Sociopolítica

PADRES E HIJOS

PADRES E HIJOS
Como individuo perteneciente a una sociedad “civilizada” y legislada, pero sobre todo como madre, pienso que sería conveniente no olvidar los artículos 154 y 155, aún en vigor, de nuestro CÁDIGO CIVIL, a la hora de educar a nuestros hijos. No sólo porque como padres somos responsables de nuestros hijos y sus actos, sino porque la falta de responsabilidad está penada con las consecuencias de los actos de nuestros hijos. Aún más conveniente sería, leer a nuestros hijos y hacer que comprendieran que las leyes también son para ellos.
Art. 154.
Los hijos no emancipados están bajo la potestad del padre y de la madre.
La patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos de acuerdo con su personalidad, y comprende los siguientes deberes y facultades:
1º Velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral.
2º Representarlos y administrar sus bienes. Si los hijos tuvieren suficiente juicio deberán ser oídos siempre antes de adoptar decisiones que les afecten.
Los padres podrán en el ejercicio de su potestad recabar el auxilio de la autoridad. Podrán también corregir razonable y moderadamente a los hijos.
Art. 155.
Los hijos deben:
1º Obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su potestad, y respetarles siempre.
2º Contribuir equitativamente, según sus posibilidades, al levantamiento de las cargas de la familia mientras convivan con ella.

Como individuo que pertenece a una sociedad y como madre, animo a todos los padres a que dediquen a sus hijos un poco del escaso tiempo libre que tenemos, que los escuchen, que compartan con ellos el mayor número de actividades posibles por muy tediosas que nos parezcan o por muy cansados que estemos. Os animo a que os pongáis a su altura y penséis en todo lo que nosotros hacíamos cuando teníamos su edad, para que veáis lo difícil que les hemos puesto jugar en la calle, salir de paseo, ir al parque, a la playa, a la piscina, al cine.
En la infancia más temprana, todas sus actividades no lectivas dependen de nosotros, de las ganas que tengamos y del tiempo libre que queramos dedicarles, por lo que salen de la prisión de sus casas con paseos restringidos.
En plena infancia les damos toda clase de máquinas electrónicas para que no nos pidan salir. Creando individuos, en el más amplio sentido de la palabra, que no quieren pertenecer a la pequeña sociedad en la que deberían desarrollarse. Creamos pequeños dictadores acostumbrados a ser los dueños de sus pequeños mundos.
Entre la infancia y la adolescencia, les echamos a las calles de las que desconoces absolutamente todo para que no nos molesten, les damos las llaves de las viviendas para que hagan su vida con la excusa de que ya son mayores y que nosotros hacíamos muchas más cosas que ellos, que nadie estaba pendiente de nosotros, y con la frase: “Si nuestras madres hubieran estado tan pendientes como nosotros, con 4 hermanos que éramos, se hubieran vuelto locas”. Pero no tenemos en cuenta la sociedad que hemos creado para ellos, o la que hemos creado para nosotros en la que ellos no tienen cabida.
En plena adolescencia, el ego y el poder, que hemos desarrollado en ellos por nuestra falta de dedicación, se apoderan de ellos hasta el extremo más insospechado. Son individuos déspotas, dictatoriales, egocéntricos, con una sola meta: Hacer lo que ellos quieran en el momento y lugar que ellos digan. Pasando por encima de todos y de todo. Sólo lo que ellos quieren tiene valor, y el valor de la vida es para ellos “nada”.
No son en ningún momento inocentes de las cosas o de la vida, la mayoría conocen las leyes que les eximen de culpa en los actos que saben no legales, y las aplican sin rebeldía porque es su selva. Son nuestras leyes en una sociedad salvaje que ha perdido los valores, o mejor dicho, que no conoce los valores, ya que no hemos tenido tiempo de enseñárselo o mostrárselos. Para inculcar valores hay que vivirlos, para tener hijos hay que ser responsables, para exigirles debemos exigirnos a nosotros mismos. Los hijos no son juguetes de usar y tirar, no tienen un botón “on-off” para cuando nos apetezca ser padres. Ser padres es, querer y serlo durante mucho tiempo, ser hijos también. Por lo que a la vez que aprendemos a ser padres debemos enseñar a ser hijos a los futuros padres.
Podemos como padres, sacar un poco de tiempo e intentar que nuestros hijos nos dediquen un poco del suyo para hablar, será difícil, pero el día a día es de por sí un camino muy duro. Hablar, nos llevará con el tiempo a la práctica común de otras actividades, nos hará compartir experiencias inolvidables como padres hoy, como hijos y como futuros padres mañana.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.