- La encuesta última del CIS (de cuya dependencia al poder siempre alberga uno dudas), muestra aún así un serio panorama en España, como no podía ser menos en un país con un paro del más del 21 % y unas instituciones oficiales podridas por la corrupción.
- Así que después del paro, la corrupción ocupa el segundo lugar entre las preocupaciones de las personas de bien.
Todo esto es normal en España, pero no lo sería tanto en un país vecino como Francia, por ejemplo, donde ayer, 9 de Marzo, los franceses tenían convocadas 250 manifestaciones en todo el país como rechazo a la reforma laboral que se intenta imponer tomando como modelo la española.
Esta reforma que avala el presidente «socialista» Hollande y su primer ministro no lo aguantan los franceses, que solo tienen un 10 % de paro y una corrupción con mucha distancia a esta de España.
Aquí aún estamos viviendo el estrés post-traumático del fascismo y parece que nos cuesta sacar la voz del cuello de nuestras camisas.
Y encima estamos amenazados por la formación de un nuevo gobierno al servicio de los ricos que estaría formado por esa Gran Coalición donde estarían todos los defensores del continuismo de las políticas que han arruinado al país: PP, PSOE y el nuevo rostro del neoliberalismo español llamado Ciudadanos. Este tripartito pretende con todas sus fuerzas seguir con la reforma laboral y todos los recortes impuestos por los buitres financieros internacionales con la complicidad de los gobiernos europeos desde su centro de operaciones llamado Bruselas, o Unión Europa, que no cesa de recetar más recortes a pesar del gigantesco que desastre que produjeron los anteriores.
El fantasma que asusta a los ricos en España, y el antídoto de su veneno neoliberal se llama PODEMOS
Contra esta organización nacida del espíritu del 15-M como expresión del hartazgo del pueblo, se ha puesto en marcha un verdadero linchamiento moral con toda clase de calumnias, zancadillas, intentos de criminalización y otras sucias maniobras para impedir que PODEMOS dirija lo que más temen los ricos: un gobierno del pueblo.
A las grandes fortunas lo único que les preocupa es que salga electo un verdadero gobierno, y no esta sucesión de hombres de paja que se turnan para que todo siga igual. O sea: la corrupción, la explotación salvaje de los trabajadores, la pobreza en todas sus formas, la impunidad para los defraudadores ricos, la precariedad laboral, el paro sin fecha de caducidad, el abuso de los poderes fácticos, los medios de comunicación domesticados, los jueces politizados y al servicio de leyes pensadas para castigar a los pobres, la Iglesia y sus intolerables privilegios fiscales, políticos y sociales, y un largo etc. que conocemos de sobra.
Un verdadero gobierno al servicio del pueblo trabajador, las clases medias y las pequeñas y medianas empresas tendría entre sus metas los impuestos progresivos a las grandes fortunas, la persecución de los evasores fiscales y su castigo ejemplar, la lucha contra la corrupción y contra los paraísos fiscales, la separación efectiva de los tres poderes del Estado, así como los créditos a las empresas pequeñas y a los autónomos al mismo interés que el banco central europeo pone a los bancos nacionales.
Para eso haría falta poner límites a la voracidad de la Banca española y un banco estatal que canalizara los recursos procedentes del Banco Central Europeo.
Y a lo dicho habría que añadir, por supuesto, una sanidad y educación pública gratuita universal y de calidad, unas pensiones y ayudas sociales que garanticen calidad de vida y el fin de la pobreza energética para pensionistas y familias sin recursos (a los que habría que proteger especialmente para sacarlos de esa situación).
Estas y otras medidas de esa índole serían puestas al servicio de la gente por un verdadero gobierno.
La distancia que existe entre lo que hoy tenemos y lo que aquí se propone marca la frontera entre los gobiernos indignos de los ricos avaros y sedientos de poder y los gobiernos liberados de su tutela que defienden la dignidad de las gentes de bien.
¿Cuándo sonará el Gran Despertador? (Suelo preguntarme esto de vez en cuando)