A mí todavía no me han visitado los fantasmas de las Navidades pasadas.
Yo sigo siendo un guarro que sigue sin conocer el significado de estas fechas santas con sus sacros, así como con sus paganos ritos: la cena navideña, la pirotecnia, el licor, los abrazos y los regalos bajo el árbol…
¡Para qué tantas molestias… si mañana de seguro despertaremos nuevamente odiándonos!
Será porque los pinches Reyes Magos nunca me trajeron lo que yo quería, que me incomodan sobremanera las fiestas decembrinas: las pastorelas, las misas, las sonrisas, los postres con cereza; será porque le tengo más miedo a dios que al diablo que esta temporada, lejos de traerme paz y alegría, lejos de saberme a ponche y pavo, me causa angustia, me sabe a mierda.
Feliz Navidad desde las entrañas de un arcano malo, desde esta balsa dura y fría que es mi cama les desea un ciudadano cuyo pecado es no creer que Cristo quiera que se festeje su nacimiento de esta manera; pidiéndoles, por último, que si rompen piñatas, lo hagan lejos de mi cueva o se atengan a la balacera.