CALIFORNIA: En los EE.UU., la base activa de los republicanos se obsesionan tercamente en ver el neoconservadorismo como «una manifestación del patriotismo, o aún, del nacionalismo». Esto es, el resurgimiento de las derechas chauvinistas, adquiere tinturas gesticulatorias como revuelta contra el liberalismo, a finales de los ’70, y se autorepresenta como la madurez del conservadorismo racista de los 60 y del momento, en que los «neocons abandonaron a los Demócratas», al menos, asà lo observan Justin Vaisse, becario del Brookings Institution, en un libro reciente: «Neoconservatatism: The Biography of a Movement» [Belknap / Harvard, 2010], y Laura Kalman en «Right Star Rising: A New Politics, 1974-1980» [W. W. Norton & Company, 2010], 473 ps.
Más alineada a la objetividad, Kalman prefiere decir que el electorado repudió a Jimmy Carter, por su liderazgo débil, no al liberalismo, pero, en Ãnterin de todos los eventos de la década del ’70, menciona el éxito del pujante neoconservadorismo al capitalizar exitosamente «con las oportunidades de oposición a la integración compulsoria en las escuelas públicas, el rechazo a los programas de ‘affirmative action’, ERA, y el apoyo a la Deténte ante la Unión Soviética». La victoria republicana es suma de lo anterior y del aprovechamiento de la retórica de Phyllis Schlafly y Jerry Falwell, demagogos de la Derecha que capturan el Partido Republicano. Cree que sin el liderazgo débil de Carter, quien no optó por reelegirse, «en 1980, ante la falta de un candidato demócrata carismático, Reagan nunca habrÃa sido elegido».
Análisis como éstos, centrados en el estudio del conservadorismo, tienen en común una pintura dogmática e ideologizante que presupone que la inclusión polÃtica y participativa de los intelectuales es mala para «los fundamentos de un orden democrático». Vaisse data el comienzo de este antiintelectualismo tácito de los neoconservadores como una reacción al «Berkeley Free Speech Movement» que comenzara en 1964. Pinta este movimiento como una amenaza. Aún se remonta a la décade de 1930 para rememorar la batalla entre estudiantes («the smart, politically engaged Jewish kids») que batallaron en Nueva York, por haber sido excluÃdos de un sistema de cuotas de la Universidad de Columbia, batalla que describe como entre estalinistas y anti-estalinistas.
O más bien, desde 1965, editorialistas de «Public Interest», bajo el liderazgo de Irving Kristol, Norman Podhoretz, la «Coalition for a Democratic Majority» (CDM), en 1972, impugna una nueva clase de intelectuales, burócratas y estudiantes, que los neoconservadores declararon enemigos de las «instituciones y valores de America». Enemigos de los conservadores (Irving Kristol, Daniel Bell, Pat Moynihan, Nathan Glazer, etc.), demócratas de Scoop Jackson terminaron reclutados por el Presidennte Reagan (Richard Perle, Jeane Kirpatrick, Elliott Abrams, Pat Moynihan) y son los que empujaron la intervención en Iraq, porque, rigor, no hay ni hubo tal izquierda en los EE.UU., al menos, no los de la talla de los «progresistas» de la Nueva Izquierda que provino de Eugene Debs, Norman Thomas, Students for a Democratic Society (SDS), Democratic Socialist Organizing Committee (DSOC) fundado por Michael Harrington y Democratic Socialists of America (DSA),
casi todos descabezados por el MacCartismo o la marginación polÃtica, tras la Era Contracultural de los ’60s. La que izquierda que, si abundara en los EE.UU., es la gesticulatoria. Jarabe de lengua y pico. Aún asÃ, ellos bastan para que estos ‘comemierdas de la Derecha’ se caguen en sus calzones y echen miedo con ellos.
En fin, todos esos clichés, estereotipos y retórica frÃvola e intelectualoide que Vaisse, Kalman y otros manejan, es la fachada para no hablar analÃticamente de economÃa y seguir echando miedo con discursos de «MacCartismo» y Guerra FrÃa. En Norteamérica, la izquierda accede al poder y, a veces, cuando se habla sobre liberalismo, la referencia es a tenues fantasmas y más pose de academia, que de militancias comprometidas. La izquierda en los EE.UU. ha sido sistemáticamente asesinada como se asesinó a Martin Luther King, Malcolm X y otros, que se han podrido en las cárceles o en el desprecio injustamente.
