En lo que al 11-M y a la teoría de la conspiración se refiere, Pedro J. Ramírez desde hace algún tiempo viene haciéndose el haraquiri y, de paso, asestando fraternales golpes -no sabría decir si queriendo o sin querer- a los seguidores de la misma. Yo situaría la fecha en el momento que editorializó sobre los 823 asesinados por ETA sin incluir a los 191 asesinados por los terroristas islamistas: el 31 de julio de 2009.
Ya el pasado 04.10.2009 en el artículo de El Mundo de Héctor Marín y Andrés Moya, De la minifalda al ‘burka’, a cuento de la comparecencia de Fátima Hssisni en la Audiencia Nacional, podíamos leer: «En aquella época, según la investigación, ella ya estaba en contacto con una red islamista con raíces en Cataluña y Madrid, dirigida por un carnicero de Vilanova i la Geltrú, Mohamed Mrabet, que reclutaba aspirantes a pira humana y que incluso apoyó en su huída a varios implicados en los atentados del 11-M».
Es un hecho también que a los teóricos de la conspiración oír hablar de Al Qaeda les provoca sarpullidos e intentan deshacerse de este asunto diciendo que Al Qaeda es un montaje de la CIA. Pero a El Mundo no le queda otra que, de vez en cuando, informarles. Así el 11.10.2009 en Terrorismo/La nueva arma de Al Qaeda, el artículo de Javier Gómez, La primera bomba supositorio les recuerda los nuevos y originales métodos del terrorismo islamista y además dice: «Cada mes se producen entre 200 y 400 atentados terroristas en el mundo con Al Qaeda como núcleo central». No debería El Mundo dar tanta bola, tanto crédito y protagonismo a Al Qaeda si ésta es una mentira y un montaje estadounidense. Muy al contrario, debería esforzarse y deshacerse por desvelar, criticar y denunciar el montaje de la CIA, escribiendo cientos de artículos al respecto, porque lo que está consiguiendo es desorientar y desquiciar a los creyentes en la ya denostada teoría de la conspiración.
Pero el bocado más sabroso y suculento nos lo proporciona el propio Pedro J. Ramírez, quien en su Carta del Director El pescado de Moctezuma (El Mundo 11.10.2009), ilustrada con caricaturas de Francisco Correa ‘Don Vito’ y Álvaro Pérez ‘El Bigotes’, entre otras cosas, dice:
«…Con el caso GÁ¼rtel concluye un ciclo iniciado en el Congreso de Sevilla del 90…» (Se está refiriendo al PP). «…El punto de inflexión se produjo con la mayoría absoluta del 2000. Todas las expectativas sobre cambios en las reglas del juego, más democracia interna y más control de la sociedad sobre el poder -aplazadas durante la anterior legislatura por falta de apoyos parlamentarios- decaen definitivamente entonces, en la medida en que Aznar considera que al cumplir la promesa de permanecer sólo ocho años en La Moncloa queda exento de todas las demás. Es el momento de levantar el pie del freno y disfrutar conduciendo el bólido sin miramientos ni restricciones. Por eso se despeña en el barranco de Irak y la gestión del 11-M…» ¡Vaya, vaya! !Así es que Pedro J. Ramírez uniendo mediante la conjunción copulativa y «Irak y la gestión del 11-M»! !Qué fenómeno¡
Pero hay más en la Carta del Director de Pedro J. Ramírez: «…la trama GÁ¼rtel también debe quedar asociada a la foto de las Azores. No son sino dos síntomas -uno externo, el otro interno-, de un mismo proceso de relajamiento de la autoexigencia democrática…» Parece que quiere decir que con la foto de las Azores -donde se decidió la invasión Irak; invasión utilizada por los terroristas islamistas para justificar los atentados de Madrid- no hubo suficiente «autoexigencia democrática» por parte del Gobierno del PP presidido por Aznar. Si no hubo suficiente «autoexigencia democrática», le falta decir qué es entonces lo que hubo. De momento ya tenemos unos cuantos ingredientes: la foto de las Azores, el bólido que se despeña (esto del bólido me suena a la Fórmula 1), la guerra de Irak y la gestión del 11-M, y el caso GÁ¼rtel. Una buena ensalada para el primer plato de la boda… Y a la espera de conocer el menú completo.
El director de El Mundo recula con el 11-M, pero no hay que fiarse. No hay que dejarse seducir por estos cantos de sirena tardíos de Pedro J. Ramírez. No será de extrañar ver en días venideros una gigantesca portada desdiciendo en letras grandes lo que en esta carta dice en letra pequeña. Vivir para ver.