Sin duda, uno de los retos más urgentes de solucionar por una sociedad como la nuestra, que mientras avanza con pasos de gigante en algunas áreas es incapaz de poner fin al drama del hambre en el mundo.
A pesar de que la disponibilidad de alimentos por persona se ha venido elevando un 40 por ciento de media desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, uno de cada siete habitantes del planeta padece hambre crónica. También el hambre es causa de la muerte de más de la mitad de los cerca de 10 millones de niños que cada año pierden la vida antes de cumplir los cinco años.
El libro Cómo erradicar el hambre en tiempos de crisis, del que son autores Ignacio Trueba y Andrew MacMillan, y que ha publicado la editorial de la Universidad Politécnica de Madrid UPM Press, analiza estrategias y medidas para su erradicación en el menor tiempo posible.
Ignacio Trueba es doctor Ingeniero Agrónomo por la Universidad Politécnica de Madrid, de la que es catedrático emérito. También ha ocupado diversos puestos en la FAO como Representante Permanente de España y ante el Programa Mundial de Alimentos. En el libro se apunta que la erradicación del hambre depende, en cierto modo, de toda la sociedad. En su opinión, ¿cómo podrían contribuir sus diferentes estamentos a conseguir que se convierta en una realidad?
R.- Es preciso llevar a cabo actuaciones inmediatas de los órganos de la sociedad en todos los países. Los gobiernos con compromisos nítidos, asignando recursos con racionalidad y control, y apoyando la educación en nutrición en todos sus niveles; los organismos internacionales con mayor coordinación y sobre todo con mayor descentralización y proximidad a los desnutridos, las universidades y centros de investigación con objetivos centrados en los sistemas agrarios tropicales, desarrollo rural, recursos naturales y cambio climático; las ONG con acciones honestas de respeto a la cultura y a la dignidad de las personas sin imposiciones de ninguna clase; el sector privado con Responsabilidad Social Corporativa; los medios de comunicación, sin fogonazos, y con inquietud diaria por información veraz sobre dramas y aciertos de erradicación del hambre y la pobreza.
En los países en desarrollo es fundamental el desarrollo de las capacidades humanas, el liderazgo local, la educación de la mujer otorgándole poder para la gestión de las pequeñas explotaciones agrarias y el respeto por la naturaleza. Pero sobre todo, es imprescindible el compromiso personal de cada uno de nosotros, Actúa Ya, basado en que existen conocimiento medios, recursos y formulas sencillas para erradicar este escándalo de la humanidad lo antes posible. En definitiva, fortaleciendo una sociedad civil que exija a los gobiernos nítidamente que este “famicidio” tiene que terminar.
P.- Una actitud solidaria de la mayoría puede paliar situaciones desiguales. No obstante, ¿no habría que exigir más soluciones a los gobiernos, cegados por demasiados intereses, y no sólo a la sociedad?
R.- Los gobiernos en los países desarrollados son un órgano fundamental de la sociedad. No bastan las palabras y las intenciones que se manifiestan en las cumbres internacionales. Tienen que cumplir lo prometido y velar para que se cumpla la eficacia de la Ayuda Oficial al Desarrollo, de acuerdo con la Declaración de Paris y el Plan de Acción de Accra. Adicionalmente, tienen que establecer un plazo para acabar con el hambre y no eludir este compromiso como se hizo en la última Conferencia de la FAO.
P.- Cambio climático, sequías, las grandes crisis económico-financieras agudizan aún más estos problemas crónicos pero, al tiempo, pueden actuar de revulsivo para plantear nuevas soluciones. ¿Qué alternativas plantea el libro, ante en una situación como la actual?
