Al grito de más reformas, es la crisis, emulando al inigualable Groucho Marx, Zapatero se ha lanzado a la consecución de unos objetivos reformadores que el país necesita, nadie se lo va a negar, pero que tal vez no está sabiendo comunicar a la ciudadanía, o tal vez debería de haberlas realizado con anterioridad.
El otro día escuche a Felipe González decir una barbaridad de las que no acostumbra. Dijo que las reformas se tienen que hacer en época de crisis y no en época de bonanza económica, y no puedo estar más en desacuerdo con él. Una cosa es que nadie se atreva a hacerlas en época de bonanza y otra muy diferente es que no se deban hacer en ese momento.
Y es que cuando las cosas van bien todo el mundo se quiere apuntar el tanto y no arriesgarse a modificar nada de lo que está funcionando, a pesar de que se detecten graves problemas estructurales. Durante la primera legislatura de Zapatero, la economía iba viento en popa y a toda vela, pero con graves asimetrías económicas y con un lacerante sobreendeudamiento que nadie se atrevió a detener.
Fue entonces, y no ahora, cuando Zapatero debió haber iniciado las reformas, del mercado laboral, del sistema de pensiones y del sistema financiero, entonces, sin urgencias y con la adecuada reflexión relajada. Ahora cualquier reforma que surja será heredera de las necesidades puntuales del corto plazo y no del interés colectivo al largo plazo.
El mercado laboral debió haberse flexibilizado cuando la economía creaba empleo, lo cuál nos habría preparado de manera adecuada para el momento de la crisis y no estaríamos sufriendo, bajo ninguna circunstancia, el 20% de desempleo. La flexibilización del mercado laboral protege, sobre todo la destrucción antes que fomentar la creación, por lo que se debe de realizar cuando se crea empleo, no cuando se destruye.
La reforma del sistema de pensiones debió plantearse realmente cuando la Seguridad Social tenía superávit sostenible, entonces ya conocíamos nuestros datos demográficos y sabíamos a lo que nos debíamos atenernos. Ahora no tiene sentido plantear 65 o 67 años, porque no es más que una polémica nominal, ya que con el elevado número de jubilaciones anticipadas que lastran las cuentas públicas poca gente termina retirándose a esas edades. Las polémicas deberían aparecer sobre cuestiones importantes, como son los años de cómputo, no la edad de jubilación. Un poco de seriedad, por favor.
Y, por último, la reforma del sistema financiero, con tan buena salud como nos quieren vender, pero incapaz de facilitar la dinamización de la economía a través del crédito, particular y empresarial. No sé en otros lugares, pero en España el sistema financiero controla a los Gobiernos, a los que financia, vía campañas, vía obras públicas, vía deuda, y ningún Ejecutivo se atreve a meterles mano de verdad.
Está bien reformar, nadie lo duda, pero puestos a reformar debíamos haberlo hecho antes. Ahora bien, como no se hizo, exhortemos a nuestros políticos y agentes sociales para que tengan altura de miras y se olviden de sus propios intereses en pos del bien de la sociedad. ¡Qué bonito es soñar!
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