“Normalmente en lo que respecta a sus sueldos los políticos siempre suelen ponerse de acuerdo sin mayores problemas. Al menos llevan décadas demostrando que así es”.
Mientras que en el Partido Popular están manejando un borrador para proponerle al PSOE un pacto con el fin de fijar un tope a los sueldos de las alcaldes, los socialistas dicen disponer de un plan para el empleo que quiere pactar con todos los partidos políticos, los sindicatos y la patronal con la intención de crear empleo a corto y medio plazo. Con las debidas reservas creo que de las dos propuestas la que más posibilidades tiene de salir adelante es la de fijar el sueldo de los alcaldes. El planteamiento del PP se concreta en que el sueldo de los alcaldes se contemple dentro de una horquilla que vaya desde los 100.000 euros anuales para los de ciudades de más de medio millón de habitantes, pasando por las demás poblaciones según su número de ciudadanos hasta llegar al sueldo más bajo que sería de 30.000 euros para los primeros ediles de poblaciones entre 5.000 y 1.500 habitantes. Esto último no está nada mal para un alcalde de “pueblo”, aunque los de las grandes ciudades seguro estoy de que muchos de ellos jamás habrían soñado con ganar 100.000 euros en un año. No sé por qué tengo la sensación que los dos grandes partidos se pondrán de acuerdo para establecer estos sueldos. Habrá pequeñas diferencias pero serán de matiz más que de fondo. Normalmente en lo que respecta a sus sueldos los políticos siempre suelen ponerse de acuerdo sin mayores problemas. Al menos llevan décadas demostrando que así es.
En cuanto al pacto para el empleo sería muy positivo que todos se pusieran de acuerdo en dos cosas muy simples, yo al menos lo veo así, simples, “apretar” a la banca para que de créditos a las empresas, sobre todo a las pequeñas y medianas, a los autónomos y a los emprendedores para ayudarles a reactivar sus industrias y montar nuevos negocios y a las familias para que estas puedan adquirir viviendas y todo tipo de bienes de equipo, en definitiva “mover” el dinero para activar el consumo y con ello la productividad, productividad, es sinónimo de empleo. La segunda se trataría de proceder a la contrarreforma fiscal bajando los impuestos y “reformar” la reforma laboral, dando mayor estabilidad al empleo y adecuar los salarios a la realidad de los precios de todo lo que consumen los ciudadanos. En definitiva se trata de “ajustar” el poder adquisitivo de los trabajadores que actualmente está totalmente desnivelado. Pero no solamente hay que exigirle a los banqueros que arrimen el hombro, sino que hay que advertirles muy seriamente que la usura, que están practicando de forma verdaderamente escandalosa e intolerable, va a ser perseguida por la justicia para impedir abusos que sobrepasan con creces la línea de lo que es lícito y de lo que es un expolio feroz y desmedido ante el cual los ciudadanos se encuentran totalmente indefensos. Pero claro, en esto de los bancos a ver quién es el valiente, cuando la mayoría de los partidos políticos les deben a los banqueros lo que no está escrito y les han condonado muchas deudas, a ver quién es el “machote” que le pone el cascabel al gato.
En España los parados suman ya casi seis millones y es hora de atajar este mal que cada vez se ceba más en la población sin que el Gobierno haga nada positivo para frenar esta vorágine de destrucción de puestos de trabajo que con sus erráticas medidas ha propiciado. Hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha acabado reconociendo que se han equivocado al dictar las medidas de austeridad que se han aplicado que no han hecho más que, y así se ha dicho desde el FMI, empeorar las cosas. Pero a pesar de ser admitido este error por parte del FMI el Ejecutivo de Rajoy sigue con sus palos de ciego.
Mariano Rajoy, no se ha dado cuenta de que con seis millones de parados y más que habrá, esa mayoría a la que él alaba porque dice que no salen a armar jaleo en la calle y que erróneamente, se equivoca Rajoy una vez más, cree que es porque está de acuerdo con lo que hace el Gobierno, esa mayoría acabará lanzándose a la calle y no quiero pensar las consecuencias que esto pueda traer. La capacidad de aguante tiene, como todo en esta vida, un límite.