Precios de vivienda que se duplican, préstamos de dudoso cobro, viviendas sobrevaloradas… podríamos estar hablando de España, Portugal o Grecia. Pero es la realidad de Dinamarca. Una burbuja que viene hinchándose desde 1998 y que puede estallar en cualquier momento. Los países de la Unión Europea ven en los países del Sur de Europa los causantes de todos los males. Sin embargo, el problema de la burbuja inmobiliaria no es sólo del Sur. Daneses, ingleses, franceses e, incluso, alemanes podrían estar al borde del precipicio, según explica en su blog el profesor de la UNED, José Ignacio Torreblanca.
La burbuja inmobiliaria, durante años, llevó a España a un gran crecimiento y a ser una de las economías más fuertes del mundo. Pero tras estallar la crisis de 2008, la burbuja se pinchó y ha dejado al país sumido en una grave crisis. Más de un millón de viviendas, según datos no oficiales, y 675.000 casas nuevas sin vender es otro de los resultados. Durante los años de bonanza, entre 1987 y 2006, el consumo de suelo en España era de más de 307.000 hectáreas. La especulación y el dinero fácil hacían cada día un poco más grande esa burbuja. Se construían casas en las ciudades, a las afueras de las ciudades, en la costa, en pueblos de montaña o se “inventaban” megaurbanizaciones en cualquier parte del país. Hoy, muchos de esos proyectos están abandonados y dejan una silueta un tanto fantasmagórica. Esqueletos de edificios en medio del campo o pequeñas ciudades pensadas para miles de personas y que hoy sólo ocupan un centenar, en el mejor de los casos. “Es como si hubiera caído una bomba y todo el mundo hubiera desaparecido”, explican algunos de sus vecinos.
Esta realidad que muchos ciudadanos de países europeos ven muy lejos, puede estar realmente cerca, según explica el profesor Torreblanca. Dinamarca, por ejemplo, vive una burbuja inmobiliaria. Es uno de los países con un mercado de deuda inmobiliaria más grande del mundo. Esa deuda es cuatro veces mayor que la deuda pública. Según cifras oficiales, la deuda hipotecaria danesa asciende a 500.000 millones de dólares. La española es de 318.000 millones de dólares y la deuda soberana griega es de algo más de 475.000 millones de dólares. Además, el 70% de las hipotecas concedidas por los bancos a los ciudadanos daneses son hipotecas de riesgo. Es decir, de un alto riesgo y dudoso cobro. Y hay que añadir que al menos el 25% de las viviendas están sobrevaloradas. Una situación muy parecida a la que vivía España hace unos años. Cuando cada mes subían los precios de las viviendas y los bancos casi regalaban el dinero para que todo el mundo pudiera acceder a ellas.
Los bancos de Dinamarca también están teniendo problemas para cuadrar sus cuentas y 12 bancos de este país han sido ya intervenidos por el Estado. Pero, no son sólo España, Portugal, Irlanda o Dinamarca… Suecia también ha tenido que crear un “banco malo” para que el Estado se encargue de las pérdidas de los bancos por préstamos que no se van a cobrar.
La Unión Europea se obceca en ver la burbuja inmobiliaria como un problema de los países del Sur de Europa, que no han sabido hacer frente a sus problemas. Sin embargo, esta realidad que nos hace abrir los ojos nos hace ver que no sólo es una cosa del Sur. La especulación y la búsqueda de los mayores beneficios han hecho que los cimientos de Europa estén apoyados en terrenos pantanosos. Alemania, Gran Bretaña, Francia y los países nórdicos no quieren ver que es un mal de todos. Una enfermedad del cuerpo y no sólo de sus extremidades.
Ana Muñoz Álvarez
Periodista