La tarde posee una belleza inconmensurable,
Como inconmensurable es el volumen de mis pensamientos en esta bella tarde.
Vivimos en una sociedad completamente hipócrita y demagógica, en la que cientos de personas se manifiestan delante de una plaza de toros, pero nadie se desnuda a las puertas de un matadero de pollos; Los cuales, bien a gusto, nos lo comemos en cualquier Mc Donald’s.
He de reconocer que me gusta el sentimiento que me produce observar como un torero se planta delante un toro. Me recuerda esa frase de Picasso a DalÃ: “La diferencia entre los pintores franceses y nosotros es que ellos son más inteligentes, ya que nosotros poseemos una irremediable atracción a describir el fenómeno de la muerteâ€.
Por otra parte, aborrezco los totalitarismos, ya que me resultan increÃblemente limitados. En este caso, tanto la postura de que el arte taurino debe permanecer inmutable, “Ya que es una tradiciónâ€; Como la de que se debe prohibir, me parecen extremadamente ridÃculas.
Resulta que en España, somos un poquito cerrados de mollera. El que es socialista, automáticamente no puede adoptar ninguna idea comunista, al igual que el anarquista no puede adoptar ninguna idea troskista. El que es moderno no puede, en ningún caso, poseer ideas clásicas. O el que es rockero no puede escuchar música electrónica.
Estas diferencias ya las exponÃa George Orwell en su libro “Homenaje a Cataluñaâ€, y parece que todavÃa siguen presentes a dÃa de hoy. Da igual el concepto en sà mismo, lo importante es adoptar una postura diametralmente opuesta a la del otro.
Al analizar esto, me da por pensar que los españoles, independientemente de su comunidad autónoma, somos muy parecidos. Nos gusta la confrontación. Parece que lo que de verdad nos importa es provocar un conflicto, aunque éste implique una vehemencia exagerada. Nos tomamos tan en serio nuestro papel que incluso llegamos a creérnoslo. Lamentable.
Además tengamos en cuenta otro factor muy interesante en las sociedades del mundo desarrollado: Nos produce pavor reconocer aspectos de nuestra naturaleza. Una naturaleza que es, en sà misma, contradictoria.
Solo tenemos que encender la televisión para ver cómo actores multimillonarios se gastan una fortuna en la pedicura y después viajan a Ãfrica para hacerse una foto con los niños que se están muriendo de hambre. Mientras lo vemos, nos compadecemos pensando: “Qué cabronesâ€; En esos momentos nos decantamos por nuestro lado sensible, el que lo tenga, y comenzamos a recitar una completa exposición acerca de la solidaridad para con los demás seres vivos, al terminar, damos otro bocado al entrecot sangrante que se deshace en nuestro paladar; Después salimos a la calle y comenzamos a criticar a todo aquel que se cruza en nuestro camino, disfrutando con ello.
Y es que, esa naturaleza contradictoria, dualidad construcción- destrucción es, sin duda, inevitable para poder sobrevivir en este mundo, y a su vez poder cuidar de él.
Si a esa “doble naturaleza†le añadimos nuestra capacidad de raciocinio, nos daremos cuenta de la complejidad de la mente humana, que se debate constantemente entre paradojas constantes, las cuales provocan, cada vez más, que nuestra estabilidad emocional sufra las consecuencias.
Pongamos el caso de la liberación de la mujer como ejemplo de  todo esto.
¡Qué maravilloso aquel momento! Personas como Mary Wollstonecraft declaraban los derechos de la mujer como igual al hombre, con la capacidad de decidir sobre su vida y no ser un mero objeto sexual como la sociedad machista imperante proclamaba por aquel entonces.
ParecÃa que la voz de la mujer comenzaba a despertar, que su preocupación principal ya no serÃa nunca más la de satisfacer al hombre, y que en cambio se ocuparÃa de desarrollarse como persona.
Bien, por una parte asà fue. La mujer decidió formarse para conseguir un buen trabajo y ser independiente del hombre. Decidió elegir libremente a la persona que querÃa como pareja y a expresar su sensualidad y su sexualidad como le daba la real gana.
El momento detonante, como ya he citado en otros artÃculos fue la aparición de la generación Beat en Estados Unidos, que más tarde se derivarÃa en el movimiento hippie.
La mujer se asentó en la sociedad como un miembro productivo más del sistema económico, ganando poco a poco el papel que, indiscutiblemente le correspondÃa. Para mÃ, ese fue el momento cumbre y más maravilloso en lo que al tema se refiere. La elegancia, la sensualidad de la mujer, su fuerza, eran puro esplendor. Mujeres como SofÃa Loren o Ava Gardner asà lo demuestran.
El siguiente momento de la historia que me llama la atención son los años 80, principalmente en Europa, con el movimiento Punk y sus derivaciones; Ya que esa igualdad que tanto tiempo se habÃa buscado se hizo tan patente que incluso los jóvenes, tanto hombres como mujeres, vestÃan de un modo muy parecido.