R.- El mayor error que se puede cometer es abordar las crisis con independencia, tal como se está haciendo actualmente. Más que nunca es esencial examinar el conjunto de factores que condiciona las crisis en una perspectiva multidisciplinar. La agricultura como actividad basada en el transporte tiene una dependencia de los combustibles fósiles, y el coste energético para la producción de alimentos supone por lo menos 30 por ciento del coste total. Una subida del precio del petróleo espectacular como la de 2008, unida a una política de subvenciones a la producción de biocombustibles a partir del maíz y del aceite de palma, dobló el precio de los cereales en un semestre e incrementó el número de hambrientos en casi 200 millones de personas en un año. Por otra parte, reducir el exceso de consumo de alimentos que provoca obesidad y costes elevados a la seguridad social y además evitar el desperdicio y despilfarro de alimentos, es decir lo que se tira a la basura en los países desarrollados (un tercio de lo producido), son dos aspectos fundamentales para mitigar la emisión de CO2 a la atmosfera, que incide en el calentamiento global y el cambio climático. Recientemente, la especulación de los mercados de futuro incide también en la volatilidad de los precios de los alimentos, con consecuencias nefastas para la inversión en la agricultura. Las crisis están interrelacionadas y demandan políticas visionarias futuras que aborden la complejidad de la situación con coordinación, sensatez y realismo. Pero desde ahora mismo. Sin excusas y sin demora.
P.- La subida de los precios de los alimentos y de la energía aconsejan, decididamente, un cambio hacia un sistema de producción sostenible de alimentos. Con 2025 como frontera, ¿qué camino hay que seguir en este sentido?
R.- El establecimiento de la intensificación sostenible de la agricultura. Tenemos que aprovechar al máximo los recursos para producir alimentos con el mínimo deterioro ambiental. Existen en la actualidad tecnologías y procesos probados que caminan en esta dirección. Las buenas prácticas de la agricultura que se basan en la conservación y mejora de la fertilidad de suelos, evitando la erosión y que en la actualidad se conoce como Agricultura de Conservación. Entre ellas, cabe mencionar la rotación de cultivos, cultivos asociados, laboreo mínimo, siembra directa, enterrados en verde, recubrimiento de suelos con materia orgánica, control integrado de plagas (push pull technology, etc), nuevas ingenierías agronómicas como la producción intensiva y sostenible del arroz, (sustainable rice intensification), riego por goteo, cultivos arbóreos que absorben directamente nitrógeno de la atmosfera y producen alimentos, cría de ganadería aviar, pequeños estanques de aprovechamiento piscícola y huertos familiares, acciones todas ellas que evitan la pérdida de biodiversidad. Todo ello dirigido a la mitigación del cambio climático y la diversificación de los cultivos, mejorando la calidad nutritiva de la dieta con equilibrio entre hidratos de carbono proteínas, minerales y vitaminas. Es decir, lo que también podemos denominar como Agricultura de Nutrición que garantiza seguridad alimentaria a los hogares durante todo el año y protege la naturaleza.
P.- ¿Qué otras conclusiones destacadas se ofrecen en este trabajo?
R.- La novedad del libro es que pretende integrar aspectos que hasta la fecha se habían tratado por separado. En este sentido, es un trabajo de integración y relación imprescindible para la resolución de problemas. No sólo se habla de cómo acabar con el hambre cuanto antes, como se pretendía en mi anterior publicación de 2006 “El Fin del Hambre en 2025. Un desafío para nuestra generación”. Ahora se aborda también el problema y consecuencias de la obesidad, y todo ello en el marco de una alimentación racional y equilibrada. Además, se incorpora una dinámica temporal haciendo frente a cómo alimentar a la humanidad en 2050 con 2000 millones de personas más, poniendo de manifiesto la relación de estos grandes desafíos de la humanidad. Todo ello hay que hacerlo en el contexto de las crisis mundiales: alimentaria, energética, medioambiental, cambio climático y económico financiera. Solamente un diagnostico adecuado en esta integración global permite diseñar propuestas que aborden las crisis conjuntamente con eficacia en proceso holístico creativo y de liderazgo.
