Joaquim Bellmunt (Barcelona, «‹»‹1959) es profesor en la Universidad Pompeu Fabra y oncólogo en el Hospital del Mar. Este especialista en cáncer genitourinario ha pasado a formar parte de la élite de médicos catalanes solicitados por instituciones estadounidenses para ocupar cargos de responsabilidad al incorporarse al prestigioso Dana-Farber Cancer Institute / Brigham and Women’s Hospital en Boston el pasado mes de marzo. Además, ha sido el primer docente especialista en oncología formado fuera de EE UU en ser aceptado como profesor en la Universidad de Harvard.
¿Cuál era hasta ahora su relación con el Dana-Farber Cancer Institute?
En 2008 fui a dar una charla. De ahí surgió la posibilidad de realizar una estancia de cinco meses en un programa de investigación, patrocinado por el Hospital del Mar, y eso fue el inicio de una serie de colaboraciones en los primeros proyectos de genómica de cáncer de vejiga. Cuando el director del Centro de Cáncer de Vejiga del Dana-Farber, el Dr. Rosenberg, se trasladó a trabajar a Nueva York, decidieron ofrecerme su plaza.
¿Qué significa para usted esta oportunidad?
Tenía ganas de prosperar y avanzar en el campo de la investigación en próstata, vejiga y riñón. De hecho, lo estoy haciendo a la inversa de lo que es normal: me he formado aquí y ahora, una vez consolidado, me voy. Pero lo veo como una inversión de futuro, con ganas de importar después el conocimiento que adquiera en Harvard. Además es una gran satisfacción poder ir a la ‘cuna’ de la oncología, al hospital donde se trató por primera vez una enfermedad maligna con quimioterapia. Con más de 700 ensayos clínicos, el Dana-Farber es uno de los cinco mejores hospitales oncológicos de EE UU y estaré rodeado de algunos de los líderes mundiales en mi campo. Además, el Brigham and Women’s es un hospital universitario adyacente a la Harvard Medical School.
«Tenía ganas de prosperar y avanzar en el campo de la investigación en próstata, vejiga y riñón»
¿Cuál será su papel?
Como director, seré el encargado de desarrollar toda la asistencia y la investigación del ámbito genitourinario, donde trabajan unos 20 grupos. Será todo un reto, pero te dan muchas facilidades en cuanto a recursos tanto de infraestructuras y económicos como humanos: apoyo administrativo, estadístico y un data manager solo para mí, por ejemplo, que me permitirá dedicarme mucho más a mi investigación en modelos predictivos de respuesta a tratamiento y de evolución.
¿Cómo ha sido la preparación para ir al Dana Farber?
Aparte de que hay que hacer una cantidad de papeleo exhaustiva a nivel contractual, he tenido que conseguir la licencia estadounidense para poder visitar enfermos. Es un examen equivalente al MIR, con dos pruebas teóricas que hice aquí y una práctica en los EE UU, en la que te ponen delante doce actores que simulan ser pacientes con problemas diferentes. No solo valoran tus conocimientos, sino tu psicología, la manera de tratarlos ¡y te ponen casos de todo tipo! Ha sido como volver a estar en la facultad, hacía el examen con estudiantes recién salidos de la carrera. He estado nueve meses estudiando intensamente, después de esto he tenido que superar una comisión de evaluación de la universidad de Harvard y de los dos hospitales, con unos criterios bastante estrictos.
¿Cómo mantendrá su vínculo aquí?
Tengo una excedencia del Hospital del Mar, pero sigo siendo el responsable de investigación en nuevas terapias en cáncer genitourinario en el IMIM y mi colaborador, Alex Martínez, llevará el laboratorio. Además, tengo permiso para venir tres o cuatro días al mes y seguiré viendo a mis pacientes de la Quirón Dexeus y haciendo de profesor. De hecho, en la Universidad Pompeu Fabra ensayaremos un sistema innovador de dar clase por vía diferida: los estudiantes verán mis lecciones en formato vídeo y habrá un profesor auxiliar, Alex, que les ayudará in situ.
Maruxa Martínez-Campos
SINC