La prensa tradicional cada vez destina menos recursos al periodismo de investigación. Este género es imprescindible para el conocimiento profundo del mundo que nos rodea. Las donaciones permiten sobrevivir a iniciativas como ProPública,dedicada al periodismo profesional sin ánimo de lucro. Esta plataforma nacida en 2008 centra su actividad en el reportaje de investigación.
“No buscamos ser una web grande con muchos visitantes únicos muy deprisa, sino denunciar los abusos del poder y los fallos en la defensa del interés público de forma que la gente pueda actuar y se tomen medidas contra determinadas situaciones”, declaraba Paul Steiger, director y presidente de ProPública, en una entrevista concedida a El País el pasado19 de diciembre. Esta es la máxima expresión de la labor social que debe realizar el periodismo. En un panorama mediático que tiende a concentrarse cada vez en menos manos, resisten medios que aún recuerdan la esencia del periodismo: servir al ciudadano. Es posible crear plataformas periodísticas rentables y que revelen los desmanes y abusos que se cometen contra la sociedad civil.
El periodismo de investigación es caro. Por eso casi ha desaparecido de los medios que sólo persiguen el beneficio económico. Pero a la audiencia le interesa y está dispuesta a pagar por ello, al menos en Estados Unidos. ProPública se financia con donaciones. En 2010 lograron recaudar 3 millones de dólares y se espera que la cifra ascienda a 5 millones en 2012. Sin embargo, lo que ha permitido despegar al medio dirigido por Paul Steiger fue la donación inicial de 10 millones de dólares por parte de Herbert Sandler, y su esposa Marion. Se trata de ciudadanos con recursos y preocupados por la calidad de los derechos sociales. El propio Sandler colaboró en la fundación del Center for Responsible Lending, una asociación sin ánimo de lucro que lucha contra los préstamos hipotecarios abusivos y ofrece a los estadounidenses información sobre sus opciones a la hora de pedir un préstamo.
No todos los proyectos periodísticos sin ánimo de lucro nacen con 10 millones de dólares bajo el brazo. Javier Bauluz, ganador del premio Pullitzer –uno de los galardones para periodistas más prestigiosos- en 1995 por su trabajo fotoperiodístico en Ruanda, fundó en 2010 Periodismo Humano. Su filosofía de trabajo aparece reflejada en su web: “Queremos recuperar la función social del periodismo y el concepto de servicio público al ciudadano y no al servicio de intereses económicos y políticos particulares. La información no es una simple mercancía o negocio, sino un bien público y un derecho.” Los problemas del medio para subsistir son considerables, conseguir donantes es un continuo reto.
Más allá del esfuerzo y la inversión necesaria para realizar un reportaje de investigación se sitúa la audiencia. El público quiere saber, le interesa el periodismo de investigación. Lo considera necesario. Es un medio para cambiar el mundo y lo ha demostrado a lo largo de la historia. El ejemplo más emblemático quizás sea el caso Watergate. Las investigaciones de los periodistas Woodward y Bernstein obligaron al ex presidente de Estados Unidos de Norteamérica Richard Nixon a dimitir en 1974. En aquella ocasión fue fundamental la aportación de una fuente anónima que revelaba a los periodistas datos clave para orientar sus esfuerzos.
Toda investigación depende de las fuentes, pero no se debe confundir la difusión de información clasificada con periodismo de investigación. La diferencia entre Wikileaks y ProPública es notable, aunque sus labores están relacionadas. Los miles de documentos filtrados por Wikileaks son de enorme interés social. Sin embargo, es necesario aplicar a estas informaciones un filtro periodístico para que llegue al público en condiciones de ser consumida. “Encontramos información que otra gente no tiene, separamos la paja de lo realmente importante y construimos una narrativa alrededor de los datos, dándoles forma, conectando informaciones”, argumenta Paul Steiger en su definición de la labor del periodismo de investigación.
El periodismo de investigación es imprescindible y no puede desaparecer. Políticos corruptos, empresarios sin escrúpulos y criminales medioambientales, gozan de relativa impunidad. La laxitud de las leyes y sus conexiones con los centros políticos y financieros garantizan el secreto de sus actos. No merecen otra alegría.
Javier Fernández Díaz
Periodista