Aceptémoslo, el mundo capitalista en el que vivimos está montado de tal forma que una agencia de calificación de riesgos, como puede ser Moody’s, poco transparente y de reputación dudosa, es capaz de hacer tambalearse al sistema financiero internacional con un informe sobre un país o sobre una entidad financiera. Así de sencillo.
Y eso es lo que ha pasado hoy mismo. Los analistas de Moody’s han decidido, no digo yo que sin razón, que el bono de Portugal es un bono basura y se ha generado toda una caída de fichas de dominó que ha ido afectando a todos los agentes que participan en el juego del capital financiero.
España, que acumula el 42% de la deuda portuguesa en sus entidades financieras, ha sido la primera en caer con un incremento de su prima de riesgo de 22 puntos básicos, la mayor subida de los últimos tres meses, luego han caído las bolsas, y los especulados han comenzado a cambiar sus planes de vacaciones de verano, ya no se marchaban a un hotel de 4 estrellas del Caribe, ahora tocaba 5 estrellas y en Abu Dhabi.
Mientras tanto, los ciudadanos, tú y yo, asistimos atónitos a este ejercicio financiero que nunca llegaremos a comprender, pero en el que se juega con nuestro dinero, presente y futuro, y con el bienestar, tanto público como privado, de nuestros países. Porque el dinero extra que paga el Estado por colocar la deuda soberana es el dinero que se ha recortado de las pensiones o de los sueldos de los ciudadanos, por lo que no podemos ser ajenos a este abuso del que somos víctimas.
Por ello, deberíamos de clamar por una agencia de calificación pública, que garantice transparencia y falta de intereses creados, una agencia independiente, al estilo del Banco Central Europeo y que permita que no dependamos, nunca más, de las relaciones de determinados analistas con los especuladores financieros internacionales.
