“Te pasas la vida tratando de hacerlas volar. Corres con ellas hasta quedar sin aliento. Caen al suelo. Chocan con los tejados. Tú las remiendas, las consuelas, las ajustas y les enseñas. Observas cómo el viento las mece y les aseguras que un día podrán volar. Finalmente vuelan. Necesitan más hilo y tú sueltas más y más, y sabes que muy pronto la bella criatura se desprenderá de su cuerda de salvamento que la ata y se elevará por los aires, como se espera que lo haga, libre y sola. Solo entonces te das cuenta de que has hecho bien tu trabajo”.
Erma Bombeck