Un buen día Rodrigo, que era un adicto a la información, estuvo demasiado ocupado con sus quehaceres cotidianos y decidió apartarse de las redes sociales, de la radio y televisión, de Internet y de los periódicos en papel. Solo habían pasado 24 horas de su «desintoxicación» informativa, pero en ese pequeño lapso de tiempo ocurrieron muchas cosas: terremotos, quiebras de bolsas, conflictos armados, etc. Cuando volvió a conectarse el mundo había cambiado. Á‰l comprendió al fin qué coño era esto de la era de la información y las nuevas tecnologías. Y concluyó que era irreversible el efecto. Sin duda alguna las neuronas tenían que ver mucho en todo esto y, si no habían mutado, estarían a punto de mutar para adaptarse a estos nuevos escenarios que seguirán cambiando. Pensó en la impagable labor de esas células a las que tanto tenía que agradecer.
Rodrigo, si bien es un personaje ficticio, podría ser cualquier persona de nuestro entorno o nosotros mismos. Lo cierto es que las mutaciones a nivel biológico siempre han determinado los procesos evolutivos. Según los científicos que estudian el cerebro, los humanos a penas utilizamos un pequeño porcentaje de las capacidades de nuestro cerebro. Incluso, los grandes genios de las matemáticas y de las ciencias, que lógicamente superan la media del común de los mortales, no llegan a utilizar al cien por ciento todas las capacidades del cerebro. Tal vez nuestras células neuronales necesitan mutar para conseguir ser más productivas y sacarle mayor partido a las capacidades del cerebro que no se aprovechan.
Genéticamente siempre nuestras células, nuestro ADN y los demás componentes celulares han mutado para poder evolucionar. A lo largo de este tiempo en el camino histórico (antropológico y arqueológico) del ser humano ha necesitado de la mutación celular para evolucionar. Y más aún con los nuevos cambios tecnológicos, los procesos de hiperinformación y en general todos los cambios que vemos a diario en nuestra sociedad, necesitaremos de alguna mutación para poder adaptarnos a los nuevos tiempos. No cabe duda de que necesitaremos de las mutaciones celulares a nivel neuronal (y de otros, posiblemente) para que nuestro cerebro funcione correctamente ante el panorama futuro de una sociedad hiperinformada. Lo podemos ver, inclusive, en el día a día, en las nuevas generaciones de niños y jóvenes que han perdido el poder de concentrarse en una sola cosa; en su hiperactividad evidente; en que no pueden concebir la idea de estar «desconectados» más de un día.
Estos procesos celulares no son inmediatos, se dan casi imperceptiblemente. Sin embargo, ahora que la ciencia puede manipular genéticamente las células de cualquier ser vivo, quizá intervenga de manera no-natural en este proceso. He ahí el peligro (como ya se ha hablado anteriormente de la clonación humana) de que cause daños mediante esta intervención no-natural.
Es posible que esta generación, es decir, nosotros, no veamos estos cambios o mutaciones celulares. O sí. Lo único que si va a llevarse a cabo es que nuestras células en el futuro mutarán, como ya lo han venido haciendo a lo largo del tiempo, mientras evolucionamos. A saber el grado de daños o beneficios traerá todo esto al ser humano. El tiempo lo dirá.