– Maestro, ¿de dónde proceden las raÃces de tu sistema filosófico? Aunque asentado en el Tao, sigues normas de Confucio y practicas Budismo mientras tratas con respeto a los sufÃes y nos desconciertas con las extravagancias de algunos Mulás. ¿Se trata de sincretismo o es que todo te da igual porque has descubierto la nada y el absurdo que nos gobiernan?
El Maestro cogió un hermoso melocotón aterciopelado de color ambarino y con un aroma penetrante y se lo dio para que lo comiese, mientras que el Maestro hacÃa otro tanto. Al principio, el monje intentó comerlo con mesura pero era tan rico el jugo del melocotón que imitó al Maestro que se relamÃa con lo que desbordaba por la comisura de sus labios. El monje se acomodó y, juntos, dieron cuenta de otros que competÃan con las luces que entraban por la baranda en ese atardecer de otoño.
Cuando terminaron, el Maestro se puso en pié y preguntó al monje:
– ¿Te interesa ahora saber de dónde proceden esos melocotones?
El monje se postró sonriente y respondió:
– No Maestro, ya es bastante.