Madres Canguro.

La idea surgió en el Instituto Materno Infantil de Bogotá en 1979. Durante los años anteriores, los doctores Héctor Martínez y Edgar Rey veían cómo los índices de infección y mortalidad entre los recién nacidos hospitalizados crecía de forma alarmante.  Modificaron el tratamiento del prematuro, permitiéndole salir del hospital cuanto antes para llevar a cabo un seguimiento ambulatorio.

Se basa en lo que la naturaleza ideó para los bebés marsupiales, que completan su desarrollo fuera del útero, agarrados a las glándulas mamarias y protegidos en una bolsa. Esta posición les ayuda a regular y conservar la temperatura debida, una capacidad que no poseen al no haber completado el periodo de gestación. De esta manera, permanecen en contacto directo con la madre hasta que alcanzan los tres kilos.

Pero este sistema no es un milagro. La colocación del bebé en contacto directo con el pecho de la madre es sólo uno de los cuatro elementos que conforman el programa de las Madres Canguro. Una nutrición adecuada mediante la lactancia materna, la atención ambulatoria una vez por semana, y el apoyo a la madre en el cuidado del pequeño hasta que cumple los cinco años  son los otros pilares que hacen posible esta recuperación.

Desde 1979, este método se aplica en la mayoría de los países latinoamericanos así como en diversos lugares de Asia y África. Su bajo coste, junto con los beneficios para el pequeño, ha contribuido a su expansión. Un día en una unidad de cuidados intensivos para prematuros en un país empobrecido asciende a 200 dólares diarios, según UNICEF. El programa Madres Canguro sólo supone un gasto de 4,6 dólares por cada encuentro en el hospital.

Safiya tuvo “suerte”, ya que el centro médico senegalés Abbas Ndao, en el que ella nació, aplica este método desde hace 11 años. Tras conocer el sistema en Colombia, el jefe del servicio de Pediatría, Osumane Ndiave, llevó a cabo un proyecto piloto con 112 prematuros entre 1998 y 2005. Sólo no logró sobrevivir. Según el doctor, el contacto permanente con el cuerpo de la madre aporta calor, seguridad y confianza al bebé. No sólo se trata de la temperatura, sino también de sentir de la manera más cercana posible el latido del corazón y el ritmo de la respiración.

Pero por encima de todo, el jefe de pediatría señala la importancia de la relación amorosa y estrecha que se establece entre la madre y el bebé prematuro. La estimulación, tanto afectiva como orgánica, mejora y garantiza el patrón respiratorio y cardiaco. La voz de la madre, su arrullo, y el entorno familiar sirven de detonante para el desarrollo neurológico y cognoscitivo. Además, de esta forma es la madre, y no los médicos, la que se convierte en la actriz principal y responsable del cuidado del bebé.

Precisamente este último argumento es el que ha llevado a desarrollar esta técnica en países más desarrollados, con el objetivo de recuperar la responsabilidad materna y familiar frente al cuidado del niño previamente estabilizado. Además, el vínculo que se establece entre madre e hijo ayuda a que disminuyan notablemente la cifra de abandonos.

Las Madres Canguro siguen demostrando su eficiencia al suplir la carencia de recursos tecnológicos o la falta de vínculos entre madre e hijo en lugares variados de todo el mundo. Al menos, esta técnica ha funcionado para Safiya. Cinco meses después de nacer, ya pesaba casi siete kilos.

Anaclara Padilla Estrada

Periodista

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.