P.- El libro es resultado del trabajo conjunto de dos investigadores, un español y un británico –además del apoyo de otros expertos- que entre otros lazos, tienen en común una larga colaboración con la FAO. Desde esa experiencia, ¿cómo ve posible que en nuestro siglo, a pesar del prolongado sufrimiento humano, aún se ignore el problema?
R.- Es imprescindible una campaña internacional sobre el hambre que exponga el enorme sufrimiento de los afectados y los efectos perversos e injustos que provoca en la convivencia pacífica de la humanidad. Hay que, además, insistir en la disponibilidad de conocimiento, experiencia y recursos asequibles para solucionar el problema. La sensibilización de toda la sociedad es esencial. Una injusticia de este calibre requiere una movilización de la sociedad civil de los países que, salvo honrosas excepciones, parece anestesiada. Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, sostiene que la verdadera tragedia del fenómeno del hambre en la actualidad no es solo el hecho de su existencia. La verdadera desgracia que engrandece este mal radica en que hayamos acabado aceptándolo y tolerándolo como si fuera una parte esencial de nuestra sociedad y como una circunstancia imposible de resolver. Al igual que en las tragedias griegas, como si fuera una circunstancia trágica imposible de evitar. Pero es fundamental el compromiso personal. Al final del libro tenemos el capitulo ¿Qué puedes hacer tu?, que consideramos como objetivo prioritario.
P.- No obstante, en este entorno actual, hay situaciones puntualmente dramáticas aunque arrastradas desde hace años, como en el llamado “cuerno de África”. ¿Qué solución o que revisiones se plantean para estos casos extremos?
R.- Las hambrunas que tienen lugar, como por ejemplo la que padecen actualmente en los países del Cuerno de África, exigen un tratamiento de emergencia internacional. En estos casos, la Ayuda Alimentaria del Programa Mundial de Alimentos (PMA) es fundamental para la población desplazada, así como la Ayuda Humanitaria y los Campos de refugiados de ACNUR. También la FAO, con programas de emergencia suministrando semillas y fertilizantes, pueden contribuir a mejorar la situación pero con mas meses de retraso. Pero hay también una descapitalización muy fuerte en las explotaciones agrarias por el sacrificio de la ganadería vacuna, ovina y de grandes animales que no tienen alimento. Este hecho tiene consecuencias nefastas durante los próximos años. Sin embargo, las ONG y los Organismos Internacionales que actúan directamente en el terreno juegan un importante papel siempre que sean capaces de actuar coordinadamente.
P.- El libro se enriquece con el prólogo de Jacques Diouf, Director-General de la FAO, que reclama una mayor sensibilidad internacional. ¿Coincide con él en que es posible alimentar a una población mundial de 9.000 millones de personas en 2050, con medidas concertadas y políticas adecuadas? ¿Cuáles son en esencia?
R.- Efectivamente estamos de acuerdo. Lo primero que consideramos necesario es erradicar el hambre en 2025, como un paso esencial para alcanzar el objetivo previsto para 2050. Es esencial incrementar la productividad de las explotaciones agrarias, cerrando la brecha existente entre los rendimientos alcanzados en los centros de investigación y los obtenidos realmente por los agricultores en las mismas condiciones ambientales. Para ello es necesario el desarrollo de las Escuelas de Campo, como instrumentos esenciales de extensión y capacitación agraria, así como fortalecer una investigación agraria que permita la intensificación sostenible de la agricultura. Las infraestructuras de suministro de agua potable y saneamiento son esenciales, junto con los caminos rurales para la prestación de servicios y el acceso a los mercados locales. La reducción del consumo excesivo y la eliminación del malgasto y despilfarro de los alimentos puede promoverse con medidas fiscales en función de la huella ecológica. Los programas de protección social con transferencias monetarias a las mujeres en los hogares garantizan la seguridad alimentaria materno infantil y, por ultimo, una gobernanza internacional que desgraciadamente no ha estado a la altura durante las últimas crisis.
