Para unos el pasado era la persecución de sus hijos reclutados a la fuerza para que prestaran el servicio militar; desabastecimiento, grandes filas por conseguir productos de primera necesidad, confiscaciones, expropiaciones.
Para otros volver al pasado revolucionario era conseguir un trabajo estable con ingresos estables; salud y educación gratuita; seguridad social para todos.
Nadie se cuestionaba sobre la pérdida o no de las libertades civiles; al derecho de manifestación; al derecho a información veraz; al derecho a organizarse en la forma más conveniente a tus intereses; al derecho a la libre circulación; al derecho de pedir cuentas al gobernante y decirle en su cara lo que pensabas.
Nadie se cuestionaba eso, por que se consideraba derecho adquirido desde el año 1990 con ascenso al Gobierno de Doña Violeta Barrios vda de Chamorro.
Se pensó que la persecusión contra los cooperantes iba a ser cosa del pasado; que la solidaridad con Nicaragua iba destacar en un marco de respeto y ayuda mutua.
Se pensó en algún momento que el retorno de un FSLN que invocaba desde el mismo púlpito «Paz y Reconciliación» se había redimido ante sus bases y ante su pueblo que le había dado nuevamente su voto; una segunda oportunidad de oro para hacer bien las cosas.
Pero no fue así; la corrupción no sólo no se erradicó, si no más bien se enraizó y se extendió a otras esferas que hasta el momento se mantenían a la espera de un cambio: las masas populares. Lanzaron a pelear a unos contra otros. Gente del pueblo.
Frente a la denuncia valiente de periodistas, de escritores, de poetas, de gente común del pueblo se impuso la prepotencia y la censura gubernamental. El odiado bozal como copia calcada del somocismo más visceral.
Frente a la valiente denuncia de las organizaciones de mujeres atropelladas en sus derechos más esenciales como es el derecho a su vida y al aborto terapéutico: se impuso la persecución y el acoso.
Una ecuación simple y conocida: el que no está conmigo está contra mí.
Comenzaron las purgas dentro de las filas del sandinismo; todo intento de pensar diferente a la voz oficial de la familia gobernante fue acallada.
Los llamaron reaccionarios pro-imperialistas; traidores vende patrias simplemente por ejercer un derecho a opinar diferente; a disentir de los métodos caudillezcos, impositivos y anti-democráticos.
Secuestraron los símbolos revolucionarios como si fueran propiedad particular.
Violaron los derechos de propiedad intelectual de Carlos Mejía Godoy; autor de muchas canciones testimoniales como «La Consigna».
El Pacto «Ortega-Alemán» sacó del juego político a dos partidos de tercera vía: El Movimiento de Renovación Sandinista (M.R.S) y al Partido Conservador (P.C.)
Y vinieron las protestas; la valiente Comandante Guerrillera Dora María Tellez con su huelga de hambre removió conciencias; no sólo dentro de las filas del sandinismo sino en las más amplias esferas de la sociedad.
Y le escupieron a la cara; y le tiraron lodo los pseudo dirigentes de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en León (U.N.A.N. León); pobrecitos, ignorantes y jóvenes mal educados que no saben que la integridad y la trayectoria revolucionaria de Dora María no se puede elodar por que oro es.
Y vinieron las marchas de protesta; y se asustaron. Mandaron a sus esquiroles a reprimir con palos, machetes y piedras.
Han querido secuestrar las calles; como Somoza, pero las calles son de todos; las calles son del pueblo.
Ha comenzado la persecución contra todas las organizaciones civiles que se le oponen. Están utilizando todo su aparato represivo de poder: la Policía, la Fiscalía, la Procuraduría, el Ejército.
¿Volverá el pasado?
Ha llegado nuevamente a Nicaragua: LA HORA CERO.
La hora de defender las conquistas de la Revolución consignadas en los Principios fundamentales de la nación nicaragÁ¼ense de la Carta Magna de 1987 y sus reformas: La Libertad; La Justicia, El respeto a la dignidad humana; El pluralismo político, social y étnico; El reconocimiento a las distintas formas de propiedad; La libre cooperación internacional y el respeto a la libre autodeterminación.
No podemos callar por que nos hemos ganado el derecho a hablar.
Fernando Saavedra A.