EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Esto no ha hecho más que empezar pero yo no creo que nos encontremos en la misma situación de violencia y de romántico, pero realista idealismo de aquel mayo francés del 68 ni en aquel enero del 87 en que los estudiantes se lanzaron a la calle en España y se vivieron momentos de extrema violencia. Yo no veo en este movimiento, llamado de los “indignados”, ni a Daniel Cohn Bendit “Dany el Rojo”, que pasó del anarquismo al movimiento verde, ni a Jon Manteca conocido como el “Cojo Manteca”, veo una actitud firme pero sosegada en esos centenares de miles de jóvenes y no tan jóvenes, que han ocupado las plazas más emblemáticas de muchas ciudades españolas. Entre sus lemas o reivindicaciones no figura aquel que se hizo tan célebre en el mayo francés del 68, el de “seamos realistas, pidamos lo imposible”, no, sus peticiones son muy a tener en cuenta por su alto contenido de pérdida de valores que todos vemos, sufrimos y por tanto conocemos. Ellos solo piden, entre otras cosas, que se prioricen los principios de igualdad, de solidaridad, de libre acceso a la cultura, la sostenibilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas. Todas estas peticiones son muy razonables y todas ellas se pueden lograr a poco que los políticos las recojan y no las guarden en el baúl de los recuerdos. No se pide cambio alguno en lo que respecta al ordenamiento constitucional solo se pide que se mejore la democracia en España, que no es que no la haya pero que hay momentos en que uno piensa que más que de democracia lo que disfrutamos los españoles es el derecho al pataleo.
Lo que se pide es una democracia real donde todos tengamos los mismos derechos y obligaciones. Actualmente, y cada vez se va acentuando más, nos encontramos con que los derechos son para unos pocos y las obligaciones para otros muchos.
Ya va siendo hora de que en este país no solamente se escuche a los ciudadanos, que no se les escucha, al menos en la medida que se debiera, la gente se ha lanzado a la calle de las ciudades y pueblos de España en muchas ocasiones. Lo fue cuando Aznar emprendió la Ley Orgánica de Universidades en enero de 2001; lo volvió a ser en 2002 cuando lo del “chapapote” del “Prestige”, recordemos el “Nunca Mais”; tampoco se tuvo en cuenta a los ciudadanos cuando en marzo de 2004 y con motivo del múltiple atentado terrorista a unos trenes en Madrid, cuando la gente preguntaba gritando en la calle “¿Quién ha sido?” y el Gobierno de Aznar no solamente no daba una respuesta sino que pretendía engañar o confundir a los españoles; tampoco se tuvo en cuenta el 2003 a todos los que gritaban “¡No a la guerra!”. Ya va siendo hora de que se tengan en cuenta lo que los ciudadanos demandan que no son cosas superfluas y sin sentido, en absoluto lo son, son cuestiones y necesidades básicas las que la gente reivindica y que no son imposibles, ni costosas económicamente, son cosas de razón puestas sobre la mesa por quienes saben mucho sobre ello. Hay políticos que cada vez se alejan más de la realidad social, viven en otro mundo, se dedican a perpetuar su memoria con obras tan faraónicas como innecesarias y han perdido el sentido del significado de las palabras sobre todo el de ese término cada vez más en desuso entre los políticos y que siempre se ha distinguida por señalar cuáles son las verdaderas necesidades a cubrir, ese término, esa palabra, se conoce como “prioridad”. Eso cada vez está más en desuso.
A fuer de ser sincero he de decir que no me han sorprendido en absoluto las palabras, mejor dicho las descalificaciones del portavoz del Partido Popular, Esteban González Pons, cuando refiriéndose a los “indignados” , que piden el cambio de la Ley Electoral, listas abiertas, esto habrá asustado al portavoz popular, ha dicho que los que se manifiestan por una democracia real son la “izquierda extrema del PSOE”. Yo, dejando a un lado lo del extremismo, estoy de acuerdo con González Pons y la razón en bien simple: ¿Cuándo se ha manifestado la derecha pidiendo democracia y además una democracia real? Nunca. Es por este tipo de actitudes como la de González Pons, por las cuales la gente se echa a la calle harta ya de que algunos políticos, para mí principalmente los del PP, justo es decir que desde la izquierda, toda ella sin excepción, ha reconocido y valorado positivamente este movimiento, nos hayan tomado por imbéciles a los demás cuando muy posiblemente los imbéciles sean ellos porque si no espabilan van a acabar, muchos de ellos, con “su” gallina de los huevos de oro.