Com el vehÃculo de propaganda del CDM, los lÃderes principales del neoconservadorismo reclutarÃa a lÃderes sindicales para que hagan causa común con los intelectuales afiliados a la derecha («major labor leaders uniting with right-leaning intellectuals to fight the left over Democratic party»), creándose asà lo que fue llamado el «Committee on the Present Danger, or CPD, a bi-partisan collection of intellectuals and policymakers». Reagan fue un miembro y 27 miembros del CPD, lucraron. «They got important positions in his administration». Daniel Patrick Moynihan, Bill Kristol y Robert Kagan, del «Weekly Standard», entre ellos. Norteamérica asà hace lineamientos, como los siguientes: el apoyo a Israel, el menosprecio al rol de las Naciones Unidas, promocionar derechos humanos y expansión de la libertad (¿en base a guerras y derrocamientos?) Reagan reclamará qie ganó la Guerra FrÃa y que sus polÃticas exteriores de lÃnea dura ganaron
su validez histórica.
No menor defensa que la hecha a Ronald Reagan, por Vaisse y Laura Kalman, profesora de historia de la Universidad de California, Santa Barbara, se la han entregado con pleitesÃa a George W. Bush, padre e hijo. Estos libros de historia dogmatizante y de elogioso encargo se parten en sus flaquezas evaluativas ante otros libros más serios como el de Rick Perlstein («Nixonland: The Rise of a President and the Fracturing of America») y el de Steven Hayward («The Age of Reagan: The Fall of the Old Liberal Order, 1964-1980»).
En estos recuentos, California es importante porque aquà se engorda el plantÃo de los neoconservadores: Reagan, Nixon, como otros portavoces del neoconservadorismo, nacieron y se formaron en nuestro Estado Dorado. En sus agendas, como presidentes, están los primeros pasos de desmantelamiento de los programas sociales liberales y en favor de minorÃas. En 1969, es Nixon, con la llamada «The Philadelphia Order», quien diera los primeros pasos para eliminar el sistema de cuotas de Acción Afirmativa y en condenar a los sindicatos de alguna combatividad, no vendidos a los patronos.
En California en 1978, con el caso «Regents of the University of California v. Bakke», se condena «el uso inflexible de cuotas» y la Corte Suprema dictamina (que): («that while race was a legitimate factor in school admissions, the use of such inflexible quotas as the medical school had set aside was not»). Para 1997, tras la Proposición 209, la prohibición de toda forma de Acción Afirmativa es aprobada. «The state shall not discriminate against, or grant preferential treatment to, any individual or group on the basis of race, sex, color, ethnicity, or national origin in the operation of public employment, public education, or public contracting».
Tomo el asunto de exclusión porque es el más caracterÃstico y controversial elemento en las agendas neoconservadores, asà como lo es la exclusión de la inmigración. Desde 1983, los grupos neoconservadores (por ejemplo, la «American Immigration Control Foundation» (AICF) han exportado a toda la nación la ideas de que «los inmigrantes son los sembradores de la semila de la lucha étnica en la nación». Grupos como «California Coalition for Immigration Reform», con base en Huntington Beach, y sus alegados 26,000 miembros, encanbezados por Barbara Coe, se placen en llamar a los inmigrantes mexicanos «salvajes» y patrocinar lo que llamara la «Proposición 187», infame leguslación, declarada finalmente anticonstitucional, que negaba servicios sociales y médicos a los inmigrantes indocumentados y a sus hijos.
El tinte demagógico y desmesurado de estas accione antimigratorias llegó al extremo de llamar «comunista» al Gobernador demócrata Gray Davis, motejándolo como «Gov. Gray ‘Red’ Davis». Grupos como el de Coe y «Voices of Citizens Together», VCT, han promovido campañas y marchas, presididas por prominentes neo-nazis. ¿Hay en todo ésto un progreso civilista en Norteamérica? Por supuesto que no.
