Cada día, se lee en prensa o se escucha en la radio o televisión que, debido a la crisis en la que estamos inmersos, se destruyen puestos de trabajo. Desgraciadamente, cada vez se están creando menos necesidades de personal, independientemente del sector profesional. Nadie se esperaba la crisis. De haberlo hecho, se hubiesen tomado medidas antes.
Se ha roto, no sólo la burbuja inmobiliaria de la que tanto se ha dependido en nuestro país, sino también la irrealidad en la que todos vivíamos, muchas veces por encima de nuestras posibilidades. Ahora, nos esperan momentos duros que no han hecho sino comenzar. Como nuestros políticos no tomen medidas lógicas, la situación va a llegar a ser insostenible.
Las oficinas de empleo están abarrotadas de personas de todo tipo, condición, profesión, cualificación, edad, sexo, etc. La falta de trabajo no discrimina y menos en los momentos duros.
Las oficinas de empleo no reciben ni una sola oferta de empleo para hacer que descienda el número de parados. Sin embargo, centrándome ya en el tema que quería abordar hoy, el Servicio Público de Empleo hace mucho tiempo que tiene grandes carencias que parece que nadie quiere ver y, aun menos, solucionar.
Existen dos problemas fundamentales:
1.- No prestan a las empresas el servicio que precisan.
2.- No ayudan a los demandantes de empleo de cualquier tipo a encontrar un trabajo acorde a sus posibilidades.
Muchas veces, el problema lo enfocan en la falta de personal, aunque, no es sólo esto. Puede ser que realmente les falte personal, sin embargo, no es necesario, sacar nuevas plazas mediante oposición o concurso-oposición sino de reestructurar adecuadamente al personal publico (funcionario) porque en otras administraciones sobran y esto no es discutible porque hay argumentos y datos que lo justifican. Es cuestión de reciclar a los funcionarios y de utilizarlos allí donde más se les precise a nivel de Estado, Comunidad Autónoma, Provincia o entidad local. La administración tiene que estar unida y ser una que se preocupe por dar el mejor servicio a los usuarios de la misma. ¿Pasa esto hoy en día?
Pero volvamos a los problemas. Si me centro en el primero, las empresas no recurren al Servicio Público de Empleo aun cuando se trata de un servicio gratuito. Lanzo una pregunta ¿Acaso no lo necesitan?
Las empresas necesitan constantemente cubrir puestos de trabajo ya existentes o de nueva creación. Lo que pasa es que el recurrir al Servicio Público de Empleo no ayuda nada porque demora la necesidad en vez de acelerar la búsqueda de los trabajadores que se precisan. Desde que una empresa inserta una oferta de empleo en la oficina de empleo que le corresponde pasan por lo menos 10 días hasta que le comienzan a llegar candidatos o a tener alguna noticia.
No hay que olvidar que para encontrar a los mejores candidatos hay que ser rápidos y efectivos en la búsqueda. Además, la gran mayoría de los candidatos que envía no cumplen ni siquiera los requisitos básicos. En la ficha telemática de cada demandante tendría que adjuntarse el currículum detallado para que los funcionarios hiciesen filtros que ayudarían a ajustar mucho más a los candidatos ideales a la hora de enviarles las ofertas que encajan con ellos. ¿Cuántas veces se quedan los candidatos correctos en el sistema? Multitud de ocasiones, simplemente por un problema de gestión adecuada de los datos.
Creo que no se saca muy poco partido a las base de datos de demandantes de empleo del Servicio Público de Empleo. Esta claro que hay que tener cuidado por la confidencialidad de los datos personales. Sin embargo ¿Por qué las empresas no pueden acceder a la base de datos para buscar los perfiles que precisen? Pues porque nadie lo ha pensado seriamente porque si se les permitiese buscar por provincia, experiencia, etc. permitiría agilizar trámites y una vez que las empresa tengan detectados a los potenciales candidatos el Servicio Público de Empleo facilita al candidato los datos de la empresa y viceversa para mantener satisfechas a ambas partes.
Por otro lado, porque el Servicio Público de Empleo no acude a las empresas para ver cuales son sus necesidades y en función de este estudio previo ponerse a trabajar para facilitarles los candidatos que mejor encajen o buscarlos de la forma más adecuada. El Servicio Público de Empleo tiene que prestar un servicio a las empresas para que éstas comprueben que merece la pena contar con el mismo, algo que desgraciadamente, no ocurre en la actualidad. Tiene que producirse un contacto directo entre ambas partes para establecer comunicación fluida que ayudaría a mejorar el servicio.
