EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Es evidente que el “caso Camps”, tiene pendiente a la mayoría de los españoles de que lo a su desenlace final se refiere.
En los distintos medios de comunicación se pone en tela de juicio que es lo que dictaminaría la Sala del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) en lo que respecta a la condena o no de Camps, dado que la mayoría, así lo pone de manifiesto en esos medios, está compuesta por jueces de signo conservador. La verdad es que después de leer las declaraciones del presidente del TSJCV, Juan Luís de la Rúa, íntimo amigo de Camps, según dicen, en el sentido de criticar el que se vaya a juzgar al presidente de la Generalitat “por cuatro trajes” no nos da la garantía de que, a pesar de que se dice que Camps se verá ante un jurado popular, en este caso los intereses y los sentimientos personales quedarán al margen a la hora de decidir.
Mucha son las ocasiones en que miembros destacados del Partido Popular que han sido emplazados por la justicia se han encontrado con que todo aquello que les acusaba de haber cometido delitos, ha sido archivado o a prescrito cuando no ha sido resuelto con una sentencia absolutoria. Ahora nos encontramos ante un TSJCV cuyo presidente, De la Rúa, ha cumplido su segundo mandato y por tanto tiene que cesar, cosa que aún no se ha materializado y que a muchos nos lleva a la presunción de que se le mantendrá en el cargo hasta que se solucione lo de Camps. No se trata de una crítica a priori si no que ante lo “envenenado” del caso este presidente debería presentar su cese en aras de la transparencia y a evitar especulaciones de todo tipo.
El tema es muy serio y ha llegado, como al principio digo, a levantar una gran expectación, como es público y notorio. Se trata de un juicio en que el estamento judicial se juega mucho de su prestigio. Es de desear que tengan muy presente que millones de ojos les contemplan.