Acaricia el fundamento de la Creación. Observa las nubes que cruzan el cielo de tu alma. Contemplas como gotean con su fina lluvia los campos áridos de tu pensamiento. Muda las aspiraciones materiales que te alcanzan permanentemente y sacrifícalas por los sueños de una contemplación más espiritual.
Vigila los horizontes mundanos, las mareas vulgares que te arrinconan al final de la playa de tu conocimiento. Derrama esas lágrimas de amor que vuelcan tus deseos egoístas y se convierten en el mundo generoso y comprensivo de tu corazón.
Pasea libre, sin ataduras, por las extensas llanuras de la sabiduría. Practica con las innumerables voces que emanan de tu mente y las conviertes en una única que fomente el discernimiento, la quietud de un pensamiento único.
Fíjate como se reproducen ante ti las imágenes de una vida sin sentido, vagabunda y desorientada, y aprende a canalizar la energía vital del Universo a través de tu sonrisa, de tu alegría, de tus sensaciones de amor que te abren el mundo de la estabilidad.
Tu barca viene desprovista del timón, el que se quedó perdido en la travesía anterior, en la ruta de aquel viaje ancestral que supuso para ti un reconocimiento a la oscuridad en vez de a la luz.
Tienes ante ti la vida, sin explicaciones ni mensajes, sin apuestas ni contemplaciones, pero con la magnanimidad de ser tu consejera, tu aliada, el libro blanco que te da de nuevo la oportunidad de comenzar a escribir. No tengas miedo y escribe lo que sientas, lo que sueñes, lo que deseas.
Los Seres de Luz te animan, te instruyen, te aman. Reorienta tu visión existencial, disminuye tu apetencia material y vuelca tus aspiraciones en el mundo mágico del Amor.
La iluminación no es tener luz sino conocimiento. El amor no es ser bueno con los demás sino alcanzar el diploma universal. Ser sabio no es exclusivamente tener sabiduría sino la contemplación de la Nada y el Todo.
Nunca esperes lo que no se hace con esfuerzo, aunque, a veces, el destino te gratifica. Quizás, como prueba y aprendizaje.
Qué aroma proviene de tu corazón. Que fragancia emana de tu alma. Cuando te has convertido en el observador de la Manifestación creada, te has convertido en la célula viva, la bella imagen de la individualidad y colectividad creativa universal.
Ya perteneces a algo especial siendo consciente de ello. Ya no miras atrás. Ya conectas con otras células vivientes, generadoras de vida ante nuevas sin vida aún. Ya eres Alguien, aunque vivas en la mortalidad terrenal. Pero tu Espíritu es parte primordial de la Aventura de la Vida y del Amor.