Sociopolítica

Otoño

No es fácil enfrentarse a una situación económica complicada como la actual, el gobierno ha decidido acribillarnos a impuestos, con unos bolsillos cada día mas menguados, el otoño ha empezado a dar sus pasos y los días son cada día más cortos, todo parece confabularse para que el común de los mortales vea un horizonte poco halagÁ¼eño, desalentador y algo un poco deprimente.

La economía de nuestro país ha entrado en una fase difícil por mucho que algunos se empeñen en negarlo, los políticos desde su pedestal observan una masa de gente que los mira con desprecio e indiferencia, mientras lucha por llegar a fin de mes, tarea cada vez más complicada, nadie parece interesado en cambiar nada de lo que nos afecta, los sindicatos anclados en su vetusto discurso propio del siglo XIX en el mejor de los casos.

Nadie se va a movilizar por la gente común los partidos van a su ritmo que es ajeno al resto del mundo, el estado es un ente que no termina de desarrollar un papel realmente útil.

La burocracia ha multiplicado su presencia dificultando y haciendo más farragosa nuestra existencia.

No estamos en una situación fácil para que nadie despilfarre dinero, así que el estado protector e intervencionista, ha decidido sin consulta previa que va a gastar dinero para ayudarnos a salir de la crisis.

Es agradable ver cómo nos machacan a impuestos, cuando lo más útil hubiera sido dejar de acribillarnos a impuestos para que las personas gasten el dinero que ganan honradamente en lo que consideren menester, pero el estado, ha decidido que todos los ayuntamientos se pongan a hacer obras, que se levanten aceras, se cambien pavimentos y demás zarandajas, en vez de dejar que la gente tenga dinero para emprender sus proyectos abiertamente.

El estado tiene la extraña habilidad de importunar nuestra existencia con sus decisiones, nos dice en que hay que gastar nuestro dinero, si debemos fumar o no, lo que debemos sentir…

Si el estado nos dejara tranquilos y no nos fundiera a impuestos y tuviéramos nuestros bolsillos llenos, consumiríamos, haríamos cosas y todo estaría algo menos desajustado.

Los seres humanos no necesitan que un tercero administre su dinero, salvo que se sufra una enfermedad mental grave e incapacitante, pero al parecer los políticos son los que siempre tienen la última palabra en nuestras míseras existencias.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.