Se le podría llamar “efecto Disney”, y consiste en antropomorfizar a los animales hasta atribuirles cualidades humanas.
Es una corriente que parece asentada en la mente de algunas personas mucho más de lo que sería deseable, y explica algunos fenómenos que no podrían entenderse de otra forma. ¿Cómo si no puede justificarse que una madre de familia acerque un bebé a un mono babuino durante una visita al zoo, a riesgo de que el animal pueda lanzarle al crío una dentellada?, ¿O que alguien salga de su vehículo en un safari-park para hacer una foto de una leona transportando a su cachorro en las fauces?
Torres ha sufrido un ataque agudo de antropomorfización; y nos lo muestra en su columna de hoy, día 19 de abril, con su “Ni uno más”, carta de pésame redactada para zumbarle todo lo posible al Jefe del Estado por su escapadita a Botsuana para darles matarile a algunos bichos de gran tamaño.
En su artículo, Torres nos deja claro que los animales se casan, enviudan, quedan huérfanos, tienen seres queridos, e incluso lloran por su desaparición.
Con su habitual estilo expresivo, Torres parece combinar su aversión a la Monarquía con la que profesa al sexo masculino en general. Quizá por eso ella menciona la maldad de los “hombres prepotentes y estúpidos”, que ponen en peligro la supervivencia de los animales, y no a las “personas prepotentes y estúpidas”, como sería esperable de una defensora –que lo es- de la igualdad de géneros en el lenguaje. ¿O es que sólo los hombres pueden ser cazadores y, por ende, malvados?
Torres también lamenta que no se haya hecho pública la lista de animales que el monarca ha abatido durante su dilatada vida, y alega que es debido a la “falta de transparencia”, ese mal tan común en la sociedad española. De esta forma, Torres no sólo afirma, sutilmente, que el Rey tiene la obligación de hacer públicas sus actividades privadas, sino que además sugiere que si no las hace públicas es debido a razones sospechosas.
Torres es poco elegante mencionando el suceso que costó la vida al hermano del Jefe del Estado, no sólo por la mención en sí, sino por la forma de hacerlo: “…y no se le conocen errores desde aquel en el que se llevó por delante a su hermano”. Emplear la locución “llevarse por delante” para referirse a la muerte accidental del hermano del Monarca sugiere que a Torres no sólo no le merece ningún respeto el Jefe del Estado sino tampoco el fallecido pariente, quizá por el hecho de no tratarse de un típico animal habitante de selva, sabana, estepa y demás enclaves naturales; que ya sabemos que los seres humanos no siempre merecen la consideración de tales para Maruja.
En un principio parecía que la articulista simplemente utilizaba el recurso epistolar para trasladarnos sus ideas antijuancarlinas al resto del orbe. Sin embargo, en los últimos párrafos parece que es posible que haya algo más. De hecho, parece como si Torres se dirigiera a los elefantes como si los elefantes entendieran las palabras habladas; y más aún, como si los elefantes supieran leer; y más aún, como si los elefantes de Botsuana pudieran leer en español. No es posible antropomorfizar más. El efecto Disney en su más absoluta expresión.
Y como no podía ser de otro modo, Torres aprovecha para erigirse en representante de la mayoría. Gracias a ella los españoles sabemos que sufrimos por las pérdidas soportadas por los elefantes a manos de los cazadores malvados, y no sentimos alivio por saber que la pasta gansa que costó abatir al paquidermo en cuestión fue costeada por finanzas ajenas a las arcas del Estado español o al peculio particular del Jefe del Estado. A decir de Torres, todos los españoles estamos avergonzados, abochornados, indignados y hasta la cresta de tanta miseria ética y estética.
Mal favor hizo Walt Disney a la Humanidad con Mickey, Donald, Dumbo y otras faunas. Ahora algunas personas afirman, con la convicción que viene de disneylandia, que los animales tienen alma y por ello merecen derechos humanos, …y disculpas por el trato que reciben del homo sapiens, malvado ser que abusa de los pacíficos y adorables habitantes de una Gaia que estaba en armonía hasta su llegada. Quizá Torres ha bebido de las mismas fuentes, y por ello afirma que nosotros los españoles, personas de bien en su conjunto, acompañamos en el sentimiento a los paquidermos familiares del elefante abatido por el Monarca español.
Por mi parte, después de todo lo que he leído y escuchado sobre el asunto, tras analizar con detenimiento los argumentos éticos y estéticos de Torres, y puesto que en realidad no soy español del todo, declaro solemnemente que ahora me caen mejor los cazadores y peor los elefantes.
El artículo original de Torres:
http://elpais.com/elpais/2012/04/18/opinion/1334741560_686612.html