Una de las cosas que más me pregunto en estos momentos es ¿cualquier creyente, incluida la Santa Iglesia Católica, puede apoyar las actuaciones del Gobierno?
Sí reflexionamos sobre las enseñanzas de Jesús, no sería posible.
Voy a poner un ejemplo, de una de las ramas más atacadas por el Gobierno en estos momentos. Un funcionario, profesor suplente durante varios años. En su vida normal, casado, una familia de varios hijos, con las normales necesidades de gastos que suelen crear, educación, clases extraescolares, vestimenta y un largo etc.
De pronto pierde el empleo y como nos han anunciado, a los 6 meses le reducen las prestaciones por desempleo. ¿Pueden comprender los hijos que de pronto deban perder todas sus aficiones? Y sus padres ¿cómo se sienten al no poder pagarlas?
El ambiente familiar empieza a deteriorarse. Pero hay más. El Ministerio de Trabajo pone en marcha un plan contra el fraude laboral, para entendernos: dar clases particulares, realizar chapuzas y otras menudencias podrían ser castigadas con fuertes multas.
El Gobierno acaba de condenar a esa familia al hambre, a la más lúgubre pobreza.
No creo que ningún creyente pueda apoyar semejante barbaridad, mientras escucha decir en el Parlamento: ¡Que se jodan!