EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Cualquier país, el que sea, no tiene que verse en situaciones vergonzantes por culpa de algunos políticos cuya forma de hacer es total y absolutamente propia de individuos a los cuales el comportamiento ético, el comportamiento moral y el comportamiento honesto y responsable de sus actos les tienen sin cuidado.
Estamos contemplando atónitos como un político, que en mi opinión para vergÁ¼enza de España, anda por ahí acusando y pidiendo la dimisión de sus adversarios con el mayor descaro y con un alto grado de cinismo y sobre todo mostrando descaradamente una actitud hipócrita y pretendiendo dar una imagen de sí mismo impoluta, cuando todos los españoles sabemos muy bien quién es y qué es lo que ha hecho.
Creo, querido lector, que de inmediato se habrá percatado de que me estoy refiriendo a Federico Trillo. Este impopular personaje anda por ahí acusando y culpando al ministro del Interior del supuesto chivatazo conocido como el “caso Faisán” por lo que pide que este dimita. No creo que Federico Trillo haga y pida todo eso en base a que está convencido de que el que dio el supuesto chivatazo fuera el propio Rubalcaba, porque eso sería ya el colmo de los despropósitos, aunque de este personaje no me extraña ya nada. Quiero pensar que el acusar y pedir la dimisión del ministro lo fundamente en que fuera alguien de su entorno el “chivato” y que por eso demande al ministro como responsable, pero se olvida de que siendo él ministro de Defensa, se le “cayó” un ataúd volante, un avión de alquiler barato, el tristemente célebre Yak-42 y murieron 62 soldados que habían estado sirviendo a España y que murieron innecesariamente ya que ese luctuoso hecho podría haberse evitado a poco que en el ministerio de Defensa hubieran hecho caso a los militares que denunciaron en repetidas ocasiones que se trasladaba a los soldados en aviones de alquiler, porque eran más baratos, que no estaban ni los aparatos ni sus tripulaciones en condiciones para volar y hay fotografías, publicados en los periódicos y en televisión que así lo atestiguan. Hay algo de este suceso que ha quedado grabado en la mente y en el alma de los españoles: La infamia que supuso la cruel entrega de los restos mortales de los soldados a sus familiares. Cualquier responsable político con un mínimo de dignidad hubiera dimitido ante tan deshonroso y vergonzante proceder. Pero esto no debe de asombrarnos lo más mínimo ya que nos consta lo amnésicos que se vuelven en el Partido Popular sobre todo lo acaecido en los ocho años que estuvieron en el Gobierno. Pero ahí le tenemos, pidiendo responsabilidades y exigiendo dimisiones. Lo que hay que ver.
Pues bien, el criticón, el que exige responsabilidades y dimisiones, anda libre por ahí despotricando contra los demás y olvidándose de que él no asumió la responsabilidad que tenía ya que era el máximo representante y responsable en todo lo que pudiera afectar al estamento militar en aquellos momentos. El hombre ni pasó por el juzgado, los jueces, esos mismos jueces que desde el PP tanto critican, ni le molestaron y claro el sujeto se envalentonó y se auto convenció de que él no tenía ni la más mínima responsabilidad y por la tanto esto le legitimaba para meterse con los demás, pero yo no le culpo a él sino a la justicia que una vez más demostró que es cierto eso que dicen de que es ciega y en ocasiones bastante sorda. De todos modos existe ese dicho que nos señala que “no ofende quien quiere, sino quien puede” y Federico Trillo, es evidente que no puede ofender a nadie sin que a él le midan con la misma vara. En mi opinión, Federico Trillo, vivirá y morirá, mientras Dios disponga, estigmatizado con la marca que en su conciencia, espero, y en su credibilidad ante los españoles, le ha dejado el Yak-42.