Es más, el servicio público debería de hacer un análisis crítico de la situación, preguntándose lo siguiente ¿Por qué las empresas no acuden a nosotros? ¿Qué podríamos mejorar? No es necesario ningún estudio que cueste miles de euros, sino preguntar directamente a las empresas y encontrarán las respuestas. Otra cosa es que no les guste lo que vayan a oír ni quieran admitir la parte de culpa que les corresponde. Al fin y al cabo, son funcionarios y, hagan bien o mal su trabajo, cobrarán lo mismo, seguirán sine die en el puesto…
Si nos enfocamos en el otro lado, los demandantes de empleo no encuentran un empleo adecuado, no porque no quieran sino porque a veces no saben o no tienen los medios necesarios para hacerlo. Es defraudador que uno esté apuntado en el Servicio Público de Empleo y le llegue una notificación para acudir a una oferta en la que claramente no encaja para nada su perfil. De esta forma, se hace perder el tiempo al que busca trabajo y al que necesita incorporar ese perfil a su empresa y le hace perder valor al servicio. Por supuesto, esto no es culpa de los funcionarios (o sí) sino de los encargados de gestionar el Servicio Público de Empleo para que funcione, es decir, de nuestros gobernantes. El propio método de funcionariado, tampoco ayuda a mejorar el servicio.
Tendría que haber más servicio de asesoramiento al que busca trabajo y al que realmente lo necesita y esto se hace con una comunicación más periódica con los que buscan empleo para conocer si saben qué tienen que hacer para encontrar trabajo. Además, tendrán que dar el servicio al que realmente lo necesite e informar del mismo, sin necesidad de preguntarlo. Por sorprendente que parezca, hay muchos demandantes de empleo que están apuntados en el Servicio Público de Empleo que no saben que existe este tipo de servicios.
Muchos demandantes de empleo no saben cómo hacer un sencillo CV o cómo afrontar una entrevista de trabajo. Esto se soluciona haciendo sesiones de trabajo prácticas que les enseñen a hacerlo y a evitar errores que les cierren puertas en vez de abrírselas. El servicio que se presta a día de hoy es insuficiente.
Posteriormente, hay que proveer formaciones adecuadas ajustadas a las necesidades del mercado laboral, teniendo en cuenta las necesidades de los demandantes de empleo y controlando que las personas que acuden a cada formación tengan interés en realizarla y, en caso contrario, llamar a otra persona que realmente lo esté. También hay que crear grupos de personas homogéneas a nivel de conocimientos. Desgraciadamente, esto no ocurre y hay muchas carencias; muchos centros impartidores de cursos del servicio publico lo que más les importa es la subvención que reciben y lo que menos el aprendizaje de los usuarios que lo precisan para poder acceder a un trabajo mejor o a una oportunidad profesional. Sin embargo, esto lo abordaré con más detalle en otra ocasión.
Hay muchos demandantes de empleo que omiten inscribirse en el Servicio Público de Empleo porque no tienen ninguna esperanza de que les encuentre un trabajo. Si se apuntan es porque con la tarjeta de demandante de empleo pueden acceder a los cursos gratuitos y porque para aquellos que tienen derecho, es la única forma de poder acceder a las prestaciones contributivas existentes.
Ya es hora que el Servicio Público de Empleo se convierta en el agente de colocación pública que se precisa desde hace tiempo y que no termina de llegar. Para ello, se tendrá que escuchar más a las partes que hacen uso de él, algo, que no se hace; para saber lo que se precisa hay que preguntar y tomar nota. Queda claro que los que gestionan el Servicio Público de Empleo nunca los han usado ni lo van a hacer.
Mientras tanto, surgen cada vez con más fuerza los agentes privados de colocación en mayor o menor medida (consultoras de recursos humanos, portales de empleo, empresas de trabajo temporal) prestando unos servicios de forma remunerada elevada. Otro día analizaré cada uno de ellos porque hay gran diferencia entre unos u otros. Tanto empresa, como demandantes, acuden a las empresas privadas de colocación porque se ha perdido la confianza en el Servicio Público de Empleo.
¿Cuándo podremos tener un Servicio Público de Empleo español en condiciones que se pueda tener como alternativa efectiva, tanto para empresas como demandantes de empleo? Quiero ser realista antes que pesimista y creo estar en lo correcto al afirmar que tardará años.
Para acabar, lanzo unas preguntas:
¿Qué opinas?
¿Has usado el Servicio Público de Empleo?
¿Cumple tus expectativas?