Patidifusos nos hemos quedado todos ante el tamaño engaño del que hemos sido vÃctimas, ante la tamaña desfachatez económica que General Motors, la otrora marca modelo de la economÃa estadounidense, ha planteado con su renuncia a ejecutar la venta de su filial Opel.
Ahora dicen los ejecutivos de General Motors que sà pueden hacer frente a las inversiones necesarias para redinamizar la marca, en horas bajas por la crisis económica y por el abandono que ha sufrido por parte de la marca americana, gracias a las ayudas que ha recibido de la administración Obama.
De nada han servido, pues, todas las reuniones, todos los presupuestos, todos los planes de ajuste, todos los estudios económicos realizados, nada de nada, todo a la basura, porque General Motors se ha dado cuenta de que ahora ya tiene dinero.
Pues bien, se equivocan los señores de General Motors, de pleno, porque el dinero que tienen ahora se irá igual que vino, porque su crisis endémica no viene causada por la crisis económica, nada de eso, su crisis viene provocada por su mala gestión, por no ser capaces de adaptarse a los nuevos tiempos, e intentar seguir vendiendo vehÃculos ineficientes y excesivamente caros.
Volveremos a vivir este bodevil de parvulario en cuanto el dinero que ahora asoma por las cuentas de tesorerÃa de la marca comience a disiparse en gastos superfluos e inversiones ineficaces, y entonces querrán volver a vender Opel, aunque puede que ya nadie se fie de ellos.
Porque ahora General Motors ha dado una imagen lamentable de cara al mundo económico en general y al sector automovilÃstico en particular, ¿qué modelo estratégico tiene una empresa que en 12 meses cambia de opinión sobre vender o no vender una filial? Ninguno.
Sin olvidar, por supuesto, el estado de indefensión en el que han quedado todos los trabajadores de las plantas de fabricación y montaje de todos los lugares del mundo, trabajadores que habÃan realizado un esfuerzo mayúsculo para sobrevivir ante la situación lÃmite y que ahora no saben a que atenerse.
Lamentable, por tanto, la actuación de General Motors, más propia de una empresa de medio pelo con sede en una República Bananera que de una de las Corporaciones más importantes del mundo.