El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frÃo. Horace Mann (1796-1859) Educador estadounidense.
Yo no enseño a mis alumnos, solo les proporciono las condiciones en las que puedan aprender. Albert Einstein (1879-1955) CientÃfico alemán nacionalizado estadounidense.
Motivados por los debates e intercambios de experiencias, como asà mismo por la confección de trabajos prácticos que conforman el curso de Post-tÃtulo “Especialización Docente en PolÃticas Socioeducativas†del Programa Nacional de Formación Permanente “Nuestra Escuela†creado por el Consejo Federal de Educación del Ministerio de Educación de la Nación argentina, volvemos a escribir sobre educación.
También, como es ya un hábito adquirido en este oficio de escribir los artÃculos de la columna “Hablemos de cooperativas†sobre alguna temática en particular, nos obligó a repasar, a escudriñar textos referenciales. LeÃmos crÃticas hacia el famoso vÃdeo “La educación prohibidaâ€, volvimos a Juan Mantovani, repasamos a otros tantos como MarÃa Montessori, ‎John Dewey, Paulo Freire, Célestin Freinet, etc., y finalmente nos detuvimos a deleitarnos nuevamente de dos libros actuales: “PedagogÃas : reflexiones y debatesâ€, y “Saberes: reflexiones, experiencias y debatesâ€, ambos obsequiados por la autora; Adriana Puiggrós.
Persistimos en sostener nuestra tesis de que la PedagogÃa y Didáctica Cooperaria posee esencia propia, autonomÃa metodológica, sui generis, porque es la sÃntesis teórica y práctica de una constatación cientÃfica del hecho histórico y su proyección a nuestros dÃas de las experiencias que los Pioneros de Rochdale (1844) efectuaron a la luz de los postulados enunciados por Robert Owen.
Al analizar los Pioneros en el contexto de la etapa episódica del capitalismo industrial en la propia Inglaterra en el siglo XIX las profundas causas de las injusticias económicas en la que vivÃan y al encontrar en la forma cooperativa cómo terminar con el perverso orden que los mantenÃa en el infortunio permanente, comprendieron también que requerÃan, en consecuencia, de otra cualidad formativa humana.
Pero tales requerimientos, de otra cualidad formativa humana compatible con la cooperación no fue delineada completamente a tenor de los preceptos pedagógicos genuinos de la propia cooperación. No se desentrañaron los principios pedagógicos y didácticos cooperarios.
Más de un siglo después al actuar como maestros de escuelas rurales de la Provincia de Formosa (Argentina), al ver paulatinamente nuestros esfuerzos educativos disgregarse en la nada, pues en las campiñas formoseñas los labriegos saben de laboreo de la tierra, pero carecen de conocimientos organizativos que le brinden defensas de sus esfuerzos productivos, dado que la educación común no brinda los conocimientos empresariales emancipatorios requeridos. Esa realidad, e inspirados por el estimulo de una Supervisora Escolar, nos llevó a estudiar la carrera universitaria de tecnicatura en cooperativismo. (TECNICOOP, su historia, parte I)
Robert Owen nos presentó con toda crudeza la imposibilidad de que la educación común tenga sus efectos positivos sin tener su correlato en una nueva forma de organizar la sociedad. Buscó e indagó con pedagogos de su temporalidad como Enrique Pestalozzi, enalteció las experiencias y postulados de Joseph Lancaster y Andrew Bell, pero también los cuestionó en sus diseños pedagógicos.
Nos narra al respecto el texto que se publicó originalmente en Perspectivas, revista trimestral de educación comparada (ParÃs, UNESCO: Oficina Internacional de Educación), sobre Owen: “La lectura y la escritura no eran más que instrumentos para impartir el conocimiento y eran de poco valor si no se enseñaba a los niños a utilizarlos adecuadamente. “El modo en que se imparte la instrucción es una cosa y la instrucción propiamente dicha es otra; y no hay dos cosas más diferentes entre sÃâ€. Era importante pues adoptar el procedimiento de instrucción que mejor permitiese al niño entender los objetos y caracteres que le rodeaban. Reconociendo que cada niño tenÃa distintas aptitudes y cualidades, señaló que la intención de su sistema no era que todos los seres humanos fueran iguales. La educación tenÃa que hacer que todo el mundo fuera “bueno, sabio y felizâ€.
Concluimos y exponemos nuevamente que con demasiada frecuencia se incurre en el error de asimilar a la PedagogÃa y Didáctica Cooperaria con métodos de enseñanza oficial, independientemente del tiempo y lugar, y asà se contravienen en deformaciones de los contenidos, métodos, fines, objetivos, valores y principios cooperativos.
La pedagogÃa, entendida como ciencia del saber y de la enseñanza, aplicada al estudio y análisis de la peculiar naturaleza del fenómeno social-económico cooperativo, evidencia y distingue dimensiones o ejes integrados e integradores de la Historia y Doctrina Cooperaria; orgánico-institucional y legal, con entre-relacionamientos con las demás disciplinas o saberes, sometidos a un juzgamiento doctrinal.
Es una PedagogÃa que exige una Didáctica teórica-práctica, que promueve habilidades, destrezas, capacidades y competencias para el trabajo y estudio en equipos, origina relaciones sobre bases solidarias, fraternas, armónicas y equitativas, dado que todo el andamiaje del proceso enseñanza-aprendizaje se realiza en una empresa educativa denominada Cooperativa Escolar.
Y reflexionamos mientras corregimos estas lÃneas: Qué difÃcil, cuán complejo resulta hacer comprender al ministro de Cultura y Educación de la Provincia de Formosa, que las aulas están vacÃas de estos nobles saberes y experiencias, vacÃo al que buscamos poner fin con un proceso de diálogo fecundo. Desmontemos todas las formas de exclusión.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!