EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
El pasado día 12 estuve siguiendo el Debate sobre el Estado de la Nación. Salvo en la intervención del presidente del Gobierno en la cual nos desgranó, con nombres y apellidos, alguna de las medidas que va a aplicar para aminorar los efectos de la crisis, centré mi atención en la intervención del resto de grupos políticos, pero debo confesar que me dediqué más a leer en sus caras que a escuchar lo que decían.
Observé que los representantes de los partidos nacionalistas, en particular los de CiU y PNV, y pude ver hasta dónde puede llegar el estado de frustración de unos partidos que dicen representar el sentir de catalanes y vascos en lo que a sus deseos de autogobierno se refiere, cuando la realidad es muy otra. Se veía en sus caras, y además muy claramente, que atacaban al Gobierno no por el estado de la economía en España sino para ocultar su fracaso electoral y la pérdida de credibilidad de los ciudadanos de Cataluña y Euskadi que han demostrado con su voto que las fórmulas nacionalistas están atravesando por una etapa de reflexión, los últimos resultados electorales han demostrado que la gente ya no está, mayoritariamente, por esas cosas y que hay que revisar los criterios políticos y territoriales. De ello nadie tiene la culpa, son los ciudadanos los que en cada caso los que marcan los tiempos, las formas y el cómo se tiene que actuar en beneficio de todos. Los partidos nacionalistas deberán meditar sobre el porqué de ese voto, que unido, sobrepasa al nacionalista.
Pero la cara de Rajoy, era un libro abierto. En ella se podía leer la tremenda satisfacción que sentía por no ser él quien tuviera que someterse a la crítica del resto de los partidos políticos con representación parlamentaria, o lo que es igual, estaba contento por ello. Aunque su capacidad en lo que a estadista se refiere todos sabemos que es muy corta, yo puede ver en su rostro que él ha nacido para la parte fácil de la política: La crítica, sin más. Porque Rajoy es muy consciente que la situación actual, no la hubiera podido evitar ni Dios, si este estuviera gobernando. Les dijo a los socialistas que no sabían leer, que el PP ya había presentado su paquete de propuestas para salir de la crisis desde hace ya bastante tiempo. Dicho así hay que reconocer que muchos de nosotros tampoco sabemos leer, en mi caso yo no he leído lo que el “paquete” llevaba dentro. Eso sí, he podido escuchar hasta la saciedad las propuestas “in voce” del PP. Estas son: Bajar los impuestos, reducir el gasto social, congelar los salarios, reformar el sistema de pensiones y abaratar el despido. Vamos, que el PP está al lado del pueblo por que todo lo que propone se mueve alrededor de trabajadores, pensionistas y personas con escaso o nulo poder adquisitivo. Bajar los impuestos solo favorece a los que más tienen. Con lo cual se conculca el principio de solidaridad. El PP tiene muy claro que si estos colectivos ciudadanos disponen de dinero acabarán malgastándolo. Aunque hay que reconocer que la derecha no pierde su principio económico de que hay que hacer más ricos a los ricos. Lo del derecho de pernada, por suerte, parece ser que lo han olvidado.