¡Orden, orden, orden..!, grita arrogantemente la derecha clerical
Orden entre los parados, orden entre quienes ni tan si quiera cobran los 400 euros, orden ante el desahucio de miles de personas, orden si nadie encuentra trabajo, orden si no existe futuro laboral, orden para los jóvenes, orden en las calles, orden en la enseñanza, orden y disciplina en los hospitales, orden contra los homosexuales, orden contra las lesbianas, orden contra los intelectuales, orden contra los arrebatos independentistas, orden contra las abortistas, orden contra los anticonceptivos, orden contra el libre ejercicio de la prostitución, orden contra los hedonistas, orden contra los ateos, orden contra la pornografía, orden contra la libertad sexual, orden contra el libre pensamiento, orden contra la prensa…Todo debe permanecer en orden. El Todo es el Orden. El Orden es el Poder.
El orden es necesario para garantizar el desorden creado por la ambición, la codicia, el despilfarro del Kapital. El orden es necesario para garantizar la explotación de sus víctimas, aquéllas que pagarán el desorden del Kapitalismo. Orden para eternizar la dominación del Kapital y la esclavitud de los trabajadores. El orden y la disciplina de los trabajadores son necesarios para que el Kapital alcance la dominación absoluta. No se cansará hasta conseguirlo. Sólo entonces el Kapital se sentirá seguro. En ese momento se habrá alcanzado el fin de la Historia. De su historia, porque el proletariado, su negación, habrá perecido como contradicción, que fue antítesis regeneradora, en los campos de batalla del orden Kapitalista. Transformado, ahora, de animal político en animal hipotecado. La síntesis de la lógica de la dominación. El fin, ¡al fin! Y esto sólo lo pueden conseguir el Kapital y su inseparable aliado, algún dios, desmantelando el Estado-sociedad de bienestar, reduciendo a la mínima expresión el ejercicio de los derechos individuales y arrinconando la libertad moral y sexual en los calabozos de “sus” cárceles.
¡Orden! trabajadores, parados, desahuciados, feministas, pervertidos, inmorales, herejes, librepensadores, prostitutas… ¡Orden! vosotr@s no formáis parte de la nación, de “su” nación. No formáis parte de “sus” ciudadanos, sois “sus” enemigos. Esclavos de las hipotekas económicas y morales que el Kapitalismo y dios, los dos siempre juntos, os han impuesto como pesadas cadenas con las que viviréis; el tiempo que tengáis la insolencia de vivir, que siempre será demasiado, viviréis encadenados. Como Sísifo, cargaréis la hipoteca una y otra vez. Y más allá también. Siempre. Gracias al orden y a las hipotekas el Kapitalismo y su dios podrán garantizarse la eternidad. Su eternidad. Todo es suyo. Con lo fácil que hubiera sido, quebrando todos al mismo tiempo, el desplome del Kapitalismo, que acabaría enterrado bajo sus propios exKrementos.