EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Todo este tira y afloja entre Camps y Rajoy y las palabras del presidente de la Diputación de Valencia y del PP provincial, Alfonso Rus, mediante las cuales dijo que “cuando a Rajoy le faltaba la peseta para el duro, el primero que dio un paso adelante fue Paco (Camps)”, todo esto me recuerda aquel viejo chiste que nos cuenta lo siguiente: Un día le dijo la madre a su hijo: “Juan, coge el guanajo –el pavo- y mira a ver si lo puedes vender para recoger un poco de dinero”. El muchacho cargó con el guanajo y se fue de casa en casa ofreciendo el ave hasta que en una de ellas le abrió la puerta una señora medio desnuda que hizo pasar al muchacho al interior de la vivienda y en ese momento se oyó una voz, proveniente de la entrada, una vez de hombre, gritando: “¡Lucía, donde estas!”. La mujer cogió al muchacho y al propio tiempo que decía algo referente a que su marido era muy celoso, hizo entrar al chico a un cuarto oscuro y les escondió a él y al guanajo dentro de un arcón. Una vez dentro el joven se percató de que allí dentro había alguien más: “¿Quien está ahí?” preguntó el chico”. “Chiss, cállate” le respondió en tono muy bajo una voz masculina. El muchacho calló, pero se dio cuenta de que allí pasaba algo raro y pensó que podía sacar al positivo de la situación. Al momento le dijo al desconocido: “Oiga, le vendo el guanajo”. “¿Y para que quiero yo el guanajo?” le respondió este. “O me compra el guanajo, o grito”. “No, no grites, te lo compro. ¿Cuánto dinero quieres?” “Quince pesos”. “Está bien tómalos”. Transcurre un poco de tiempo y el muchacho le dice al otro: “Oiga, le compro el guanajo”. “¡Pero si me lo acabas de vender!”. “O me vende el guanajo o grito”. “No, no grites, te lo vendo, ¿cuánto me das por él?” “Diez pesos” le responde el muchacho, “¡Pero cómo, si te lo acabo de comprar por quince!”. “O me lo vende por diez, o grito”. “Está bien, te lo vendo”. Pasa un cierto tiempo y el chico le dice a su compañero de encierro:”Oiga, le vendo el guanajo”. “Pero si me lo acabas de comprar”. “O me lo compra o grito”. Bueno está bien, ¿cuánto vale?” dice resignado el otro. “Quince pesos”. “¡Quince pesos, si te lo acabo de vender por diez!”. “O los quince pesos o grito”. Así, le vendo o le compro, están un largo tiempo, siempre ofreciendo el muchacho menos a la hora de comprar que al momento de vender, cuando de pronto y en el momento en que el muchacho acababa de comprarle el guanajo al otro, se levanta la tapa del arcón y estando todo a oscuras le dice la dueña de la casa: “¡Sal y márchate que mi esposo ha salido!”. El muchacho se marcha y se va directo a su casa y su madre al verle entrar cargado con el guanajo le pregunta:” ¿Qué ha pasado?” “¿No has podido venderlo?”. “Si madre, lo he vendido”. Le responde mostrándole el dinero a su madre “¿Y cómo es que lo vuelves a traer a casa?”. El chico le cuenta lo ocurrido dentro del arcón y su madre le dice muy enfadada: “¡SinvergÁ¼enza, eso que has hecho está muy mal, ya estás yendo a devolver el dinero o darle el guanajo al que se lo vendiste!”. “Madre, no puedo, no le vi la cara, no sé quien es”. “Bueno pues ya te estás yendo a la iglesia y te confiesas, lo que has hecho es pecado” le ordena la madre. El muchacho se va a la iglesia y se acerca al confesionario: “Ave María Purísima” dice. “Sin pecado concebida” le responden desde el interior de la casilla. “Dime hijo mío” “Mire padre me acuso de haber vendido un guanajo…” Nada más decir esto y sin darle tiempo a acabar, salió del interior de la cabina el cura hecho un basilisco diciéndole al muchacho: “¡Ah, maldito ladrón! ¿Con que tú eres el del guanajo?”
Este es el problema que Rajoy tiene con Camps, que la ratifica como candidato o grita y dice lo que hay en el oscuro fondo del armario ropero donde guarda los trajes de la trama del caso GÁ¼rtel.