Vida de pobre, de esperanza se sostiene, doblando el lomo, pa´ que otro doble los bienes. (“Garzas Viajeras”). José Larralde.
Recolectar algodón en Formosa
- A principios de los años de 1980 fui designado maestro suplente en escuelas rurales de la Provincia de Formosa (Argentina) y en esas geografías agrestes pero con gente tan trabajadora y amigable conocí el cultivo y cosecha del algodón.
- ¿Cómo no admirar la belleza blanca de los algodonales en los campos?
Según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria-INTA-el algodón es fruto de “una planta de porte mediano, pubescente, follaje abierto, hojas medianas y lobuladas, cápsulas de cuatro a cinco lóculos, medianas y de muy buena apertura, entrenudos medianos a cortos. Buena adaptación a diferentes ambientes. Es una variedad medianamente precoz con buena capacidad de rebrote”.
Así pues, el algodón es una fibra vegetal que la naturaleza nos ha dotado como materia prima para la fabricación de tejidos y prendas de vestir. Ahora, por intermediación de la economía de la escasez se la ha convertido en mercancía y como tal entra al mercado alcanzando gran importancia económica.
Recolectar algodón en Formosa… con niños
En esas campiñas formoseñas enfrenté el escenario de ver a niños doblando el lomo para recolectar algodón y con desazón notar sus pupitres escolares vacíos, como si enseñaran sus ausencias con aviso ¡Esperando que termine el periodo de cosecha para asistir a clases, postergando el inicio del ciclo escolar ya proclamado oficialmente!
Las conversaciones con los padres-pequeños productores-de los alumnos develaron otra atrocidad económica, cual es la expoliación sufrida con la venta de sus productos a los acopiadores. La ausencia de la enseñanza básica de la ciencia económica en esos hombres y mujeres, laboriosos y fecundos, se expresaba en la resolución de la transacción de sus bienes ante el comprador en una ecuación matemática con toda desigualdad.
¿Cómo remediar esa relación mercantil discordante? Hablamos de cientos, miles de pequeños productores individuales ante escasos compradores en una relación comercial asimétrica absoluta.
De tal modo pues, esa relación injusta, políticas públicas desfavorables y débiles hábitos organizativos conspiraron contra la cultura productiva y el éxodo de las chacras no se hizo esperar para engrosar las periferias de los pueblos y ciudades de toda la Argentina. El latifundio se enseñoreó de tal suerte.
Pasajes de la historia de TECNICOOP refieren que “dónde murió una cooperativa agraria murió un pueblo”….”Si renacen las cooperativas renacerán la producción y los pueblos”.
Históricamente el cooperativismo, en especial su educación, ha conocido tres actitudes diferentes de los gobiernos: De ataque, de indiferencia y de promoción. Cada una de ellas evidencia el carácter ideológico del Estado.
Hemos recorrido recientemente pueblos del interior de Formosa y en diálogo con productores, aborígenes, y alumnos secundarios nos han expresado sus anhelos de conocer los nobles saberes de la cooperación para superar la marginación y la desesperanza.
Sería bueno entonces tomar nota de la afirmación que realiza la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura-FAO-, cuando señala que “Las cooperativas agrícolas son clave para reducir el hambre y la pobreza”.
“Los pequeños campesinos obtienen grandes beneficios de las cooperativas agrícolas, incluyendo la capacidad de negociación y el compartir recursos, que ayudan a millones de ellos a alcanzar la seguridad alimentaria y reducir su pobreza”, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos.
Qué duda cabe, los niños deben estar en las escuelas, disfrutando de sus aprendizajes, de sus experiencias y de sus divertimientos en un proceso de formación humana. Llenemos pues las aulas de cooperación.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!