Frente a la disfunción política
Los ciudadanos en España consideran a los políticos más un problema que una solución. Por eso buscan soluciones fuera de la política convencional y se implican en acción social, también es una forma de hacer política. Las más de cien protestas diarias en 2012 son prueba del malestar ciudadano. Sólo en un año, el número de manifestaciones en la capital se ha duplicado.
Cuando los políticos se desvinculan de la voluntad de los ciudadanos, el Gobierno deja de ser un recurso del pueblo. “Hemos dejado que los partidos se apropien en exclusividad de la política, pero cuando hemos visto que la estaban desgraciando, hemos empezado a reclamar el sitio que nos corresponde”, sostiene en periodista Javier Gallego. “Políticos somos todos. La política tenemos que hacerla entre todos. Y los que no se sumen, tendrán menos voz y menos voto.”
La sociedad cambia así sus maneras de participar. La recogida de firmas es la fórmula de expresión y reivindicación más frecuente: cerca del 30% de los ciudadanos ha apoyado una petición en el último año. La pertenencia a organizaciones de apoyo social y derechos humanos es también un medio de presión y búsqueda de soluciones. A pesar de la crisis económica, las ONG aseguran que ha aumentado el número de socios y más aún el de voluntarios, lo que evidencia la implicación ciudadana para resolver problemas sociales. Este tipo de compromiso tan necesario pretende aliviar situaciones de injusticia y, al mismo tiempo, va unido a la lucha por los derechos sociales.
Las conquistas sociales precisan pasos firmes. La presión de la sociedad civil también ha dado frutos. Es el caso de la paralización de desalojos forzosos con ayuda de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca). El mismo día que Mari Carmen y sus cuatro nietos iban a ser desahuciados, miles de personas se instalaron en frente de su casa para impedirlo. Así se logró que el banco BBVA aplazara el desahucio y aceptara negociar un alquiler social.
Unirse y organizarse es clave para cambiar políticas y leyes injustas. “No vale con salir a la calle, que también, sino que debemos hacer un verdadero esfuerzo para cambiar las cosas, empezando por terminar con este bipartidismo que nos empequeñece”, dice Alejandro Represa desde Economistas Sin Fronteras. Hace hincapié en no ceder a la tentación de que algún otro partido político trate de liderar el proceso, aunque sí aceptar que se una el que quiera. De tal manera el descontento social se ha sobrepuesto a líderes e ideologías encasilladas. La pelea por una educación de calidad y universal o una sanidad pública y gratuita no entiende de partidismos ni doctrinas.
Los ciudadanos están en el bando de la justicia y la solidaridad. Cada día, con cada protesta, dan una lección a los políticos. Porque hacer ciudadanía no es obedecer, es levantarse y alzar la voz ante los abusos. Democracia no sólo es votar cada cuatro años, si mientras tanto el gobierno escucha su propio eco, es incapaz de renovarse y antepone sus intereses al bien común. Henry David Thoreau declaraba: “¿No es posible dar un paso más hacia el reconocimiento y organización de los derechos del hombre? Jamás habrá un Estado social realmente libre mientras éste no llegue a reconocer al individuo como una potencia superior e independiente, de lo que se derivan su propio poder y autoridad, y lo trate de acuerdo a eso.”
La solidaridad empieza por unos ciudadanos involucrados. La transformación social viene de la mano. La sociedad civil ha decidido movilizarse en los medios de comunicación, en asambleas, en las redes sociales, en las calles. Hace críticas constructivas y propuestas que deberían ser el foco de atención de los políticos comprometidos con su función. La política no es una actividad exclusiva. Exijamos un gobierno que merezca nuestro respeto.