Tal como se están desarrollando los acontecimientos, entra dentro de lo posible que la familia Sánchez-Gómez, actuales inquilinos de La Moncloa, no disfruten mucho tiempo en dicho palacio con su servidumbre y comodidades incluidas. Como todos sabemos y padecemos, el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no accedió al cargo pasando por las urnas, sino a través de una inexplicable y compleja moción de censura, hipotecándose hasta las trancas con los votos de los diputados de los independentistas catalanes, PNV y Podemos. Todo lo cual podría granjearle el pasar a la Historia son el sobrenombre de «Pedro el Breve» Apenas transcurridos los 100 primeros días de Gobierno, y en base todos los despropósitos y barbaridades cometidos por el Jefe del Ejecutivo, cosechando las consiguientes críticas por parte de la oposición y medios, no fue nada comparado con el día que le proporcionó el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, quien contraviniendo el Reglamento del Congreso, cambió sin previo aviso el contenido de su pregunta en la sesión de control, omitiendo hablar sobre Cataluña como estaba previsto, para espetarle al presidente sus sospechas sobre su tesis doctoral.
Lo cierto es que si Sánchez gozase de la total seguridad sobre la elaboración y contenido de la citada tesis, no habría tenido el más mínimo recato en que la misma hubiese sido publicada tiempo atrás sino todo lo contrario, de ahí que el oponerse resultase incomprensible, y más fuerte aún teniendo tan reciente la dimisión de su ministra de Sanidad, Carmen Montón, lo que generó el duro enfrentamiento mantenido entre Sánchez y Rivera quien le exigió la inmediata publicación para acabar con “las dudas razonables” de un presunto plagio.
Normalmente, cuando alguien se siente en posesión de la verdad lo que denota a través de sus gestos es tranquilidad y seguridad, pero nunca reaccionando con una ira delatora al ser interpelado lo que indujo cuando menos a la desconfianza. Como igualmente resultaba absurdo el secretismo adjudicado a la problemática tesis, y más todavía que su autor se negase a la publicación de un trabajo que le honra tras habérsele otorgado la categoría de «cum laude».
Un presidente de Gobierno, en las actuales circunstancias, no debe negarse nunca a aclarar y despejar todas las dudas que se han suscitado en torno a la elaboración y contenido de su más que cuestionada tesis doctoral. Lo suyo, tal como se le está demandando, es someterse a una sesión de control en la sede de la soberanía nacional para aclarar las posibles irregularidades existentes en la redacción de su texto académico que están apareciendo en los distintos medios de comunicación. Enfrentarse a la prensa a estas alturas e incluso el pretender amedrentarla a golpe de querellas, resulta ridículo y fuera de lugar. Prueba evidente de ello es que todos los medios han contestado que «no modificarán ni una sola coma de sus publicaciones».
En otro orden, también se está cuestionando la composición del tribunal que evaluó el trabajo, entre los que se encontraban miembros recientemente doctorados, compartiendo con Sánchez la misma directora de tesis, etc. La empecinada actitud de negarlo todo no conduce a nada y menos aún el delegarlo en la incompetente ministra portavoz, Isabel Calaá, cuya inseguridad a la hora de comunicarse con la prensa pone nervioso a cualquiera. Su pretensión de restarle importancia a la polémica resulta pueril, con lo cual, el crédito del Gobierno se hunde por momentos, obra y gracia de los dislates de los ministros, unido a la desastrosa gestión de su presidente. La solvencia del Ejecutivo cae en picado. Moncloa achaca sus problemas a la hostilidad de la oposición pero su defensa es paupérrima.
Está claro que por mucho que le moleste, tanto el PP como Ciudadanos seguirán ejerciendo una incómoda y cada vez más documentada presión sobre la tesis del presidente del Gobierno, con la advertencia y/o exigencia de que no amenace más a los periodistas, censurando el haber remitido un burofax a EL MUNDO y otros medios pidiendo que se retracten de ciertas informaciones. Postura totalmente impropia dado que se trata de su trabajo, cuando el que tiene que dar explicaciones es el propio Pedro Sánchez. Por parte del presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, exigió a Sánchez «que por muy nervioso que esté, no anteponga el sillón a los intereses de España» y convoque cuanto antes elecciones generales.
El presidente por su parte se encuentra inmerso en un dédalo del cual no sabe como salir. Motivo por el cual está movilizando a todos sus ministros intentando superar el tremendo bache en el que se ha hundido. Algo que comenzó con la dimisión de la ministra de Sanidad, Carmen Motón, para continuar con su cuestionada tesis. La pretensión pasa porque el Ejecutivo se lance a explicar las medidas que tiene en marcha así como los nuevos proyectos para tratar de revertir la actual imagen de descoordinación que vienen ofreciendo desde que si hicieron con el poder. Por su parte, la ya citada portavoz, Isabel Celaá, se permitió la licencia de afirmar que el asunto de la tesis está ya «perfectamente aclarado» insistiendo en exigir a PP y Cs que pidan perdón. Lamentablemente son muchas las imbecilidades que tenemos que soportar por parte de ciertos políticos, pero en este caso concreto, las de la Sra. Celaá si que son de «cum laude»…¡¡Tiempo al tiempo !!