Mute. Raymond Luczak. A Midsummer Night’s Press.
(Mudo).
«A deaf man is always a foreign country.
He remains forever a language to learn».
INTRUCSTIONS TO HEARING PERSONS DESIRING A DEAF MAN.
«Un hombre sordo siempre es un país extranjero.
será siempre un idioma por aprender».
INSTRUCCIONES PARA LOS QUE PUDIENDO OÁR DESEAN A UN HOMBRE SORDO.
«Deaths’s a cruel interpreter:
Nothing traslates for later».
LATER.
“La Muerte es un intérprete cruel:
‘Después’ lo traduce por ‘nada’.
DESPUÁ‰S.
“[…] Then at night we’d feel,
with our hairy legs crossed, a wind blowing
past goose pimples while we’d chat idly as a break
between spurts of lovemaking”.
IN JUNE.
“Entonces, a la noche, sentiremos,
con nuestras peludas piernas cruzadas, un viento que sopla
antiguas pieles de gallina mientras charlamos perezosamente como un descanso
entre chorros de hacerse el amor”.
En JUNIO.
Colección de poemas de un autor sordo (perdió la mayor parte de su audición siendo muy niño) que sorprenderá por la fuerza de sus imágenes, su ritmo y su capacidad para lo emotivo y lo intenso.
Mute es un libro singular. Su singularidad crece a cada paso, a cada verso. Su autor lo personaliza desde el primer minuto. Hay motivos obvios que convierten a este poemario en algo especial: Raymond Luczak es, para empezar, sordo, pues perdió la mayor parte de su audición con tan sólo siete meses. Por eso el ritmo, en su caso, es algo excepcional, un prodigio, casi un milagro. Esa circunstancia física determina el contenido de muchos de los poemas (de la experiencia), sus personajes, las relaciones entre los que tienen el sentido desarrollado y los que no. Esta realidad es el sol en gran parte de la obra, digamos heliocéntrica. Pero también cede protagonismo y peso frente a otras características del autor como su homosexualidad, que se podría afirmar da forma a muchas de esas relaciones con el entorno: los lugares de encuentro entre hombres, ciertos códigos de vestuario como el cuero, o ciertos ambientes y músicas:
«[…] So many beautiful men shimmered, shirtless
under that mirror ball, while Donna Summer sang».
ALGAE.
«[…] Tantos hombres bellos y resplandecientes, descamisados
bajo esa bola de espejo, mientras Donna Summer cantaba».
ALGAS.
Esa relación con la sordera es a veces tierna, pero a veces terrible, y convierte los poemas en advertencias, en acercamientos, en quejas por cuanto los que podemos oír no comprendemos la esencia de esa «otra vida» y nos aproximamos a ella, en general, con cierto interés que pasa de puntillas, rápida y fugazmente. Pero aprender el lenguaje de las manos no es sino aprender un nuevo idioma, el idioma con el que se comunican los sordos. Si se quiere llegar a ellos de una forma profunda las manos tendrán que aprender a «bailar» las palabras, haciendo puentes, puentes firmes, no meras lianas que caen con un soplo de viento.
Si el autor ha aprendido el idioma de la poesía, con toda la fuerza de sus metáforas, con toda la pureza de su honestidad desnuda, ofrecida como la inocencia; si el autor ha sido capaz de versificar su verdad y su Historia, ¿no es lo mínimo que espere que quien lo ame aprenda a conocer sus «palabras táctiles», la suavidad o la fuerza de unos dedos que deben ser comprendidos?
Pero, lo más curioso es que, por bello e interesante que resulte que nos acerque a un mundo en el que no solemos pensar, de forma directa sin que el lenguaje poético afecte a su claridad, cuando consigue elevarse por encima de todas sus circunstancias y abstraer la experiencia humana se eleva al cielo hasta casi tocarlo y lleva al lector con él. Todo el poema «Homily» («Homilía») es de una belleza sobrecogedora:
«[…] My fingers tremble against your chest.
Your sights are a hymn in rhyme».
«»[…] Mis dedos tiemblan contra tu pecho.
Tus suspiros son un himno rimado».
«[…] Our wine of sweat and saliva is not red,
a miracle of holy clarity».
«[…] Nuestro vino de sudor y saliva no es rojo,
un milagro de sagrada claridad».
El poema consigue unir la espiritualidad de la alegoría con la materialidad de la carne, los cuerpos que se han entregado el uno al otro para unir algo más que la mera fisicidad. Hay algo adicional, un más allá, «further revelations», «más revelaciones».
El poeta no niega nunca la relación física, la entrega de los cuerpos, la compenetración tanto a un nivel sexual como emocional. Posiblemente porque Raymond Luczak haya tenido que vencer sus propias barreras -y parece que no han sido pocas- y no acepta doblegarse ante ninguna otra como la mentira, el ocultarse o el evitar los temas delicados, complicados o mal vistos por la sociedad que se deja llevar fácilmente por los miedos y las limitaciones impuestas de forma más o menos natural por la convivencia y la supervivencia que no cuestiona nada para simplificarse la vida. De ahí también que el autor tampoco evite la muerte ni el SIDA como por ejemplo en el poema «BUDDIES» («MACHOS») «for my Deaf client with AIDS, d. 1990» («para mi cliente Sordo con SIDA, muerto en 1990»); o «YOU DIED TODAY» («HAS MUERTO HOY»).
En definitiva un libro que aporta todo un mundo al que podemos asomarnos gracias a esta ventana poética que un hombre excepcional ha abierto con la fuerza de sus manos y su corazón abierto completamente a los lectores. El verso resuena, con ecos poderosos, más allá de nuestros oídos.