En plena crisis se están instalando en las periferias urbanas de toda España más metros cuadrados de las denominadas grandes superficies, algo que nunca anteriormente se había realizado. En A Coruña acaba de abrir el complejo más grande de España y el tercero de Europa. Es sólo un ejemplo de la expansión indiscriminada a la que estamos asistiendo. Se trata de proyectos gestados con anterioridad a la crisis, pero generalmente en vez de enfriarse se han calentado..
Las administraciones son perfectamente conocedoras de que al asunto hay que ponerle coto y decir: son suficientes. Mientras tanto, las infraestructuras que provoca su construcción las pagamos entre todos. En la mayoría de los casos el empleo generado es precario, caracterizado mayoritariamente por ser temporal, y en el caso de las cajeras en un 70% a tiempo parcial, según los datos que obran en las estadísticas oficiales del Ministerio de Trabajo e Inmigración.
En mi opinión, es fácil deducir que crean menos empleos de los que afirman y de peor calidad, además las administraciones en general y especialmente las Administraciones Locales suelen ser muy generosas con estas multinacionales y les ofrecen múltiples ventajas para instalarse en sus municipios, todo lo contrario que a los autónomos y PYMES para los que todo son trabas. Estos últimos colectivos ni tan siquiera son adiestrados para aprovechar los puntos débiles de las grandes contrincantes, quedando relegados al libre mercado plural. Además en este caso a diferencia con los pequeños comercios, las grandes superficies no dejan sus beneficios en el lugar de su instalación donde son generados.
Al final los españolitos hemos adoptado costumbres impuestas por multinacionales venidas de los países fríos en la que tenían esta forma de venta, donde el paso por la calle resulta imposible 6 meses al año y desagradable otros 4. Aquí disfrutamos de un clima benigno y no va realmente con nosotros y nuestra forma de ser, encerrarnos a pasar el día en uno de estos lugares. Las pequeñas empresas y el pequeño comercio en general, no pueden hacerles competencia en cuanto a precios; los que consigan sobrevivir a la continúa inauguración de nuevos “Parques” serán los que mantengan vivas nuestras costumbres y nuestra vida social. Disfrutar del tiempo libre en la calle, bien con la familia o bien con los amigos o como suele ser más común con ambos es un valor del que no todos los pueblos pueden presumir. Vida social y costumbre que se extinguiría si desaparece el pequeño comercio y la hostelería de nuestras calles. Pero todo apunta que ahora no toca plantearlo sino adoptar urgentemente la nueva cultura del consumo en masa.