Desde 2004 ha habido varios terremotos de gran magnitud —en Chile, Indonesia y Japón— lo que llevó a algunos académicos a expresar preocupación de que pudieran estar vinculados.
Pero un nuevo estudio sugiere que el patrón de sismos, aunque improbable, posiblemente sea una casualidad y que el riesgo de mega terremotos no es más alto hoy que lo que ha sido históricamente.
La conclusión del estudio, publicado en la edición en línea de Proceedings of the National Academy of Sciences el mes pasado (19 de diciembre), refuta las especulaciones de que la ocurrencia en los últimos años de un promedio de terremotos magnitud 8 o más en la escala de Richter superior al promedio refleje un cambio en la tasa de actividad subyacente.
El sismólogo Peter Shearer de la Institución Scripps de Oceanografía de la Universidad de California, San Diego, Estados Unidos, y el estadístico Philip Stark, del campus de la universidad en Berkeley, examinaron registros de las fechas de los sismos de magnitud 7 y más desde 1900.
“No encontramos evidencia de que la reciente secuencia global de terremotos y una en un período anterior de 15 años en la década de los años 50 y 60 no sea simplemente una ocurrencia casual, pero tampoco podemos decir con certeza que sea casual”, dijo Shearer a SciDev.Net.
“El número de grandes terremotos desde 1900 (cinco de magnitud 9) es simplemente demasiado pequeño para llegar a una conclusión definitiva. Tampoco es sorprendente que la mayoría de los terremotos gigantes ocurran alrededor del Pacífico, porque la zona de subducción más activa del mundo bordea ese océano”, añadió.
Ya que los datos empíricos sobre sismos no resuelven la cuestión de manera definitiva, los investigadores examinaron la posibilidad de que existiera un mecanismo físico que pudiera conectar eventos a grandes distancias, como los recientes terremotos en Chile y Japón.
Concluyeron que la existencia de tal mecanismo era improbable por dos razones principales.
Primero, ningún sismo de gran tamaño ha desencadenado otro a distancias de más de 600 a 1.000 kilómetros en los últimos 30 años, de acuerdo a un estudio anterior publicado en Nature Geoscience.
Segundo, si hubiera habido cambios bajo al corteza terrestre, también habría aumentado el número de terremotos más pequeños en aquellos períodos en que ocurren varios de gran intensidad, pero esto no ha pasado.
“El estudio de Shearer y Stark concluye correctamente que el agrupamiento de megaterremotos puede considerarse aleatorio”, dijo a SciDev.Net Sergio Barrientos, director del Servicio Sismológico de la Universidad de Chile.
Mario Pardo, geofísico y sismólogo de la misma universidad, concordó con que el riesgo de grandes terremotos no ha cambiado en el último siglo y que puede ser simplemente una coincidencia cuando varios ocurren en un corto lapso.
Enlace al estudio completo en Proceedings of the National Academy of Sciences
Enlace al resumen del estudio en Nature Geoscience
REFERENCIAS
doi: 10.1073/pnas.1118525109
María Elena Hurtado
SciDev.Net
5 enero 2012