Por sus especiales problemas, California es el gran laboratorio del conservadorismo y una «sociedad cerrada» y aún de sitio policÃaco, como fue Mississippi, en los dÃas del Verano de la Libertad. El Estado de Mississipi en el decenio del ’60 fue descrito por el historiador James Silver, en su criminalidad, con esta frase en un libro entones famoso:: «Black Mississippians were vilified, denied the most fundamental rights of American citizens, clubbed and shot, disfigured and murdered».
Aclarados estos puntos y dados estos expedientes, expondré sobre los dos candidatos que luchan por la gobernación de California, la difrencia entre ellos y las posibilidades de triunfo de alguno de ellos, en el momento en que el Gobernador actual, el republicano Arnold Schwarzenegger tiene la tasa de desaprobación en su quehacer como el más impopular de los gobernadores en la historia del Estado, según una encuesta de opinión de Field Research Corp. Para las elecciones próximas, de noviembre del 2010, tres cuartas partes del electorado aún no está seguro de por quién votará.
LOS CANDIDATOS: Los candidatos a la gobernación, Meg Whitman (republicana) y Jerry Brown (demócrata) son apoyados por el 80% de sus partidarios dentro de sus partidos. Brown, ex-gobernador entre 1975 y 1983, tiene un modesto apoyo de 46-41% entre los votantes no afiliados a ninguno de los partidos. Un nuevo informe de la encuesta Rasmussen Reports dice que la simpatÃa popular favorece a Brown en un 48% y a Whitman en un 45%. El 50% la desfavorece; sólo un 20% tiene una «opinión muy favorable de ella»; el 31%, una opinión «my desfavorable». Los californianos tienen una opinión de desaprobación a la Legislatura estatal en general, en una tasa del 78% de desaprobación. El Partido Republicano tiene una tasa de desaprobación del 71% y de franca aprobación general del 23%. En este contexto de indicadores es difÃcil saber que ocurrirá.
Este enojo es comprensible, dijo el Contralor Estatal de California, John Chiang, si consideramos que para el año fiscal del 2009-2010, California habÃa acumulado un défict de efectivo de $16.5 billones. Sin embargo, las encuestas Rasmussen, agencia conservadora aunque da a Brown, una ventaja en septiembre de este año 47%, «si las elecciones fuesen hoy», a Whitman, le asigna 46% de la intención de voto en la competencia gubernativa. El pueblo californiano es muy sugestionable y es mayoritariamente conservador. Su electorado anglosajón es miedoso y sugestionable. Se explica asà que el 55% favorezca una ley antimigratoria como la de Arizona, aplicada a California, ante un casi 40% que la repudia. El 76% de los votantes que repudian la Ley de Arizona apoyan a Brown; el 68% de los que la fa vorecen votarÃan por Whitman.
La mentalidad de Whitman es corporacionista y anti-migratoria. Rechaza las Ciudades-Santuarios para inmigrantes indocumentados. Se opone a una ley de inmigración. No quiere gravámenes para los empleadores, basados en excesivas leyes de compensación a trabajadores lastimados por accidentes de trabajo,en particular porque los empleos de mayor riesgo lo realizan migrantes. De hecho, quiere eliminar 40,000 posiciones de empleos estatales y crear una base de datos sobre los posibles empleados indocumentados. La multimillonaria Whitman, quien gastarÃa $119 millones de su propia cartera, en la campaña y quien no tiene experiencia en el servicio público, al parecer, viene con ánimo anti-migratorios y con una agenda corporativista para que la que necesita reformar leyes como el Acta de Calentamiento Global (o de emisiones tóxicas en la atmósfera), invalidando el AB32, y la ley de protección de territorios y costas, a fin de apoyar la perforación de
pozos petroleros o de minerales.
