El roble es una de los árboles más comunes en la Península Ibérica con una extensión de 750.000 hectáreas. A pesar de la extensa lista de especies de robles que existen en España, su futuro no está garantizado. El avance de otras especies, el uso masivo de biomasa y el cambio climático desequilibran su estatus.
“La especie con mayor distribución en el territorio español es el roble melojo o rebollo (Quercus pyrenaica), pero también es importante la presencia del roble común o roble carvallo (Quercus robur) y del roble albar (Quercus petrae)”, explica a SINC Manuel Fernández, investigador de la Estación Experimental del Zaidín (CSIC).
Sin embargo, “el roble albar está sufriendo un retroceso por el avance del hayedo (Fagus sylvatica) en la Cordillera Cantábrica, entre otras zonas”, señala a SINC Maria Ángeles Nieto, miembro de la organización Ecologistas en Acción.
Según Nieto, los peligros se extienden también a otras especies como el quejigo andaluz (Quercus canariensis), que se encuentra, la mayor parte, en espacios naturales protegidos. El roble carvallo, a pesar de tener una madera buena y un crecimiento aceptable, está amenazado por los cultivos forestales de eucalipto y pino insigne.
“En un ecosistema natural, todas las especies compiten entre sí y cualquier pequeña desventaja de una especie será aprovechada por las demás para ocupar el espacio de la primera”, advierte Fernández. Para la ecologista, la amplia diversidad de híbridos que propicia la variedad genética de los robles es un motivo esencial para protegerlos.
¿Pero son todas las noticias sobre robles negativas? Los quejigos (Quercus faginea) y el roble pubescente (Quercus pubescens) se recuperan, sobre todo, “por el abandono de pastos y la colonización de antiguos matorrales”, apunta Nieto, quien también destaca que “los jarales-brezales y los aulagares se van llenando poco a poco de arbustos de Quercus”.
Adaptarse al cambio
La competencia entre especies no es la única amenaza a la que se enfrentan los robledales. Para la ecologista, el uso masivo de biomasa que no respeta la diversidad vegetal que habita la zona explotada también presenta problemas. “Para ahorrar costes se va a procesar la biomasa como si fuera una cosecha agrícola y se lo están llevando todo por delante”, critica.
A esto se añade que “los robledales europeos y españoles han sufrido un declive en los últimos 100 años, agravado desde los ’80 por el cambio climático”, señala el experto.
Sin embargo, “de las especies de robles, el mejor adaptado a las condiciones mediterráneas, y que resistirá mejor a la falta de lluvia y al incremento de las temperaturas, es el roble melojo o rebollo, ya que las hojas de esta especie tienen el envés aterciopelado lo que les permite captar la humedad ambiental del aire”, asegura Fernández.
Trasladar los robledales a cotas más altas
El científico del CSIC es partidario de favorecer la expansión de los robledales a mayores alturas: “El cambio climático actual puede ser mas rápido que la velocidad a la que se puede expandir una formación vegetal natural. Tenemos que ayudar al establecimiento de estas formaciones a mayor altitud en los sistemas montañosos”.
El Parque Nacional de Sierra Nevada puso en marcha un proyecto de plantación de robledales a 2.000 metros de altitud en noviembre de 2010. Pero el Organismo Autónomo de Parques Nacionales rechazó otro proyecto solicitado por el investigador.
A la repoblación de este tipo de bosques ha contribuido también ‘Huellacero’, una iniciativa del Centro de Servicios y Promoción Forestal y de la Industria de Castilla y León (CESEFOR), y la consultora ambiental Agresta. ‘Huellacero’ consiste en un certificado de cálculo, reducción y compensación de huella de carbono.
“Se calcula la cantidad de CO2 emitido por una empresa y se compensa esta huella de carbono con proyectos forestales”, explica a SINC Iñigo Lizarralde, responsable del proyecto.
Pero el valor de los robledales se extiende más allá del punto de vista ambiental. Según Fernández, “pueden tener una importancia económica para la zona donde se asienten: turismo, fabricación de barricas para envejecimiento de licores, obtención de taninos para curtidos, leña, madera, etc.”.
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PERFIL DEL ROBLE:
– Características: Pertenece a la familia de las Fagáceas. El término roble se usa para referirse a muchas especies de árboles del género Quercus. Árbol de hojas blandas, caducas y de borde sinuoso. Se desarrolla por completo a los 200 años. Su fruto es la bellota.
– Hábitat: Crece en regiones de clima mediterráneo. El roble común, por ejemplo, crece en suelos húmedos ricos en silicio, por lo que se encuentra tanto en climas fríos como tropicales de Asia, Europa y América. En la Península Ibérica abunda en las cordilleras húmedas o en las regiones más septentrionales.
– Demografía: España cuenta con 750.000 hectáreas de superficie de robledal y la especie más distribuida es el roble melojo o rebollo.
– Situación: Un tipo de roble de la cordillera cantábrica, el roble albar, se encuentra amenazado por bosques de hayedos. También están bajo amenaza el quejigo andaluz y el roble carvallo, en este último caso, por los cultivos forestales de eucalipto y pino insigne.
– Amenazas: Entre sus amenazas destacan el cambio climático, el aumento de temperaturas, los incendios, las actividades humanas, el avance de otras especies vegetales, el uso masivo de biomasa, etc.
– Medidas de conservación: Los expertos sugieren trasladarlos a zonas de más altitud, y pedir subvención de plantaciones.