El objetivo de la política exterior estadounidense en el Oriente Medio es ahora la creación de un Estado palestino. ¿Quienes de los que deseamos la paz con seriedad y responsabilidad podríamos oponernos a esto? Pero lo cierto es que no es el camino correcto el que se ha elegido.
El vice presidente estadounidense Joe Biden aconsejo enfáticamente a Israel a comprometerse a una solución de dos Estados con el fin de negociar una «paz» definitiva con los palestinos. En Gran Bretaña, el Secretario de Relaciones Exteriores David Miliband dijo que el problema «Palestino es la ocupación» y que ella se constituye en el mas grave elemento que favorece el reclutamiento para el extremismo islámico en todo el mundo.
El problema con esta insistente retórica en una solución de dos estados para dos pueblos es que no existe y nunca ha existido un socio palestino para la paz. «Los hermanos árabes» de los palestinos no permiten que estos coexistan en sus propios países, mucho menos que lo hagan en paz con Israel.
Las dictaduras árabes han sembrado suficiente discordia y corrupción en el liderazgo palestino por los últimos 45 años y estos se niegan a renunciar a la violencia y aceptar el derecho de Israel a existir como un Estado judío junto a ellos. Este concepto <básico> es parte de la ideología islamista y de los principios consagrados en la sha’ria, por tanto no debe sorprender a nadie. Días pasados, el señor Mahmoud Al-Zahar, un prominente líder de Hamas le envió una carta al presidente Barak Hussein Obama en la cual ratifico que «Palestina es tierra santa islámica (Waqf Islamiye). Al Zahar le indico al presidente Obama lo siguiente: «Nuestro problema nacional no está relacionado únicamente a la Ribera Occidental, Gaza y Al-Quds (Jerusalén) sino con todo el territorio de Palestina» (Al Yazira TV, Arabic News, 17 de Agosto). Entiéndase que cuando Al Zahar dice «todo», por supuesto que incluye a Israel, lo que él llama, «la entidad sionista ocupante.»
En lo que refiere a Hamas, el mensaje es claro: la guerra contra los judíos continuará hasta que Israel como un estado judío independiente sea vencido, esa es su visión y su estrategia. Si el presidente Obama, el señor Joe Biden o la señora Hillary Clinton no lo comprendieron, el mundo esta en serios problemas. Tampoco es «moderado» Al-Fatah aunque pretenda mostrarse como diferente al Hamas. Ello quedo claro en el ultimo congreso efectuado por su dirigencia la pasada semana en Betlehem y por si no alcanzaba con lo que allí se escucho, nada mas hay que retrotraerse al mes de marzo de este año, cuando Muhammad Dahlan, ex jefe de la policía de la ANP defendió al Fatah de la acusación formulada por Hamas sobre que la ANP había reconocido el derecho de Israel a existir, Dahlan declaro a un periódico sirio:»Quiero reafirmar que no estamos pidiendo a Hamas reconocer el derecho de Israel a existir. Lo que estamos pidiendo a Hamas es que no lo haga, ya que Fatah nunca reconoció el derecho de Israel a existir, una cosa es la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y otra muy distinta es Al-Fatah.»
Mucho se ha escrito y dicho en materia de la estrategia árabe de los años ’60. No redundare en ello, pero amerita señalar que como parte de esa estrategia, los árabes crearon en 1964 «una bandera para batallar contra Israel llamada palestinos», fue así que se disemino por el mundo que son los palestinos, y no Israel, los dueños históricos de la tierra que incluye al actual Estado israelí. Esto puede ser motivo de otro debate, pero lo cierto y de público conocimiento es que en cientos de foros, artículos y medios de prensa antisemitas se instalo con cierto éxito publicitario hasta la actualidad. De hecho, un miembro del comité ejecutivo de la OLP, el señor Zahir Muhsein explico esa estrategia en los años ’70 en una amplia entrevista al periódico holandés Trouw: «El pueblo palestino no existe», dijo. La creación de un Estado palestino es sólo un medio para continuar nuestra lucha contra el Estado de Israel. En realidad, no hay diferencia entre jordanos, egipcios, palestinos y sirios.
Sólo por razones políticas y tácticas hablamos de la creación y la existencia de un pueblo palestino y es por ello que los intereses nacionales árabes exigen y postulan la existencia de un «pueblo palestino» para oponerse al sionismo y nosotros debemos acompañar esa estrategia y seremos el frente de batalla del mundo árabe, sostuvo Muhsein. Aun así, los palestinos han tenido la oportunidad de tener su Estado.