Jerry Brown, quien ha sido Secretario de Estado de California, Gobernador y Alcalde Oxnard, más recientemente, hizo a Oxnard una de las ciudades más verdes o ecológicamente orientadas de la nación. Con su Ley de Protección Costera, obtuvo para California la protección de rÃos y territorios selváticos en el Norte de California. En el estado ha sido uno de los primeros lÃderes en apoyar el uso de la energÃa solar y tecnologÃas alternativa
Cuando fue Gobernador, California redujo significativamente los impuesto y obtuvo el ‘surplus’ más grande en la historia del Estado. Estableció la primera ley de relaciones del trabajo agrÃcola del paÃs, apoyó el Movimiento Campesino de César Chávez y dio derechos a la sindicalización a maestros y empleados públicos. Su compromiso con la educación le viene de familia porque su padre (Pat Brown), cuando fue Gobernador, premió con ingreso y matrÃcula graris a todo estudiante de preparatoria que tuviese méritos para entrar al sistema de colegios comunitarios y de la Universidad Estatal de California. Apoya el Acta de los Sueños, recientente engabetada por la oposición republicana en el Senado Federal y apoya, asimismo, una reforma migratoria que permite legalizar a millones y acceder a la ciudadanÃa estadounidense.
Pero Jerry Brown tiene una formación humanÃstica. Estudió Literatura Clásica en Berkeley, antes de arribar a la Universidad de Yale, para hacerse abogado. El conoció lo que realmente siente y piensa la generación rebelde que los dogmáticos neoconservadores y neopatriotas han caricaturizado en casi 40 años de predicar anticomunismo y miedo, hablando de estatlinistas que nunca ha n existido en los EE.UU..
Meg Whitman es una versión californiana la gobernadora de Arizona y otra «niña rica, cyberpunk-lady, whizzkid caprichosa», cuyo contacto con la realidad siempre ha sido a través del eBay, y el planeamiento de estrategias para Walt Disney Co. y la la División Playskool de Hasbro. Su mundo de finanzas puede que le sirva para premiar a anglosajones e inversionistas; pero, la realidad de las finanzas públicas se rige por otras leyes, con gentes de diferentes niveles de necesidad y cultura.
California tiene la más grande y diversa población estudiantil de la nación y servirla es más complejo que cambiar sistemas de evaluación de A a F y poner a los estudiantes y padres en turno para que vayan a una Charter School. En eBay dudo que haya tenido el tiempo para empaparse en las verdaderas necesidades de más de 6.3 millones de estudiantes y máas de 308,000 maestros.
Da muy mala espina que la candidata Meg Whitman crea que sus $119 millones en campaña sirvan para comprar la Gobernación (¡es un derroche y malgasto de dinero!) en un Estado en bancarrota, máxime si consideramos lo que ya dicho y más lo que no ha dicho todavÃa. Pienso en $119 millones apostados a la mudez porque, si de veras pensara en crear una nueva polÃtica de educación que comience con reducir el número de alumnos por maestros («class size reduction») para serbir a los alumnos en mayor riesgo de desertar la escuela y mejorar el rendimiento académico, es imprescindible que diga cómo financiar estos proyectos, propuestos y abandonados, porque el déficit a que los republicanos han llevado al Estado son como un paso hacia adelante y dos hacia atrás.
Un hecho es cierto. Abunda la evidencia de que «sesiones de clase, con pocos alumnos, tienen un efecto postivo en los alumnados de bajos ingresos», quienes suelen ser de etnias minoritarias. El impacto positivo, con alumnos afroamericanos, ha sido un mejor rendimiento hasta del 40%. Clases pequeñas han sido factor para un futuro de mayores ingresos para millones de estudiantes, siempre y cuando se graduén dignamente de la preparatoria; pero, ahora mismo, de las propuestas concretas de Meg Whitman, ¿qué sabemos?
No hay nada escrito, nada en expediente, de una conservadora como ella, caÃda del cielo de la Empresa Privada por la fuerza del billete y con Ãnfulas de redentora de cada mal en California, asà como cayó desde Hollywood, Arnold el Exterminator y cómo se irá, después de tantas Ãnfulas ante Gray Davis. Se irá lleno de vergüeza, con peor Ãndice de aprobación del electorado y su fracaso en el manejo del presupuesto… ¡Tanta palabrerÃa y derroches de fondos, privados o públicos, para hacer de un Estado la vergüeza nacional del desastre económico y educativo! en medio de mucha xenofobia creciente.