POR JOSÁ‰ CARLOS GARCÁA FAJARDO.
“La verdad no pertenece sólo a los vencedores” (Kavafis).
Meriem y Lydia son dos adolescentes de diecisiete años que comparten una inmensa curiosidad por comprender lo que ocurre en el mundo. Una ha crecido en París en una familia laica de origen marroquí, la otra ha nacido en Bolonia de una familia cristiana. Ambas han establecido un intercambio de correos electrónicos en los que mantienen apasionantes discusiones sobre qué significa ser musulmán, qué piensa una chica musulmana sobre el terrorismo islamista, qué es la xenofobia, la inmigración islámica, qué significa para un joven la palabra “laicidad” o qué implica la prohibición de los símbolos religiosos en los colegios.
A este intercambio se unen después María, una joven de Barcelona conmocionada por los atentados terroristas, y Fátima, la prima de Meriem, una joven marroquí, culta e inteligente, que ha optado por el integrismo islámico. Con esta trama, el gran escritor, ensayista, periodista y poeta, Tahar Ben Jelloun nos habla de actualidad y respeto, con un texto que brilla con la fuerza de la denuncia y de la espontaneidad.
Ben Jelloun no vacila en aparecer en la correspondencia, pues es el padre de Meriem y a sus escritos y conferencias aluden algunas de sus amigas. Cito una: “Lydia, contesto a la pregunta que me haces a través de Meriem. Denomino ‘la parte maldita de la sociedad’ a lo que Francia se ha negado a ver, a reconocer y a integrar en su identidad nacional. Los inmigrantes que llegaron a este país con sus familias a mediados de los setenta, han tenido hijos, y éstos son franceses, tienen carné de identidad francés, pero se les considera extranjeros como sus padres. Francia no ha querido mirar a esos jóvenes, considerarlos, escucharlos. Treinta años después, estalla la rabia, los disturbios. Lo que se maldice (se olvida) vuelve con fuerza”.
Lástima que al referirse a tradiciones religiosas tanta gente hable de oídas y actúe bajo prejuicios, a veces inconscientes, en lugar de informarse en fuentes serias. Leer a los judíos israelíes David Grossman y a Amós Oz o al árabe musulmán Ben Jelloun o al argelino Sami NaÁ¯r y a tantos otros documentados y coherentes, nos ayuda a interpretar mejor los dislates de quienes escriben y hablan de lo que no conocen. Esto lleva al odio, a la xenofobia, a la confusión y a la intransigencia. Léase, al fanatismo y a las guerras. Trataremos de comentar algunos fundamentales.
En 1997, Ben Jelloun ganó el Premio Goncourt por su novela La noche sagrada; en 1998, publicó El racismo explicado a mi hija, un pequeño ensayo para niños que se acabó traduciendo a más de 25 idiomas. Entre sus obras más interesantes, yo destacaría, La amistad (2007), Partir (2006) y El último amigo (2005), que confieso que me emocionó.
J.C.G.F.