La historia del siglo XX está plagada de todo tipo de oportunidades, todas abortadas por los países árabes, recuérdese el primer rechazo de 1936-1937 a la Comisión Peel; el segundo rechazo en 1947 cuando el Gran Mufti de Jerusalén Hajj Amin al-Husseini eligió la guerra en lugar de una solución de dos Estados; el de 1967 con la Guerra de los Seis Días, o cuando Israel ofreció paz a cambio de tierras a sus vecinos y, desde luego por los «Tres NO de 1967» durante la Declaración de Khartum: «No a la negociación, No al reconocimiento y No a la paz». También quedo demostrado que no fueron positivas las retiradas israelíes del sur del Líbano (2000) y Gaza (2005) ya que dejaron a los terroristas islamistas en libertad de acción para hostigar militarmente sobre las fronteras norte y sur de Israel. Pero siguiendo con el tema. En definitiva, lo que los árabes exigen para Palestina es un Estado soberano con la totalidad de Jerusalén como su capital y el retorno de todos los refugiados de 1948.
En otras palabras: No cabe la mínima duda que la administración Obama perderá el tiempo al igual que sus antecesores si piensa que podrá cambiar esta realidad regional a través de lo que se avizora en sus políticas actuales.
Hamas declaro una guerra sin fin no sólo contra el Estado de Israel, sino contra los judíos de todo el mundo ¿Cuánto le llevara al presidente Obama comprender esto? Me permitiré ir en su ayuda con algunos datos de rigor histórico: a) Una encuesta realizada en 2007 por Pew Global Intitute encontró que el 77% de los palestinos no desean vivir lado a lado con Israel como un estado judío. b) Otra encuesta realizada en el mes de abril por un prestigioso instituto noruego muestra resultados no menos concluyentes, la mayoría de los palestinos no está en contra de una solución de dos Estados, «siempre que ambos estados sean musulmanes». Quien lea el idioma árabe -y es de suponer que no le faltan traductores al presidente Obama- podrá apreciar que los medios de comunicación palestinos y los libros de educación primaria promueven esta propaganda tanto como la glorificación del martirio y el odio a Israel a los judíos y a los cristianos. Y suponiendo que ello sea menor, baste con leer las declaraciones del presidente de los palestinos «moderados» Mahmoud Abbas -quien parece añorar el Abu Mazzen de los ’80 cuando asaltaba bancos en Beirut junto a su jefe Arafat «para liberar palestina» desde el país de los Cedros- que recientemente rechazó cualquier posibilidad de que uno de los Estados a crearse fuera un Estado confesionalmente Judío y dejo abierta la opción de la resistencia y la lucha armada en lo que manifiesta un retorno a las ideas de la OLP de los años »70.
Indefectiblemente el presidente Obama y la Sra Clinton deberán comprender que cualquier esfuerzo de la administración se estrellara con la cuestión del odio y el rechazo subyacente en los gobiernos árabes y los grupos palestinos. Ninguna persona sensata y racional puede creer que la paz en Oriente Medio podrá alcanzarse mediante la creación de un Estado Palestino, «que incluso los palestinos no quieren, a menos que sea un estado árabe musulmán que sustituya al Israelí». No creo necesario extenderme sobre lo que ha sido Oslo, aunque este es el ejemplo perfecto y mejor acabado de que «en momentos críticos y definitorios» los palestinos no pueden tomar una decisión por si mismos en favor de un compromiso político pragmático. Al observar este escenario, uno podría pensar que la Unión Europea y los EE.UU. concluyen en que una solución de dos Estados para dos pueblos es una táctica diseñada para destruir a Israel como estado confesional judío en lugar de buscar «la paz». No creo estar de camino de esa opción. Sin embargo, lo cierto es que la presión de la «solución de dos Estados» es precisamente con lo que el Primer Ministro Netanyahu ha tropezado en su reunión con el Presidente Obama.
La administración estadounidense no entiende la naturaleza del problema en el Oriente Medio. No es que los israelíes no entiendan a Obama. Ellos lo entienden muy bien. El problema es que el presidente Obama es quien no comprende lo que está a la vista. La soberanía Palestina no les ha interesado jamás a los árabes «a menos que el objetivo de la creación de un estado sea un Estado árabe-musulmán que incluya lo que hoy es Israel». Dicho de otro modo, una solución de dos Estados para dos pueblos se ha propuesto una y otra vez porque los árabes la han rechazado siempre. No se trata de la archi-repetida frase «que nunca han perdido una oportunidad de perder una oportunidad» (que por cierto, así ha sido), su intención y estrategia suprema es la de borrar la presencia judía en Israel y esto esta por encima del cumplimiento de sus responsabilidades en la creación de un Estado propio e independiente. Aun si Israel derrumbara el muro de seguridad, eliminara todos sus puestos de control en Cisjordania y accediera volver a las fronteras anteriores a 1967 desmantelando todas las ciudades israelíes, sus pueblos y aldeas de la Ribera Occidental (como lo hizo en Gaza) y adhiriera a las demandas palestinas sobre Jerusalén y el retorno de los refugiados de 1948, ¿Qué persona realmente conocedora del Oriente Medio podría creer que esto supondría el final del conflicto del islamismo con Israel? Entonces ¿Por qué el presidente Obama presiona a Israel en lo que sólo puede describirse como un pacto de suicidio para su destrucción?
