Las palabras se dicen sin medir las consecuencias. Se dicen sin pensar. Pensamos que no nos importan, pero dichas quedan y hay están, y no es tan fácil olvidarlas y borrarlas. Siempre algo de daño hacen.
Muchos hay que guardan rencor, no han superado situaciones de duelo y no logran romper su daño interno, y siempre que hablas con ellos, si les llevas la contraria, se cierran en banda y consideran que todo es un ataque… no escuchan, se defienden con uñas y dientes, buscando hacer daño, cuanto más mejor. Descargan su malestar sobre cualquiera, y eso no les conduce a nada, sólo a alimentar más su malestar, su odio, su sentimiento de culpa, etc.
A mí, estas situaciones me sorprenden cuando suceden en entornos familiares, donde las discusiones son auténticas descalificaciones de unos a otros, haciendo daño en lo que más duele: «en la educación que me dieron nunca viví esto», y si no el insulto, cuanto más duro mejor. Si lo cuento es porque lo he vivido o lo estoy viviendo… ¿Dónde está el respeto, la educación? Es ahí donde radica todo. Envidias entre hermanos, madres mal formadas y mal educadas… No me gusta, es un daño fácil. Una torta duele en el momento, pero una palabra buscando herir puede provocar mucho, mucho daño, pues remueve tus intestinos y tus recuerdos.
Me parece tan injusto… y de muy mala persona, el que utiliza estos métodos, o lo tiene tan asumido e interiorizado que lo convierte en una constante en su vida, dentro y fuera de ella. Lo acaba normalizando, y suele provenir de envidias, resentimientos, mentiras, etc.
Luego están aquellos que defienden causas, no por altruismo, sino por la venganza de la pérdida de algo o alguien por una circunstancia de la vida: malas compañías, drogas, prostitución, accidentes, enfermedades, etc. No les contradigas, pues se ciegan y devuelven su rencor contra ti, o contra el que ose llevarles la contraria o intentar conversar. Psicológicamente están cerrados y no ven nada más que la herida que tienen. Son víctimas, y como tales se tienen que encontrar y como tales arremeten contra cualquiera. Dicen que ayudan, pero es tal el odio acumulado hacia lo que les hizo perder a su ser querido, o el trauma que han pasado, que lo único que buscan son compañeros de batalla: o estás con ellos o contra ellos. Pasan de ser tus amigos, de sincerarte con ellos, a cuando les contradices en cualquier cosa trastocar todo lo que saben de ti y lo lanzan contra ti sin importar el daño, sin importar si es verdad o mentira, lo lanzan para que todos te rebajen y poder sentirse bien… Bueno, sentirse bien es un decir, pues si eso les curase sería de agradecer, pero al contrario, les crea mas resentimiento, ya seas tu o cualquier otro. Son personas que no saben escuchar, personas con heridas abiertas y mal cerradas, muchas veces con problemas profundos que tú conoces, entiendes y comprendes, y los respetas, y que a pesar de los pesares no se los vas a echar en cara. Sin embargo, para ellos, cegados en su herida y su ira, todo es válido, dañando a diestro y siniestro. No les haces caso, pero con el tiempo te cansas de sus insultos e insinuaciones. Son estériles en comprender que cada ser humano tiene su propia historia y no hay que menospreciar a nadie. Egoísmo en estado puro.
A los seres humanos con los que tengo que trabajar, no les tienes en cuenta sus ataques porque conoces su enfermedad, y es su manera de pedir ayuda y desahogarse. Lo intentan hasta que logras que se cansen y entren en razón. Los otros son de los que, aunque no quieras, sus palabras a la larga hacen mella y no es justo, no me gusta ese tipo de personas, aunque a veces tengo que trabajar con ellas. Es una opinión muy personal.
¡Qué difícil es no tomarte mal nada que te pueda afectar en lo personal! Hay que trabajarlo, pero es de lo más complicado. Somos seres humanos, y los sentimientos son una parte muy importante ligada a nuestra personalidad.