Tras sucederse las violaciones de dos menores en la localidad cordobesa de Baeza e Isla Cristina, comencé a escribir un artículo llevada por la impresión que me causó el ver que unos niños de tan escasa edad cometieran hechos tan graves. Al rato lo dejé. No me sentía preparada para tocar un tema como éste tan a la ligera. Necesitaba reflexionar. Estuve analizando la aptitud de los políticos, las distintas opiniones de los medios de comunicación, y por supuesto de la calle. Llegué a la conclusión de que vivimos en una sociedad absolutamente inmadura. Los legisladores parece que están dando palos de ciego; programas televisivos que, impunemente, convierten en circo los casos más despreciables, presentando en pantalla a delincuentes que son remunerados y casi encumbrados a héroes. Series televisivas, debates políticos, foros, videojuegos, Internet…, todo cuanto nos rodea contiene una carga de degradación y agresividad alarmante.
Los niños no nacen delincuentes. Responden a los cánones marcados por la sociedad del momento; son víctimas de los modelos de conductas agresivas que se encuentran hoy día en todas partes. La carencia de control individual que tienen en común los chicos que llevan a cabo estos hechos delictivos está motivada, generalmente, por una familia disfuncional, por la excesiva complacencia, la falta de valores, la superficialidad, la exigencia de satisfacer de manera inmediata sus deseos, la sobreprotección y la poca autoridad que ejercen los padres, que no saben decir que no.
El PP presentará en septiembre una propuesta de reforma de la Lay del Menor, para «acotar la impunidad» que actualmente está en los 14 años, y «proteger a las víctimas más débiles». Yo pregunto al Partido de la oposición: ¿de verdad creen que con una reforma legislativa que impute a niños de 11, 12 o 13 años se acaba con el problema? No olviden que un niño de esa edad también es una víctima. Víctima de esta sociedad que todos hemos creado, por lo cual no debería ser apartado, encerrado, tratado como adulto. Un niño de esa edad necesita oportunidades reales de reinserción social en un ambiente de socialización positiva y de total ausencia de violencia, abusos y humillaciones. Y una labor fundamental sería alentar a los padres a tomar conciencia de sus responsabilidades hacia el comportamiento de sus hijos, y asumirlas.
Pienso que no se debería hacer hincapié solamente en el hecho de rebajar la edad penal del menor ni en el beneficio partidista de esa propuesta, sino ante todo en disciplinar, en formar a estos niños para que jamás vuelvan a delinquir. Á‰se debería ser el principal empeño. Por lo cual, si muchos de los centros de rehabilitación, actualmente, no reúnen las condiciones precisas; si el gobierno rebaja en un 20% las ayuda a los servicios sociales para que adopten medidas de protección o terapias educativas, y si las Comunidades Autónomas dejan de invertir lo necesario en infraestructuras, ¿me quieren decir a qué porras estamos jugando?
Tenemos el ejemplo de los centros de menores de Vinarós (Castellón) y de Elche (Alicante) que fueron investigados el pasado mes de febrero por las irregularidades denunciadas en el informe del Defensor del Pueblo, en el que se aseguraba que estaban «contraviniendo» las obligatorias medidas de seguridad y presentaban unas condiciones «deficientes» de conservación y equipamiento, escasez de comida, registros a los menores en “cuclillas y sin ropa”, sanciones de forma reiterada; repetidas contenciones muy agresivas, y en ocasiones les inyectan medicación antes de encerrarlos en la sala de aislamiento. Otros de los centros que figura entre los investigados por posibles irregularidades y por vulnerar los derechos de los menores es el centro que pertenece a la Fundación O`Belén, en Azuqueca de Henares, Guadalajara. El defensor del Pueblo Enrique Múgica ha abierto una investigación sobre la muerte de una niña de catorce años que se tiró a la carretera desde un vehículo en marcha cuando el 20-04-2009 volvía al citado centro después de las vacaciones de Semana Santa.
Un centro de menores que viola los más elementales derechos del menor solamente puede ser generador de mayor violencia. Deberíamos ser conscientes de la responsabilidad que tenemos todos y cada uno de nosotros para que ningún niño llegue jamás a ser autor de semejantes hechos delictivos. No miremos para otro lado. En nuestras manos está el conseguir un mundo mejor, o por el contrario seguir coleccionando brutalidades. Como bien dijo Pitágoras: Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres.
Maite García Romero
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