Felizmente, observo por estos días que esta sucediendo lo que sostengo hace mas de 25 años, -debo decir, al costo de muchas enemistades de propios y ajenos-: «una creciente mayoría de israelíes y de judíos fuera de Israel han llegado a comprender que un acuerdo con los palestinos es inútil ya que una vez que se hayan retirado de Cisjordania o de las Alturas del Golán la renovación de los ataques contra Israel seria brutal, Gaza fue el ejemplo. El mundo siempre encontrara excusas antisemitas para justificar el mal comportamiento palestino. Los palestinos están determinados a renegar de las disposiciones clave de un acuerdo como lo hicieron en virtud de los Acuerdos de Oslo y hoy, nada indica que la administración estadounidense respondería enérgicamente, por el contrario y si con ello mantiene al mundo árabe y musulmán satisfecho hasta seria poco probable que diese luz verde a nada que Israel necesite realizar en relación a la defensa de su seguridad nacional. Uno tiene que ser un ingenuo para creer que Mahmoud Abbas o cualquier otro líder palestino-árabe quede conforme con un retiro de Cisjordania y no pida más, ¿como puede pensar eso la administración Obama? Y no deseo explayarme sobre el «progreso de las negociaciones» ante la amenaza nuclear iraní, según lo sugerido por los funcionarios de política exterior de EE.UU. donde ya todo acaba convirtiéndose en un absurdo. Incluso una aceptación tácita de EE.UU. e Israel de un Irán con armas nucleares no será suficiente para persuadir a Teherán en aceptar una solución de dos Estados que permita a Israel existir como un Estado judío. Los lideres iraníes han construido su reputación como islamistas radicales por un lado en su anti-americanismo y por otro en su insistencia en que el Estado judío no debe existir en «el corazón del mundo musulmán» En consecuencia ¿Por qué abandonarían su razón de ser cuando la única nación capaz de amenazar su poder, los EE.UU. sigue tratándolos suavemente través del diálogo y la ineficacia de sanciones económicas siempre incumplidas por algunos países integrantes de la Unión Europea?
La administración estadounidenses parece no entender que si el régimen iraní sigue avanzando en su programa nuclear es un gravísimo riesgo no solo para Occidente e Israel, sino también para los estados productores de petróleo del Golfo, tampoco parece comprender que las amenazas a Estados Unidos y sus regímenes árabes aliados animan a los musulmanes yihadistas en la región, o que Irán no es solo una amenaza existencial para Israel sino que configura la desestabilización, el caos y los crímenes en Irak, el financiamiento y aprovisionamiento de los 45 mil misiles que hoy dispone el arsenal de Hezbollah y el mayor boicot a la paz en la región. Los árabes lo saben, los israelíes también, pero la administración Obama parece ignorarlo. ¿Realmente el presidente Obama creerá que en el momento en que un estado palestino se establezca en Gaza y Cisjordania, Siria dejará de transferir terroristas a Irak, armas iraníes al Líbano y que pondrá fin a sus -hasta ahora- ocultos programas de armas químicas y biológicas, o que reducirá sus lazos con Irán y Corea del Norte y que dejara de entrometerse en los asuntos libaneses? ¿La administración Obama cree en realidad que impedir a una familia israelí construir su casa en un barrio de Jerusalén o fuera de el, es más importante que detener a Irán en adquirir armas nucleares o exigir que los islamistas dejen de incitar el odio a los judíos y a Israel en sus escuelas, mezquitas y medios de comunicación? ¿No seria más importante que el presidente Obama comenzara por exigir desmantelar las infraestructuras terroristas en el Oriente Medio? La realidad que Obama se niega a aceptar es que la paz nunca ha sido rechazada por los israelíes. Siempre lo ha sido por los enemigos de Israel.
El objetivo de la política exterior estadounidense en el Oriente Medio es ahora la creación de un Estado palestino. ¿Quienes de los que deseamos la paz con seriedad y responsabilidad podríamos oponernos a esto? Desde luego que nadie. Pero lo cierto es que no es el camino correcto el que se ha elegido. Muy poco se puede esperar de esta iniciativa de la administración estadounidense si las organizaciones terroristas no renuncian al terror. Las cosas no funcionaran, mientras dos de cada diez palestinos creen en el derecho de Israel a existir como un Estado con una mayoría judía no puede haber una paz basada en el éxito de una solución de dos Estados. Israel no puede permitirse el lujo de tomar riesgos que plantea la existencia de un santuario terrorista basado en el propio estado palestino cuyos dirigentes se niegan a reconocer el derecho a su existencia.
El presidente Obama deberá entender que el máximo que cualquier gobierno Israelí estará dispuesto a ofrecer a los palestinos -y aun así, sobrevivir políticamente- es mucho menor que el mínimo que cualquier líder palestino puede aceptar. Esta es la realidad que Obama no puede entender y que en definitiva lo muestra increíblemente ingenuo en sus posiciones erróneas y mortalmente peligrosas para la paz.