P.- También apoya su trabajo José Graziano da Silva, Director General Electo de la FAO, que considera necesario para garantizar la seguridad alimentaria global una revisión fundamental de los sistemas agrarios globales, más un nuevo consenso internacional con el necesario respaldo financiero. En todo caso, ¿a quién compete esta revisión y, sobre todo, sería aplicada?
R.- Es preciso que se produzcan cambios fundamentales en la manera que se producen, almacenan, procesan, distribuyen, adquieren y se consumen los alimentos. Es decir, a lo largo de toda la cadena de valor. Hay que poner en marcha un proceso de cambio tan radical como el que tuvo lugar durante la revolución industrial, para poder dar respuesta a las amenazas crecientes de escasez de alimentos, la degradación de los recursos naturales, especialmente agua, tierra y biodiversidad y, finalmente, los océanos y la atmosfera. La revisión del sistema compete particularmente a los gobiernos, las administraciones públicas, los organismos internacionales, el sector privado y los consumidores. Es decir, todos los órganos que regulan, desarrollan y participan en dicha cadena de valor. Adicionalmente, la gobernanza global internacional tiene un papel preponderante. Su coordinación y evaluación tienen en la actualidad un nuevo marco en el renovado Comité de Seguridad Alimentaria de la FAO (CSA), asesorado por Panel de Expertos de Alto Nivel (PEAN) en la materia, que se ha puesto en marcha recientemente. La función del CSA es la propuesta, ejecución, control y evaluación de los programas de los países para alcanzar la seguridad alimentaria, informando periódicamente del cumplimiento de los compromisos y señalando las realizaciones, progresos y resultados alcanzados. En el libro se hacen propuestas sobre el mecanismo fiscal y financiero que debe someterse a la consideración del PEAN. También tienen un papel internacional importante las investigaciones globales del Grupo Consultivo para la Investigación Agraria Internacional (CGIAR) que debe centrarse en Programas de intensificación sostenible de la Agricultura, particularmente de las pequeñas explotaciones agrarias y así como también en una acción conjunta que defina el camino para alcanzar un equilibrio entre la producción sostenible de alimentos y su demanda efectiva, reduciendo el desperdicio de los alimentos y minimizando el impacto en el cambio climático.
P.- Con este libro se pone en marcha la editorial UPM Press. ¿Significa un buen comienzo con esta llamada de atención a la sociedad para que entendamos todos al fin que “no hay excusas para que exista el hambre”.
R.- La puesta en marcha de le Editorial UPM Press significa, a mi juicio, una contribución importante para que la UPM se conozca más en el mundo científico, docente y profesional. En este sentido, debe de promocionarse las publicaciones en diferentes idiomas, particularmente en inglés, de los profesores e investigadores que sin duda colocaran a nuestra universidad en un lugar mucho más abierto y participativo con conexiones directas con otras universidades, centros de investigación, organismos internacionales y Think Tanks mundiales de reflexión y liderazgo visionario a largo plazo sobre las graves problemas de la humanidad. La opinión difundida y publicada oportunamente con el sello de la UPM sobre la erradicación del hambre, la pobreza, la degradación de recursos naturales agua, tierra y biodiversidad, la volatilidad de los precios de las mercancías, la crisis energética, el cambio climático, las tecnologías de la información y de la comunicación, las redes tecnológicas y sociales etc. pueden contribuir al éxito de esta gran iniciativa que pone en marcha la UPM. También otro aspecto importante es que facilita la publicación de trabajos docentes, proyectos de investigación y resultados científicos y profesionales de los propios profesores de la UPM, promocionando conocimiento mutuo entre los mismos, y catalogando, clasificando y difundiendo sus obras a la par que fortaleciendo, en definitiva, una red de conocimiento, innovación, investigación y desarrollo de nuestra Universidad.
UPM / SINC