Me acabo de enterar de que Marruecos ha expulsado a cinco misioneros por hacer “propaganda evangélica”, según revela el ministerio del interior de aquel país, hermano, socio y aliado. Así tenemos de primera mano una prueba más de la modernidad y la reciprocidad de las civilizaciones y su intercambio cultural, social y económico.
No se trata ya de ser o no evangélico, se trata de que el principio de reciprocidad con Occidente no se cumple. Mientras en España, por ejemplo, los musulmanes solicitan terrenos y ayudas para poner mezquitas nosotros tenemos que aguantarnos estos ataques de chulería y prepotencia estatal. ¿Qué pasaría si nos negáramos a sus intereses o que les persiguiéramos por practicar y promover su religión? ¿Recuerdan lo de las caricaturas? No se impaciente nadie ni me ataque llamándome incendiario: todos sabemos que si la cosa fuese al revés tendríamos a medio mundo árabe protestando en nuestra contra de muy malos modos.
La aceptación silenciosa, este buenismo bobalicón con el que tragamos estos desplantes no hace ningún favor al tan cacareada “Alianza de civilizaciones” ni a ese diálogo entre pueblos que tanto bien nos haría a todos. No nos gusta la hablar de religión, pero no es tiempo para cobardías: este tema debe ser resuelto y el gobierno español debe exigir que las cosas cambien para que las relaciones no se resientan.
Molesta más que sean precisamente ellos, los marroquíes, los que se jactan de excelentes relaciones con la Casa Real y el Gobierno español, de ser tan amigos nuestros, los que cometan estos atropellos con un fin exclusivamente político y represivo. Pensar, y ellos así lo piensan, que el cristianismo o su ética o su estética es una amenaza para su civilización o su modo de vida o sus principios nacionales, es como decir que aquí no queremos a los budistas porque terminarán por hacernos a todos vegetarianos y nos vestirán de túnicas de colores chillones.
Habrá quien prefiera erradicar la religión del panorama mundial, citando lo del opio del pueblo y demás lugares comunes, pero eso es lo mismo que decir que ante el racismo todos o blancos o negros o amarillos. Esa no es la salida.
En un país donde el gobierno se acobarda y no sale a dar la cara para reclamar que todos somos iguales y que todos merecemos allí y aquí las mismas oportunidades, no puede ser un gobierno que nos convenga. A ver quién sale a criticar a Marruecos y les da con la realidad en la cara y lleva a los medios de comunicación la noticia y consigue que esto se convierta en tema nacional que necesita ser resuelto. Temo mucho que esto pasará sin pena ni gloria y nos tocará poner la cristiana y piadosa otra mejilla además de asistir, sin posibilidad de reclamo y poniendo buena cara, a la inauguración de la próxima mezquita en España. Con amigos como estos…