Fue un momento grandioso de la historia de la humanidad.
Por otra parte, también desde Estados Unidos, y como consecuencia al movimiento hippie, surgÃa un modo de pensar completamente diferente: la exaltación de la sexualidad femenina, con figuras como Marylin Monroe o más tarde Madonna. Obviamente, esta libre expresión de sensualidad fue una consecuencia de la opresión sometida por los temerosos, ansiosos y podridos hombres que se creÃan con el derecho de poseer a su mujer como si fuera un objeto.
Pero en esos momentos se ponÃa de manifiesto, más que nunca, esa naturaleza contradictoria de la que hablo.
¿Por qué?
Por un lado, la mujer fue libre por fin. Libre para expresarse. Libre para pensar, para decidir por sà misma. Pero seguÃa sin darse cuenta de dos factores fundamentales que todavÃa permanecen en el inconsciente:
- 1.   La educación.
A pesar de que la mujer ya era libre para tomar sus propias decisiones, lo inculcado en el seno de la familia seguÃa muy presente en las mismas.
Nadie podrá negar que incluso hoy en dÃa todavÃa están presentes esos consejos de la madre con respecto a cómo debe comportarse ante un hombre y cómo hacer para mantenerlo a su lado.
- 2.   El instinto
En este caso tanto hombre como mujeres competimos los unos con los otros por ser el individuo mejor dotado a la hora de ser seleccionado como pareja. Y, por consiguiente, esos instintos inconscientes se manifiestan inevitablemente en cada uno de nuestros actos.
Aunque parezca que decidimos de una manera libre, todas esas influencias conforman nuestro comportamiento. La única manera de no estar subyugados a ellas es ser conscientes de ello.
Sin ir más lejos, hoy leÃa en ese famoso libro de caras al que hemos acabado siendo dependientes, una frase con referencia a la independencia de la mujer. Cito textualmente: “No seas esa mujer que necesita de un hombre, se la mujer que todo hombre necesitaâ€. Al parecer, la persona que escribió la frase no se dio cuenta que si centras tus esfuerzos en ser la mujer que todo hombre necesita estás irremediablemente supeditada a condenar tus decisiones personales en pro de ser “el ideal†de todo hombre.
Aunque este tipo de instintos sean intrÃnsecos a nuestra naturaleza, afortunadamente tenemos la fortuna de poseer una mente racional para saber cómo utilizarlos, como ya lo adelantaba el señor Freud muchos años atrás.
En esta segunda parte del artÃculo me he centrado en la mujer debido a que, como he dicho en innumerables ocasiones, soy amante de la libertad individual, pero la verdadera. En la que uno es consciente de sà mismo. Al encontrarme, en el año 2013 con frases como la citada anteriormente, parece que esto no es todavÃa factible y que algunas mujeres todavÃa siguen supeditadas a lo que el hombre puede pensar de ellas.
Para concluir, me gustarÃa comentar brevemente el último experimento realizado en mi propia persona:
Durante un periodo de 24 meses me decidà a controlar los instintos sexuales imperantes en cualquier hombre, cuál fue mi sorpresa al descubrir que:
- Al cabo de 6 meses comencé a percibir a cualquier individuo, independientemente del género, de una manera realmente interesante.
En el caso de las mujeres, comprobé como la forma en que me relacionaba con ellas pasaba de un inconsciente deseo de seducción a interesarme más por su evolución personal e inquietudes. Paradójicamente, ellas se mostraban más dispuestas a seducirme que anteriormente.
En el caso de los hombres, comprobé como ese instinto inconsciente de competición desaparecÃa en mi persona. Como consecuencia comencé a interesarme más por las caracterÃsticas personales de ese individuo y lo que pudiera aprender de él, generando, a su vez, un ambiente de mucha más armonÃa en cualquier conversación con los mismos. Bien es cierto que algunos de mis compañeros de género se mostraban un tanto aturdidos con mi comportamiento, pero sin llegar a manifestarse ningún tipo de inconveniente en cualquier caso.
2. Al decidir cómo y cuándo querÃa tener encuentros sexuales con mujeres, mi mente poco a poco se iba vaciando de pensamientos relacionados con el sexo. Denotando una sensación de paz y libertad jamás experimentada.
Obviamente el deseo sexual no ha desaparecido en ningún momento al intentar controlarlo, simplemente ha ido pasando a un segundo plano en la lÃnea de mis pensamientos. Ningún hombre podrá negar lo predominante del deseo sexual en su lÃnea de pensamientos diaria, llegando a condicionar cualquier relación que pueda surgir con una mujer.
Con esto no quiero presionar a nadie a que realice el mismo experimento, simplemente intento demostrar lo que sucede cuando somos conscientes de nosotros mismos.
Que cada cual sea libre de decidir lo que mejor le parezca.
PAZ