La reacción de la Unión Europea ante las movilizaciones de Túnez y Egipto ha sido impropia de una gran asociación regional. Pone de manifiesto que carece todavía de política exterior conjunta, de seguridad propia, de defensa, etc. Una vez más, los desafíos descubren las extraordinarias carencias de lo que sigue siendo, con muchos parches aún, una comunidad económica. Es triste que lo único que se les haya ocurrido sea reforzar la capacidad defensiva de la ribera norte del Mediterráneo para contener las movilizaciones sociales del sur. ¿De verdad no se dan cuenta de que lo que está sucediendo es una gran participación ciudadana favorecida por el ciberespacio? ¿De verdad no se dan cuenta de que lo que expresan los ciudadanos de estos países es que desean, precisamente, un cambio de sistema y de «colonización» por parte de quienes hasta ahora se han atribuido funciones de gobernación a escala mundial? ¿De verdad no se dan cuenta en Bruselas y en Washington que lo que existe en esos países son ganas de libertad, de participación democrática, de justicia social y de calidad de vida para todos?
Los que vivimos en el barrio próspero de la aldea global no llegamos al 20% de la humanidad. El resto, en un gradiente progresivamente inferior, viven en difíciles condiciones y a veces exclusivamente tratan de sobrevivir. He repetido hasta la saciedad que constituye una auténtica vergÁ¼enza colectiva que sigamos invirtiendo 4.000 millones de dólares al día en gastos militares y armas cuando más de 70.000 personas mueren de hambre en un auténtico genocidio de olvido y desamparo. Ahora lo que leemos en la prensa es que “La OTAN alerta a Europa de los efectos de la revuelta y pide más inversión en defensa”. ¿Dónde han ido a parar la mayor parte de las importantes ayudas que Estados Unidos han dado a Egipto? Han vuelto a los EE.UU. en adquisiciones de material militar, para encanto y beneficio de, entre otras empresas, Lockheed Martin y General Dynamics…
No. Es un tremendo error pensar que lo que debe hacer Europa es incrementar todavía el potencial militar y el de los regímenes existentes en esos países. Lo que debe hacer es volcarse, de una vez, ayudando a su desarrollo económico sostenible; favorecer una mayor participación en la explotación de los recursos naturales de tantos y tantos lugares del mundo que se han visto empobrecidos por la rapacidad del «Norte». No requieren más inversión en defensa, si no en «vida». Lo que Occidente necesita ahora es una rapidísima revisión de los arsenales militares la mayoría de ellos abarrotados de artificios bélicos propios de guerras pasadas; la destrucción definitiva de las ojivas nucleares; el rápido aumento de las fuentes energéticas sostenibles para moderar el consumo y el “poder” del petróleo; unas Naciones Unidas fuertes para poder intervenir rápidamente en derivas inaceptables de violencia y extremismo; coordinación a escala global de todos los recursos tecnológicos y personales para hacer frente a las catástrofes naturales o provocadas…
Lo que Europa necesita es anticiparse a las «revueltas» que, en muy poco tiempo, van a tener luga, gracias a la participación no presencial, en todas partes del mundo, incluida Europa, que ya no aceptará el espectáculo lamentable, del acoso de los especuladores, de las democracias que por la “presión del mercado” deben abandonar o disminuir sus programas de acción social.
«Europa debe estar lista para defenderse ante nuevas amenazas. Europa no puede permitirse descuidar la defensa», advirtió el Secretario General de la OTAN, Anders F. Rasmussen. Las amenazas no son ahora de guerra, sino de orden social, de reivindicaciones que les permitan una vida digna. Europa no necesita reforzar su mano armada, sino su mano tendida.
Tampoco se trata de una mayor “ciberdefensa”. De momento, aconsejo que se escuche… y se adopten las adecuadas medidas preventivas. La prevención es la mayor victoria.
Europa no debe buscar nuevos “socios militares” porque estos no servirán, ante los presentes desafíos, para esclarecer horizontes turbulentos. Haría mejor en aplicarse la profecía de Isaías: “Cuando partas tu pan con el hambriento, tu oscuridad se volverá mediodía”.
Presidente de la Fundación Cultura de Paz y ex Director General de la UNESCO